Entrevista al Padre Salar Kajo, sacerdote caldeo de Irak: “Perdonar es ayudar a los miembros del Daesh a convertirse al Señor”
El padre Salar Kajo es sacerdote caldeo en Irak. Su suerte está ligada a la de las comunidades cristianas de una zona devastada por el Daesh. Ahora es el momento del regreso a casa, de la reconciliación y el perdón. También de la reconstrucción de sus viviendas y de la vuelta a unas rutinas que parecían imposibles de reanudar. Todo ello resulta más fácil con la colaboración que presta Ayuda a la Iglesia Necesitada a través de la campaña ‘Ayúdales a volver’. El padre Salar ha estado estos días en Sevilla, donde ha compartido su testimonio de fe en un contexto en el que la propia vida llegó a carecer de valor.
Tras el paso devastador del mal llamado Estado Islámico por la región que habitaban las comunidades cristianas en Irak, ¿cómo está la situación ahora?
El Estado Islámico ha terminado digamos que físicamente, pero la mentalidad sigue en la gente. Tendrá que pasar mucho tiempo para que se olvide. Pero los pueblos liberados ahora están regresando, ha regresado mucha gente, muchas familias que están luchando por una vida normal.
¿Esta gente que ahora regresa a la que fue su casa puede mirar al futuro con algo de seguridad, con cierta tranquilidad?
No. Si no trabajamos para eliminar esta mentalidad no podemos garantizar el futuro próximo. Porque no queremos que se repita lo que ha hecho el Daesh ni lo que pasó antes del Daesh.
Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) ha puesto en marcha la campaña ‘Ayúdales a volver’ ¿Es la única iniciativa privada de ayuda?
Es la única, sí, y ha empezado directamente después de la liberación. Es una acción muy importante que ha ayudado a la Iglesia local, para reconstruir y para fortalecer la relación entre la Iglesia y el pueblo.
Usted forma parte de Comité de Reconstrucción de Nínive ¿Quiénes están implicados en ello?
Estamos trabajando todos juntos, en una comisión que ha creado AIN con las iglesias católica, caldea, siro católica y siro ortodoxa, y que trabaja para reconstruir los pueblos cristianos.
Usted llegó a afirmar que si no llega ayuda inmediata podría desaparecer la presencia cristiana en la región ¿Ha cambiado algo su percepción a la vista del actual contexto?
Todo depende solamente de la ayuda de la Iglesia, porque los dos gobiernos, el iraquí y el kurdo, no han hecho nada durante los años del Daesh y siguen sin hacer nada por los pueblos y las zonas liberadas. Por ejemplo, no han hecho nada por los colegios, las clínicas, los hospitales…
A pesar de todo, ha decidido quedarse allí, donde está su hogar, sus raíces, su familia, a pesar del evidente peligro que ello supone.
Sí. Hay que reconocer que la Iglesia, a través de los pastores, da una señal de esperanza a la gente. Lo primero que la gente pide antes de regresar es la Iglesia, el cura y las monjas. Esto es una señal de una fe profunda y también de una esperanza en que la Iglesia pueda trabajar para el futuro de los cristianos en Irak.
Este testimonio de fe recuerda a esas primeras comunidades cristianas que se reafirmaban en la fe a pesar de la persecución.
Exactamente. Ante nosotros tenemos historias de personas que están viviendo lo mismo. Dan el mismo testimonio de una fe profunda y la practican. Porque perdonan a los miembros del Daesh y olvidan todo sólo porque son cristianos. Es el ejemplo de un cristiano que está viviendo según el Evangelio.
¿Cómo se trabaja ese perdón?
El perdón es una experiencia personal que hemos vivido entre los miembros de una familia, en una misma ciudad, en una calle. Y da frutos de paz y caridad. Creemos que perdonar es ayudar a los miembros del Daesh a convertirse al Señor.
¿Tienen ya casos de conversiones de quienes un día fueron sus perseguidores y ahora pueden ser vecinos o familiares con los que se pueda convivir?
Algunos vecinos nuestros han ayudado a la gente del Daesh a echar a los cristianos de los pueblos, y después han robado todo. Ahora, cuando hemos regresado, hemos ido a esa gente a preguntarles cómo están. Podemos ser hermanos, pero les hemos pedido que saquen de esta experiencia una lección profunda y fuerte.