Tras la huella de Ben Baso
La Giralda fue roja durante su etapa renacentista, los trabajos de acondicionamiento de la cara oeste de la torre han sido realizados por verdaderos artesanos de nuestro tiempo y se han descubierto decoraciones vegetales ocultas bajo el mortero en algunas zonas. Estas son algunas de las conclusiones expuestas por el arquitecto Eduardo Martínez, justo antes de que comiencen los trabajos en la cara sur de la torre alminar.
Las obras que se han realizado en la cara oeste de la Giralda han servido para confirmar algunos aspectos artísticos y históricos apuntados a lo largo de los siglos, y para descubrir otros detalles que hablan a las claras de la minuciosidad con la que fue construido el símbolo más universal de la capital hispalense. Miguel de Esquivel y Bartolomé Esteban Murillo, entre otros, dejaron constancia en sus retratos de las santas Justa y Rufina de una torre de aspecto rojizo, y ha habido que esperar varios siglos para confirmar que los artesanos tiñeron la Giralda de una pigmentación rojiza. Concretamente color almagra con las juntas en blanco, como se puede comprobar en una muestra que los restauradores han dejado a la vista del público.
“Artesanos, más que albañiles”
Sin embargo, no ha sido el cromático el único descubrimiento del centenar de “artesanos, más que albañiles”, que ha trabajado “con una delicadeza y paciencia enormes” desde el andamio instalado en la cara que mira al Patio de los Naranjos de la seo hispalense. Restos de madera con un millar de años de antigüedad, decoraciones vegetales hasta ahora desconocidas, vestigios almohades recuperados… La profusa y detallada documentación recogida por el equipo comandado por Martínez Moya ofrece motivos sobrados para una relectura de la historia de la torre cuya construcción iniciara Ahmad Ben Baso.
Uno de los aspectos que más ha llamado la atención de los restauradores ha sido la “maravillosa fábrica de ladrillos almohades” con la que fue posible su construcción, haciendo posibles formas y decoraciones que han recobrado su aspecto original gracias a la utilización de diversas técnicas. Una de ellas ha sido el láser con el que se ha recuperado el aspecto primitivo de los capiteles.
El mortero acumulado en algunas zonas y el desgaste como consecuencia de la exposición a las inclemencias meteorológicas explican el estado de la torre cuya construcción se inicio el año 1184. En algunas zonas ha habido que sustituir piezas muy deterioradas por otras en cuya reproducción se ha contado con materiales procedentes de diversas canteras, tal y como hicieron los primeros operarios. Incluso el acarreo de materiales hasta las fases más elevadas de la obra se ha llevado a cabo con técnicas empleadas ocho siglos atrás.
Estos trabajos han servido también para reforzar la seguridad de la torre y las personas. Es el caso de la cobertura en la zona superior, sobre todo en la terraza de las azucenas, para ampliar el sistema defensivo frente a los rayos. También se han asegurado algunos elementos decorativos ante el riesgo de fracturas ya apuntadas, y se ha recuperado la tonalidad original de los relieves repartidos en diversas alturas del cuerpo de la torre y el campanario.
Ahora, la cara sur
Y los trabajos no paran. Tras el receso de la Semana Santa, el lunes 9 de abril dieron comienzo las obras de acondicionamiento de la cara sur de la Giralda. Unos trabajos con una duración estimada en seis meses, cuyo presupuesto podría igualar el medio millón de euros con el que el Cabildo Catedral ha financiado las obras de la cara oeste. Al respecto, el arquitecto hizo hincapié en el esfuerzo que lleva a cabo el Cabildo con iniciativas como esta que redundan en la mejora de un patrimonio tan representativo de la ciudad. Como se detalla en el presupuesto del Cabildo, los fondos proceden de los ingresos de la visita cultural al templo metropolitano, un dinero que sirve para mantener en perfecto estado de revista una de las mayores catedrales de la cristiandad, y un argumento de sano orgullo para los sevillanos.