Archidiócesis de Sevilla

“Con la mirada puesta en el Señor, os comunicamos exultantes de gozo, junto con el Seminario Metropolitano y nuestras familias, que (…), si Dios lo quiere, por la imposición de manos y la plegaria de ordenación del Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo de Sevilla, seremos ordenados diáconos…”. Así comienza la invitación conjunta de los ocho seminaristas que encaran este fin de semana una de las jornadas más esperadas de sus años de formación para el sacerdocio: la ordenación como diáconos.

Juan Guzmán, de San José de la Rinconada; José Antonio de la Maza, procedente de Carmona; Eduardo Vega, de Dos Hermanas; Pedro Reina, de Lebrija; Gonzalo Fernández y Jesús Ojeda, ambos de Écija; Francisco José Gordón, de Guadalcanal; y Manuel Jiménez, natural de Baena (Córdoba); son los nuevos diáconos de la Archidiócesis de Sevilla, hombres llamados al servicio.

Por más que tengan en el horizonte su ordenación como presbíteros, que ese vaya a ser el paso final de una etapa de sus vidas crucial, vivida en el Seminario, confieren al diaconado una importancia única. Eduardo Vega lo explica como un regalo, un don que reciben “con mucha responsabilidad y al mismo tiempo mucha ilusión”. Y lo hace seguro de que está en las mejores manos, que no daría el paso “si no supiera que Dios está detrás, sosteniéndome”.

Es la misma mezcla de ilusión, responsabilidad y algunos miedos, lo que define el estado de ánimo de estos ocho jóvenes, que desean, como subraya Juan Guzmán, “saber dar la talla ante las exigencias que tiene el ministerio en todos sus aspectos”. José Antonio de la Maza habla de un “sí sostenido”, para definir la disponibilidad con la que se presentan ante Dios en este momento: “un sí sostenido, no temporal, un sí como el de la Virgen María, que se mantiene en el tiempo”.

En el Seminario se les prepara para el sacerdocio, esa es la meta. Sin embargo, ellos huyen de la concepción del diaconado como una especie de momento en prácticas previo al presbiterado. Pedro Reina reconoce que en esta etapa final de su formación –la etapa configuradora- “vivimos el ministerio de una forma más cercana. No entramos ahora ‘en prácticas’ porque vamos a ser ordenados para ejercer un ministerio propio”.

Dos diáconos procedentes del Seminario Menor

Estos días han repasado una y mil veces el rito de la ceremonia de ordenación como diáconos, y Reina destaca un momento especial que ayuda a comprender la especificidad de este ministerio, cuando “nos entregarán los Evangelios para que, conociendo la Palabra, la prediquemos y la llevemos a los demás”.

Entre los ordenandos hay dos jóvenes –Eduardo Vega y Francisco José Gordón- procedentes del Seminario Menor. Son los primeros alumnos de esta etapa del Menor que se ordenan diáconos. Ambos recuerdan esos dos años, que coincidieron con su bachillerato, como “una experiencia muy bonita para tomar conciencia de lo que era el Seminario. Cuando ingresamos en el Mayor ya estaban los cimientos puestos”, añaden.

Relevo asegurado

En unos años en los que el secularismo podría argumentarse como justificación válida para el descenso de vocaciones, se puede decir que el relevo está asegurado en Sevilla. Este fin de semana se ordenan ocho diáconos y en unos días ingresaran otros ocho jóvenes en el Seminario Metropolitano. Jesús Ojeda va más atrás en el tiempo, y apunta un dato que refuerza la teoría de la ‘primavera vocacional’ en la Archidiócesis: “desde que nosotros ingresamos en el Mayor, ha subido la cifra de seminaristas”. Esto no es casual. Guzmán lo achaca a la seriedad con la que se encara una decisión tan trascendental, en el contexto de una sociedad secularizada”. “En los desiertos también hay oasis”, concluye.