Las Siervas de María celebran el centenario de la muerte de beata Mª Catalina
Las religiosas Siervas de María, ministras de los enfermos celebran la clausura del centenario de la muerte de la beata Mª Catalina Irigoyen Echegaray. Concretamente, la comunidad presente en Sevilla, compuesta por 22 hermanas, clausurará la efeméride el próximo 10 de octubre, a las siete de la tarde, con la celebración de la Eucaristía presidida por el delegado episcopal para la Vida Consagrada, José Ángel Martín. La cita es en la casa de las religiosas, en la calle Santa Paula, 18.
Las Siervas de María invitan a todos los fieles que se acerquen y participen en esta celebración que conmemora la vida y obra de la beata.
Sobre beata sor Mª Catalina: «Sólo sirvo para servir”
María Catalina Irigoyen Echegaray nace en 1848 en Pamplona en el seno de una familia cristiana. En su juventud oye la llamada del Señor y en 1878 solicita la admisión en el Instituto de las Siervas de María, fundado por Santa María Soledad. Sin embargo, le piden que cuide a sus familiares enfermos antes de ingresar en la congregación, así que María Catalina espera con paciencia hasta que se soluciona su situación familiar y en 1881, con 33 años, ingresa en la casa de las Siervas de María. Emite su profesión temporal dos años más tarde, en 1889 hace su profesión perpetua. Desarrolló su apostolado en Madrid, desgastándose por el Señor en el servicio a los enfermos en sus domicilios, derrochando caridad exquisita, pronta y alegre, con paciencia, esmero y abnegación. “Con tal presteza y amabilidad acudía a las peticiones y necesidades de los enfermos que muchos de ellos la consideraban como madre amorosa y muchas familias la reclamaban como a su enfermera ideal”. Después de 23 años dedicados al servicio a los enfermos, pasa a ocuparse de la recogida de donativos para la subsistencia de la Obra durante siete años. Al final de su vida se ve reducida a la más absoluta incapacidad debido a la enfermedad, hasta que en 1918 fallece con fama de santidad, con su único lema de vida: “Sólo sirvo para servir”.