Archidiócesis de Sevilla

 

Pilar ¿Cómo resumirías lo vivido en estos días?

 

Iba sin saber qué podía encontrarme allí esos días y me encontré a un grupo de vírgenes, aspirantes y sacerdotes, con los que he podido enriquecerme mucho, escuchando a unas y a otros y a través de las conferencias, todas en torno a las bienaventuranzas.

 

¿Lo más relevante que te traes?

 

He podido profundizar cómo la virginidad consagrada, si una es fiel a su esposo, es una maternidad fecunda; cómo la soledad puede ser una alegría o un problema, según se viva, lo mismo que para cualquier matrimonio o sacerdote; cómo las vírgenes han existido desde el comienzo del Cristianismo… Yo me imagino a la Virgen y a las primeras mujeres sirviendo y estando a disposición del Señor y sus discípulos, al igual que nosotras ahora estamos a disposición del  obispo y los sacerdotes.

 

¿Qué aportáis las Vírgenes Consagradas a la Iglesia del siglo XXI? 

 

Ahora mismo la sociedad necesita mujeres que con su vida corriente hagan presente de modo singular la esponsalidad y entrega de la Iglesia a su Esposo. Y, como en el otro lado de la moneda, están los sacerdotes que hacen presente de modo especial esa esponsalidad de Cristo con la Iglesia. Juan Pablo II decía en el año 95: “corresponde a las vírgenes convertirse en mano operante de la generosidad de la Iglesia local, voz de su oración, expresión de su misericordia, ayuda a los pobres… se podría decir que en la época de los Padres de la Iglesia, la piedad y la caritas de la Iglesia se expresaba en gran parte a través del corazón y las manos de las Vírgenes consagradas”. A mi estas palabras me ha ayudado mucho estos días, al igual que trabajar las bienaventuranzas.

 

El Encuentro se desarrolló en el ámbito de las Bienaventuranzas. ¿Cuál de ellas te tocó especialmente?

 

Me encanto lo que nos comentó el obispo auxiliar de Pamplona, que una persona no es bienaventurada por ser pobre, tener hambre, sed, ser perseguida… Es dichosa por la segunda parte, porque vive así por “mi causa”, y por eso de ellos es el reino de los cielos, o serán saciados… “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados”, ¡serán saciados por Dios!

 

¿Cómo aplicas las bienaventuranzas a tu vida diaria? 

 

Es verdad que hay mucha pobreza material, que hay gente que pasa verdadera necesidad pero hay una pobreza espiritual, interior, que es más difícil de cubrir. Cuando llegamos a un hospital y vemos que la gente tiene qué comer y sin embargo, esta triste, vacía… necesita compañía, ser escuchada. Cuántos jóvenes tienen de todo materialmente y están vacios, no saben qué hacer con su propia vida. Para mí este es el papel de una virgen consagrada, en esta sociedad: rezar, acompañar, ayudar a abrir los ojos, siempre sin olvidar que todo lo hacemos por amor al esposo, "por su causa", y sabiendo que para ello tenemos que estar bien formadas y no descuidar nuestras obligaciones tanto como esposa -con una maternidad todo lo fecunda que Dios quiera-, y como buena profesional, ya que no sólo debemos mantenernos materialmente sino ayudar a muchos que lo necesitan.

 

 

Loli Ramírez