Día de la Iglesia diocesana: La corresponsabilidad, un reto para la Iglesia

Día de la Iglesia diocesana: La corresponsabilidad, un reto para la Iglesia

La autofinanciación sigue siendo un reto en el horizonte económico de la Iglesia en Sevilla y en el resto de España. Y los balances económicos que ha presentado la Archidiócesis en los últimos ejercicios dan pie a pensar que el objetivo está lejos de suponer una quimera. La buena respuesta de los sevillanos -creyentes o no-, tanto por medio de la casilla a favor de la Iglesia en la declaración de la renta como a través de las colectas, ha sido valorada muy positivamente tanto por el Arzobispo, monseñor Juan José Asenjo, como por el ecónomo diocesano, Alberto Benito, en sus últimas comparecencias públicas.

El informe del pasado ejercicio económico aportó una novedad interesante: el aumento de los ingresos derivados de donaciones o herencias. En la rueda de prensa de presentación de la Información Económica de 2017, el Arzobispo ponderó este aspecto, y agradeció públicamente “el compromiso con la Iglesia de las personas que hacen generosas donaciones o dejan legados y herencias a favor de la Iglesia en Sevilla”.

Pero la salud económica de la Iglesia no puede depender únicamente de esos apuntes contables, si se aspira realmente a la autofinanciación. El ecónomo diocesano pone el ejemplo de las suscripciones mensuales, trimestrales o anuales a favor de la Archidiócesis o la parroquia. Esta es una de las vías a explotar -dicho así, con una mentalidad contable- en los próximos ejercicios. Siendo razonablemente positivas las últimas cifras, conviene hacer una reflexión con la vista puesta en el futuro. Alberto Benito apunta la necesidad de una pedagogía entre los fieles para que estas donaciones periódicas dejen de ser fruto de decisiones excepcionales o puntuales en las economías familiares. El sevillano es solidario cuando se le requiere. Lo vemos cada vez que se hace un llamamiento desde Cáritas, Manos Unidas, el Banco de Alimentos u otra institución con fuerte implantación caritativa y social. Pero el sostenimiento de la Iglesia, su seguridad económica, no puede quedar a expensas de llamamientos puntuales a la coherencia o a la sensibilidad del fiel con la comunidad de la que forma parte y en la que vive acontecimientos centrales de su vida. La seguridad económica de la Iglesia pasa, entre otros aspectos, por el incremento de estas suscripciones periódicas.

Pero «esa conciencia todavía no ha calado del todo», afirma el responsable de la contabilidad diocesana, que insiste también en la necesidad de una pedagogía concreta para las tasas parroquiales: «Son cantidades con las que se trata de compensar el hecho de que en una parroquia haya gente dispuesta para realizar los trámites que necesitamos. Y estas tasas -añade- suponen unas cantidades muy inferiores a las que asumimos cuando organizamos una boda, un bautizo o una primera comunión». Falta quizás, en su opinión, «un punto de conciencia de que la Iglesia es nuestra y que tenemos que colaborar». Esto está quizás más asumido en las parroquias de los pueblos que en las de la capital. En aquellas los fieles aportan incluso su trabajo, el tiempo, la dedicación a lo que precisa la parroquia en cada momento –“es algo habitual, sale de forma natural”, añade-. «En grandes ciudades, por regla general, esa identificación es menos evidente», apunta Alberto Benito.

La Iglesia no es “una empresa normal”

Cualquier análisis financiero de la contabilidad diocesana debe partir de un axioma claro: la Archidiócesis no es una empresa al uso, una obviedad que condiciona la gestión de los recursos. En las vísperas del Día de la Iglesia Diocesana, Benito ha puesto de manifiesto algunos presupuestos básicos que conviene no olvidar. Para empezar, «nosotros gastamos lo que recibimos, y gastamos en la medida que tenemos más ingresos». Por tanto, el incremento de estos ingresos y el consiguiente aumento de la capacidad de gasto serán patentes una vez que cale del todo la corresponsabilidad del católico con la Iglesia. Pero para ello, reitera, se echa en falta una mayor «conciencia real de que nosotros somos responsables de lo que ocurre en nuestra Iglesia, y de que las cosas cuestan». En este punto, el ecónomo recuerda que la legislación vigente aporta una serie de ventajas fiscales en materia de donaciones: «La cuenta es fácil, en una donación de 150 euros, casi 120 retornan a la contabilidad del donante por la vía de las deducciones fiscales”.

Otra fuente de ingresos que suele concitar el interés mediático es la que se corresponde con la aportación tributaria, la citada casilla del IRPF. Contrariamente a lo que se suele destacar, esta partida ha dejado de ser decisiva para le economía de la Archidiócesis de Sevilla (no así en el caso de otras diócesis). Las cifras hablan por sí solas, y estos ingresos suponen alrededor del 15% del total ¿A qué se destina este dinero? El ecónomo aclara que «si no tuviéramos esta asignación tendríamos problemas a la hora de acometer algunas obras de conservación y una serie de gastos sociales. No tendríamos problemas de supervivencia -subraya- pero no podríamos quizás hacer las obras que hacemos». En este bloque de las inversiones en patrimonio, en el que se ha afinado notablemente el control del gasto, juega un papel destacado la aportación anual que realiza el Cabildo Catedral, en función de los ingresos procedentes de la visita cultural tanto a la seo hispalense como a la Iglesia colegial del Divino Salvador.

El turismo como recurso

¿El turismo puede ser una fórmula extra de ingresos? Esa es una vía que se está valorando en la Curia Diocesana. Hasta ahora se atisban dos modelos, uno basado en voluntarios y otro más profesionalizado. El primero se ha experimentado con éxito en parroquias como la de Santa Ana (coincidiendo con su año jubilar) y el mejor referente del segundo modelo es la Catedral y El Salvador. En este punto, el ecónomo no descarta la futura creación de rutas turísticas con un criterio artístico y catequético por templos de la Archidiócesis. Unas rutas que no se limitarían a la capital y para las que se cuenta ya con una tecnología desarrollada con éxito en móviles y otras plataformas. El caso de la diócesis de Toledo es un buen modelo a seguir.

Pero en cualquier caso, y a la espera de que estas y otras fórmulas se conviertan en proyectos tangibles, la Archidiócesis sigue haciendo llamamientos a la corresponsabilidad de los fieles. El objetivo de la tan deseada autofinanciación no pasará de ser una loable aspiración si el sentimiento de pertenencia no se materializa en gestos concretos. Ese es el reto.

 


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