Archidiócesis de Sevilla

El próximo 25 de noviembre, festividad litúrgica de Santa Catalina de Alejandría, se abre de nuevo al culto la parroquia sevillana del mismo nombre. Por este gozoso y esperado motivo, presentamos hoy la escultura de la santa titular del templo que preside el retablo mayor.

Conocemos la vida de Santa Catalina de Alejandría por varias leyendas, siendo la más antigua la que se recoge en el Menologio de Basilio II, fechable entre los siglos X-XI. Era una joven princesa del siglo IV que se negó a dar culto a los ídolos paganos, desobedeciendo así al emperador, ante el cual confiesa su fe en Cristo. Ante la imposibilidad de convencerla, el emperador llama a cincuenta filósofos que no supieron revocar sus argumentos y que acaban por convertirse ellos también al cristianismo, por lo que son quemados por orden del emperador. Ante la negativa de la joven a sus propuestas indecentes, el emperador le castiga con varios tormentos, como la flagelación y las ruedas dentadas, que se rompen milagrosamente antes de herirla. Finalmente es decapitada y su cuerpo fue sepultado en el Monte Sinaí.

La escultura que hoy nos ocupa es de autor anónimo, puede fecharse a finales del siglo XVII y con motivo de la reapertura de la iglesia ha sido intervenida por el restaurador Pedro Manzano.

Santa Catalina, que se nos muestra como una joven de gran belleza como cuentan las leyendas, aparece de pie, sosteniendo en su mano derecha la espada con que fue decapitada, mientras que con la izquierda porta la palma del martirio, cuyo atributo principal es la rueda que aparece tras la imagen. A sus pies, encontramos la cabeza del emperador, símbolo de que, por su martirio, la santa ha vencido por medio de su fe. Por su condición de princesa, aparece coronada y viste túnica dorada decorada con flores, que deja ver bajo las mangas otra vestidura verde, así como manto rojo estofado en oro, vestimentas lujosas que hacen alusión a su linaje real.

Se expone a la veneración en el camarín decorado por José López Chico en el siglo XVIII que se encuentra en el centro del retablo mayor, obra de diego López Bueno, ejecutado entre 1624 y 1629 y que cuenta con pinturas que narran la vida y el martirio de esta santa alejandrina: Santa Catalina ante el emperador, Santa Catalina entre los filósofos, la flagelación de Santa Catalina y el martirio de Santa Catalina. Se completa con la pintura de un Crucificado sobre el camarín central. Todas estas obras han sido restauradas por un equipo dirigido por Antonio Gamero y Agustín Martín, formado por Patricia Iglesias, Azahara Lora, Ana Álvarez, María Lara, Antonio Manuel Fuentes, Isabel Mª Moreno, Carlos Roncero y Carmen Escot, quienes han intervenido igualmente en los retablos de la Iglesia.

El conjunto del retablo mayor se completa con las esculturas de San Pedro, San Pablo, San Juan Evangelista y San Sebastián, restauradas por Enrique Gutiérrez Carrasquilla.

Antonio Rodríguez Babío

Delegado diocesano de Patrimonio Cultural