Fiesta del Bautismo del Señor (Ciclo C)
Jesús fue bautizado y, mientras oraba, se abrieron los cielos
En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».
Lucas 3, 15‑16. 21‑22
Comentario bíblico de Antonio J. Guerra
Is 40,1-5.9-11; Sal 103 Tit 2,11-14; 3,4-7; Lc 3,15-16.21-22
Con el Bautismo del Señor finaliza el tiempo de la Navidad. Esta fiesta se enmarca dentro de la serie de las manifestaciones del Señor (Epifanía). El 6 de enero se manifestaba Jesús como rey a los Magos de Oriente y hoy es el mismo Padre Dios el que lo presenta como su Hijo, legitimando así la misión que viene a desempeñar su enviado.
En la primera lectura reconocemos el oráculo de Isaías que citan los evangelios a propósito del ministerio de Juan el Bautista. Isaías proclama un mensaje de consolación para los judíos que estaban exiliados en Babilonia, pues Dios mismo se va a poner en cabeza del cortejo triunfal de vuelta a la tierra prometida. En consecuencia, es preciso preparar esa vuelta comenzando por allanar el camino, que no es sino reparar las faltas graves ante Dios y rebajar el orgullo. El ministerio del Bautista es presentado en los evangelios como preparación a la venida de Jesucristo. El Bautista se encarga de preparar al pueblo pecador para este Adviento predicando un bautismo de conversión, cuyo signo visible de compromiso era la inmersión en el agua.
Desde este punto de vista, el Bautismo de Jesús, al no tener pecado, está cargado de simbolismo ofreciendo luz sobre la misión que trae: vino a cargar con nuestros pecados para hacernos resurgir a una vida nueva. Jesús recibe el bautismo como signo de su propia misión: morir y resucitar por nosotros, a fin de poder administrarnos el bautismo del Espíritu Santo.
Lucas nos destaca las líneas fundamentales de la vida de Jesús: unión en oración con el Padre, unión con los hombres que aceptan la conversión, presencia del Espíritu como comunicación de la fuerza salvadora de Dios. Dios legitima la misión de Jesús, proclamando a todos los hombres: “Tú eres mi Hijo, el amado, en ti me complazco”.
Para orar con la Palabra
- Contempla a Jesús en la fila de los pecadores que manifestaban su deseo de convertirse, ¿por qué crees que Jesús hace este gesto?
- Contempla a Jesús orando durante el bautismo, ¿qué crees que le está diciendo a Dios Padre?
- Contempla la voz de Dios Padre “Tú eres mi Hijo”. Con tu bautismo has sido configurado a Cristo. ¿Cuándo Dios te mira, a quién está reconociendo?