Archidiócesis de Sevilla

De los últimos años de su vida son varias Inmaculadas, como la del Museo Ferrer en Puerto Rico, que se caracteriza por el gran resplandor que aparece tras la Virgen, que le otorga mayor profundidad espacial. De gran originalidad es la Inmaculada del Palacio de Aranjuez, hoy en el Prado, en la que se nota un acusado alargamiento de la figura de la Virgen, y en la que los ángeles se disponen en paralelo a ambos extremos del manto, formando una espiral ascendente. Similar a ésta es la que se conserva en Cleveland.

Probablemente, la Inmaculada más tardía en la producción de Murillo, hacia 1680, es la que realiza para Justino de Neve, quien la donó después a la Iglesia del Hospital de los Venerables (foto), actualmente en el Prado después de haber sido robada por el mariscal Soult y devuelta posteriormente a España, y en la que aparece el mayor número de ángeles que Murillo pintará en una Inmaculada, formando una orla que rodea a la Virgen con gran movimiento. Presenta una acusada composición triangular, al ensanchar la parte inferior del cuerpo de la Virgen, efecto que se continúa en la peana de ángeles que se sitúan a sus pies, lo cual confiere a la composición un gran movimiento ascensional que culmina en la cabeza de María, cuyos ojos se dirigen hacia lo alto. Aún se conserva en la Iglesia de los Venerables el marco que contenía esta pintura, obra igualmente de Bernardo Simón de Pineda y que la completaba iconográficamente al incluir los atributos de la letanía mariana.

Todavía hay que señalar una más, si bien en ella debió intervenir algún discípulo; es la que pertenece a la Iglesia de San Felipe Neri de Cádiz y muestra la particularidad de los dos ángeles que coronan a la Virgen con doce estrellas.

En sus Inmaculadas, Murillo condensa toda su espiritualidad y pone su arte al servicio de la devoción: la belleza de sus Inmaculadas, su grandiosidad combinada con humildad y sencillez, su mirada llena de Dios,… nos hacen entender que la Inmaculada Concepción de la Virgen María que Murillo acierta a representar no es sino la manera como ve Dios a María, la forma como sueña Dios a la Virgen, la mirada de Dios sobre la escogida para ser la Madre de su Hijo.

Antonio Rodríguez Babío

Delegado diocesano de Patrimonio Cultural