La Natividad de la Virgen, del convento de Santa María de Jesús
Con motivo de la fiesta de la Natividad de la Virgen María que celebramos el pasado domingo, 8 de septiembre, presentamos el relieve que corona el retablo mayor de la iglesia del convento de Santa María de Jesús de Sevilla.
El convento de Santa María de Jesús, situado en la calle Águilas, fue fundado en 1502 por Don Álvaro de Portugal, primo hermano de la reina Isabel I de Castilla, siendo construida su Iglesia a partir de 1588, en la que se destacan su portada diseñada por el arquitecto Juan de Oviedo, con la colaboración de Alonso de Vandelvira, así como el magnífico artesonado mudéjar del siglo XVI que cubre la capilla mayor.
El retablo mayor se contrató en 1690 con el ensamblador Cristóbal de Guadix y el escultor Pedro Roldán. Está presidido por una imagen de la Virgen cambiando los pañales al Niño, obra atribuida a la Roldana de la segunda mitad del XVII y todo el conjunto se remata por la obra que hoy nos ocupa y que representa el Nacimiento de María, obra igualmente de Pedro Roldán.
Este altorrelieve en madera policromada nos muestra en primer término y centrando toda la composición, la figura sedente de un ama que lleva en sus brazos a la Virgen recién nacida, a la cual rodean varias figuras de familiares y criados que llevan alimentos para la recién parida. Entre estas figuras destaca San Joaquín, al cual dirige su mirada el ama, como si estuviera enseñándole la Niña. Al lado del padre de María se encuentra un niño que sostiene en su espalda un cordero, que hace alusión a la condición de pastor del padre de María, según el apócrifo Evangelio del Pseudo Mateo, así como a la ofrenda de diez corderas que Joaquín aparta para el Señor por el nacimiento de su Hija, como cuenta el Protoevangelio de Santiago; si bien no podemos olvidar que este animal es símbolo de Cristo, que fue señalado por Juan Bautista como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1, 29), y que aparece ya prefigurado en el nacimiento de la que será su Madre, como anuncio de la salvación que nos ha de llegar por medio de Ella.
Al fondo de la escena y bajo un dosel circular que cubre su cama, aparece recostada Santa Ana, con la cabeza cubierta por una toca blanca. La acción transcurre en una estancia cubierta por una bóveda profusamente decorada y en cuyas paredes laterales se observan sendos óculos.
Toda la composición aparece coronada por tres ángeles que nos hacen recordar que a pesar de la cotidianeidad y familiaridad de la escena, la Niña que acaba de nacer será la Madre de Dios y por ello, el cielo también participa de la alegría de sus padres, y como escribiera Lope de Vega: “Canten hoy, pues nacéis vos, / los ángeles, gran Señora, / y ensáyense, desde ahora, / para cuando nazca Dios”.
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