Archidiócesis de Sevilla

Celebramos este domingo el DOMUND, en el que tenemos presente a los misioneros y misioneras que, repartidos por el mundo entero, llevan la buena noticia de Jesús y testimonian su fe mediante su entrega a los hermanos, dando su vida por la propagación del Evangelio. Por ello, traemos hoy esta singular imagen de San Francisco Javier, patrón de las Misiones.

En la Iglesia de Santa María de la Mesa de Utrera, procedente con toda probabilidad de la jesuita Iglesia de San Francisco de esta localidad, se venera esta escultura que goza de gran devoción y que representa el tránsito de San Francisco Javier, es decir, el momento de su agonía y muerte, que tuvo lugar el 3 de diciembre de 1552 en una cueva de la isla de Shangchuan, a las puertas de China, donde estaba esperando una nave que le llevara a Cantón con la intención de evangelizar aquel gran país.

En una reciente restauración se descubrió una inscripción que nos permite asegurar que es obra del escultor Diego Roldán quien la realizó en 1751 en Jerez de la Frontera.

La imagen se halla en una vitrina en el banco de uno de los retablos de dicha Iglesia, el de la Divina Pastora, en la que se ha representado la cueva, llena de piedras, flores e incluso conchas marinas, y en la que el santo jesuita aparece recostado sobre las rocas. Destaca la expresión del santo moribundo, con los ojos vueltos hacia arriba en señal de su muerte inminente, reforzada dicha expresión por la policromía de tonos pálidos de su rostro.

En la cueva además se distinguen otras dos esculturas de menor tamaño. La primera, nos muestra a San Francisco Javier orando en la cueva con un libro en sus manos, presentando una iconografía que recuerda a la del fundador de la Compañía de Jesús, San Ignacio de Loyola, en la cueva de Manresa. La otra es de pequeño formato y aparece el santo bautizando a un nativo, como parece mostrar su curioso atuendo, lo cual recuerda su intensa actividad de administrar el Sacramento del Bautismo a los habitantes de los lugares en los que estuvo predicando el Evangelio.

Diego Roldán Serrallonga, escultor sevillano afincado en Jerez desde 1719, nacido hacia 1700 y fallecido en Arcos de la Frontera en 1766, pertenece a una insigne saga de artistas, ya que es nieto de Pedro Roldán, sobrino de la Roldana y primo de Pedro Duque Cornejo. De entre sus obras sobresalen sus trabajos para diversos retablos de Jerez y de otras localidades de su entorno, así como el Cristo de la Vera Cruz de Rota, la Virgen de los Dolores de la Hermandad del Nazareno de Lebrija, estando atribuidas a este autor las dolorosas del Valle y de la Esperanza de Jerez de la Frontera. También se la atribuye la Quinta Angustia que se encuentra igualmente en Santa María de la Mesa de Utrera.

Antonio Rodríguez Babío

Delegado diocesano de Patrimonio Cultural