Archidiócesis de Sevilla

Monseñor Antoni Vadell, obispo auxiliar de Barcelona clausuró con su ponencia, el Congreso Nacional de Laicos celebrado en Madrid del 14 al 16 de febrero, cuyas aportaciones ofrecieron un escenario de futuro inmediato con miras a profundizar en las prioridades que, en un ejercicio de sinodalidad, se pudieron identificar durante el encuentro que albergó a más de dos mil personas de todas las diócesis de España.

Durante la fase preparatoria al Congreso del laicado español y en pleno desarrollo del mismo “hemos vivido una experiencia de sinodalidad que significa caminar juntos. La Iglesia sinodal, gracias al Espíritu Santo, cultiva relaciones, pone en valor la vocación de cada fiel, favorece los carismas y el sentir con la Iglesia, se caracteriza por la comunión. El proceso sinodal que hemos vivido ha estado caracterizado por: la escucha, el discernimiento y la corresponsabilidad y la participación”, reflexionó.

Durante su presentación, monseñor Vadell explicó que la Iglesia nace del misterio de Dios y camina en la historia como pueblo: “este pueblo estaba formado por hombres y mujeres, cristianos que venían del judaísmo y cristianos que provenían también del paganismo, apóstoles y maestros, profetas y diáconos, pastores y fieles. Es un pueblo en salida por expreso mandato de Jesús resucitado».

El obispo auxiliar de Barcelona mencionó que «la Iglesia es Iglesia en salida y, por eso, en toda época la misión renueva a la Iglesia. En esencia la misión consiste en dar vida. ¿Quiénes forman parte de este pueblo misionero y santo? Hombres y mujeres con diversidad de vocaciones, carismas y ministerios”, subrayó.

“En este Congreso estamos sembrando las semillas necesarias para renovarnos y dinamizar el laicado en España; al mismo tiempo, estamos cosechando ya los primeros frutos de los cuales saldrán nuevas semillas de sinodalidad. Para recorrer este camino necesitamos estar abiertos a la conversión pastoral y misionera, comunitaria y personal. La conversión pastoral y misionera exige la implicación de todos, cada uno desde su propia vocación. Finalmente, la conversión exige humildad. Solo podemos ser humildes si reconocemos que nunca estamos totalmente convertidos”, subrayó.

Vocación como camino de santidad

Durante la realización del Congreso se ha insistido en el protagonismo del laicado que brota del don de la vocación laical y se hace concreto en la responsabilidad que toda vocación conlleva.

«Cuando posibilitamos y ejercemos este protagonismo, desarrollamos la sinodalidad. Esta se hace efectiva cuando todos los miembros de la Iglesia ejercen su responsabilidad en ella, según la vocación recibida. Por eso hablamos de corresponsabilidad, que es más que de responsabilidad, porque implica una responsabilidad compartida y ejercida complementariamente», mencionó monseñor Antoni Vadell, obispo auxiliar de Barcelona.

Ruta de actuación para la Archidiócesis de Sevilla

Al respecto, más de medio centenar de laicos procedentes de la Archidiócesis de Sevilla que se dieron cita, al término del Congreso Nacional de Laicos, se mostraron agradecidos por las vivencias, comprometidos a asimilar en cada una de sus realidades pastorales, la dinámica de sinodalidad que propone la Iglesia.

“La Iglesia española ha entrado de manera definitiva en una dinámica de sinodalidad gracias a este Congreso pueblo de Dios en salida. La convivencia en un mismo lugar de obispos, sacerdotes, consagrados, laicos… al encuentro de puntos de mejora, supone un ciclón de esperanza en el futuro de nuestra Madre”, refirió Ramón Simonet, integrante de la Pastoral Juvenil de Sevilla.

“Se ha hecho un esfuerzo muy grande para reunir todas las sensibilidades de la Iglesia en medio de un ambiente increíble y muy sano de querer refrescar y aportar ideas, construyendo todos juntos el futuro».

Por su parte, Miguel Ángel López, miembro del Consejo diocesano de Pastoral y de los equipos de Nuestra Señora hizo un recuento del Congreso en el “hemos vivido la sinodalidad, hemos reído, hemos llorado, hemos sentido a Cristo en la Eucaristía, hemos escuchado testimonios de fe que nos han acercado a Dios desde personas muy sencillas, hemos escuchado a grandes teólogos y a gente humilde, todo esto nos ha enriquecido”.

Ana Capote, supernumeraria del Opus Dei agradeció la posibilidad que le permitió el Congreso Nacional de Laicos de ser consciente de la «fe y la alegría que se respira dentro del seno de la Iglesia», que le ha permitido crear lazos estrechos con laicos de otras diócesis de España «con miras a complementarnos, a compartir, así que nos vamos con la mochila llena de ideas nuevas, de alegría y con intención de volcarla en nuestras diócesis».

Javier Gallego, miembro de la Pastoral Juvenil de Sevilla manifestó que el Congreso Nacional le permitió vivir en primera persona «no sólo el ahora de la Iglesia, sino de lo que nos espera, comprometido y con muchísimas ganas de seguir trabajando en el corazón de la Iglesia».

Por su parte, Esperanza Torralba mencionó que la fiesta del laicado “significará un cambio muy importante porque vamos a poder aunar las opiniones más importantes de muy diferentes ámbitos de todas las diócesis de España, también de edades muy diferentes».

Lo que permitirá a su juicio «sacar rutas de actuación para mejorar, para llevar el Evangelio del Señor a todas las esquinas, proclamando el primer anuncio y el acompañamiento.