Domingo de la tercera semana de Pascua
El evangelio de este domingo tercero de Pascua nos narra el encuentro de Jesús resucitado con los de Emáus y cómo lo reconocieron explicándoles las Escrituras y en la fracción del pan. En días precedentes he hablado dos veces de este encuentro. Hoy dedico esta alocución a invitaros a vivir cada semana en la atmósfera de la resurrección del Señor. El camino es la recuperación del sentido religioso y cristiano del domingo, que en los últimos decenios por desgracia ha perdido buena parte de su sentido cristiano. Hoy ya no se mide el tiempo a partir del domingo concebido como día del Señor, sino a partir del fin de semana, cuyas referencias ya no son religiosas, sino laicas. El alma del calendario, que hasta hace algunos años era fundamentalmente religiosa, hoy es simplemente secular. Su meollo es el ocio.
El domingo es el día primordial de los cristianos, el día del Señor y el señor de los días, el día en que recordamos las maravillas que Dios ha hecho en favor nuestro, la creación del mundo y, sobre todo, la resurrección de Jesucristo y la efusión de su Espíritu.
Cada domingo celebramos este hecho central: Dios resucitó a Jesús, nos resucitará también a nosotros y nos espera en el cielo si creemos en Él e intentamos vivir como discípulos suyos. Es propio del domingo cristiano cultivar esta esperanza, vivir la alegría de sabernos salvados, cesar en los trabajos habituales, descansar en el Señor y encontrar tiempo para orar, para formarnos, participar en la Eucaristía, hacer apostolado, servir a los pobres, visitar a los enfermos, y también para el esparcimiento, la convivencia familiar y el disfrute de la naturaleza, obra de Dios, y de las obras bellas salidas de la mano del hombre.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
0 comentarios
dejar un comentario