Domingo de la cuarta semana de Pascua
Celebramos hoy el domingo del Buen Pastor. El Evangelio nos presenta a Jesucristo como el pastor que llama y reúne a sus ovejas, las conoce por su nombre, las cuida, guía y conduce a frescos pastizales, busca la oveja perdida y da la vida por ella. Él es al mismo tiempo modelo y espejo de los pastores de la grey que Él adquirió con su sangre.
En este domingo, celebramos también la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. En ella se nos recuerda que, en la tarea salvadora que nace del misterio pascual, el Buen Pastor necesita colaboradores para cumplir la misión recibida del Padre y que Él confió a sus apóstoles. A través de humildes instrumentos humanos, el Señor ha de seguir predicando, santificando, perdonando los pecados, sanando las heridas físicas y morales, consolando a los tristes, enseñando a los ignorantes y acompañando a quien se siente solo o abandonado. Son las distintas vocaciones que el Espíritu suscita en su Iglesia, eligiendo a hombres y mujeres para seguir cumpliendo la misión del Buen Pastor al servicio del Pueblo de Dios.
En este domingo damos gracias a Dios por la vocación y el testimonio de tantos sacerdotes y consagrados, que en el ministerio pastoral, en la oración, el trabajo y el silencio del claustro, en el servicio a los pobres y marginados, en el acompañamiento a los enfermos y ancianos y en la escuela católica están gastando generosamente su vida al servicio de Dios y de sus hermanos.
Consciente de que la oración es el alma de la pastoral vocacional, invito a todos los fieles de la Archidiócesis a pedir insistentemente, hoy y todos los días, “al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies”.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
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