Lunes de la quinta semana de Pascua
Ayer domingo celebrábamos la memoria de san Juan de Ávila patrono, modelo, guía e intercesor de los sacerdotes españoles. Nacido en Almodóvar del Campo (Ciudad Real) el 6 de enero de 1500 y muerto en Montilla el 10 de mayo de 1569, estudió en Salamanca y Alcalá y fue ordenado sacerdote en 1526. Sus padres murieron siendo él estudiante. Celebró su primera misa en su memoria en Almodóvar del Campo. Después vendió los cuantiosos bienes que le habían legado sus progenitores como hijo único y repartió el dinero a los pobres, para después dedicarse enteramente a la evangelización, empezando por su mismo pueblo.
Un año más tarde llegó a Sevilla para embarcarse para América como misionero. Mientras llegaba la oportunidad, se dedicó a la predicación en esta ciudad. Cuando todo parecía favorable a su viaje, el arzobispo, Alonso Manrique, que conocía bien el celo pastoral de Avila le ordenó que abandonara su proyecto y evangelizase Andalucía, labor a la que desde entonces se consagró de pleno y por lo que será llamado «Apóstol de Andalucía». Predicó en Sevilla, en Écija, en Alcalá de Guadaíra, en Granada y en Córdoba, entre otras muchas ciudades. Finalmente se retiró a Montilla, donde todavía se respira el aroma de su santidad. Allí se dedicó a la oración, a la dirección espiritual de sacerdotes, religiosas y laicos. Por la inconmensurable riqueza de sus escritos el 7 de octubre de 2012 el papa Benedicto XVI lo proclamó doctor de la Iglesia.
El secreto de su ímpetu evangelizador y de su fuego misionero no fue otro que su amor ardiente a Jesucristo al que trata diariamente en la oración prolongada, manantial de su entrega a la Iglesia y a las almas, que pedimos hoy al Señor para los sacerdotes españoles.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
0 comentarios
dejar un comentario