Acompañamiento pastoral a las personas de orientación homosexual
El sacerdote diocesano Carlos Rodríguez Blanco defendió recientemente su tesis doctoral en la Facultad de Teología San Isidoro, de Sevilla, sobre el acompañamiento pastoral a personas con orientación homosexual.
Durante su intervención expresó cómo el triunfo de la revolución sexual y la implementación de los postulados de la ideología de género, se ha traducido en una mayor vivencia pública de la orientación homosexual.
“Descubrimos, en nuestras comunidades, personas que, viviendo su orientación sexual de forma problemática, no encuentran una ayuda que posibilite un crecimiento a través del acompañamiento desde la propuesta creyente cristiana”.
Rodríguez ha basado su estudio a partir de los postulados de tres autores: G. Van Den Aardweg, J. Nicolosi y R. Cohen, cuya tesis doctoral ha sido dirigida por Juan José Pérez-Soba de la Facultad de Teología Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid, y José Manuel Martínez Guisasola, de la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla, como tutor.
Se entiende, por tanto, “como persona homosexual aquella que es objeto de acompañamiento y que, por tanto, no la reducimos a la orientación sexual, sino que la contemplamos desde la perspectiva integral que es mucho más rica y además comprende el conjunto de significados y potencialidades que encierra la persona desde la que es posible descubrir su dignidad, vocación y misión particular”.
También, prosigue Rodríguez, “hablamos de personas con atracción hacia el mismo sexo para referirnos al elemento fenoménico que permite así englobar las distintas realidades en el que se expresa y manifiesta la homosexualidad y que evita la ideologización inherente a la terminología”.
El magisterio más reciente en el que se aborda la homosexualidad viene a coincidir a la hora de señalar la necesidad de la acogida de las personas homosexuales, revela Rodríguez Blanco. “De ahí que reconozcamos en el acompañamiento un camino a desarrollar”. Así, aborda su exhaustivo estudio refiriéndose a tres documentos: Persona humana, Homosexualitatis problema y el Catecismo de la Iglesia Católica. “Son documentos que introducen la distinción entre tendencia y acto homosexual, lo cual abre un camino a través del cual es posible que la persona se comprenda de manera nueva y, por tanto, como alguien buscada y amada por Dios. Esto es algo que no es posible realizar solo, sino que parece consecuente que sea con la ayuda de un acompañante secundado por la apertura a la gracia”.
Asimismo, “los textos de la Sagrada Escritura analizados revelan la necesidad de redescubrir la sexualidad como un don, ya que es el medio que nos revela nuestra identidad manifestada a través de la diferencia sexual”, añade el autor.
Por tanto, “frente a la tentación reductiva de la emoción y del sentimiento que encierra en el narcisismo, verdadera pandemia pastoral de la Iglesia, el acompañamiento personal y la vocación al amor se presentan como un antídoto eficaz que delinea un camino de crecimiento y desarrollo de la persona, no solo en lo relativo a las personas homosexuales sino al conjunto de los creyentes”, sostiene el investigador.
El arte de esperar
En esta línea, Carlos Rodríguez expone que “ahora más que nunca necesitamos de hombres y mujeres que, desde su experiencia de acompañamiento, conozcan los procesos donde campea la prudencia, la capacidad de comprensión, el arte de esperar, la docilidad al Espíritu, para cuidar entre todos a las ovejas que se nos confían de los lobos que intentan disgregar el rebaño”.
Advierte sobre la necesidad de ejercitarnos en el arte de escuchar, que es más que oír. “Lo primero, en la comunicación con el otro, es la capacidad del corazón que hace posible la proximidad, sin la cual no existe un verdadero encuentro espiritual”.
El acompañamiento, desde esta perspectiva, “tiene como único propósito lograr que la persona se encuentre con Cristo de tal forma que a través de este encuentro sea posible una maduración progresiva e integral en la persona”, subraya.
Proyecto “Déjate acompañar”
Carlos Rodríguez reflexionó en el sexto apartado de su tesis sobre las características de un hipotético proyecto pastoral llamado: “Déjate acompañar” y que está pensado a nivel de una pastoral diocesana. Este proyecto se organiza a partir de objetivos que se desprenden de las disertaciones anteriores: reproponer el acompañamiento como tarea esencial de la Iglesia y vía del cristiano, formar personas que aprendan este arte y puedan aplicarlo después a la realidad concreta de las personas, ofrecer una formación básica sobre la vocación al amor y la antropología adecuada así como, de manera más concreta, de la sexualidad, afectividad y las relaciones familiares. También hacer de las parroquias hogares de acogida ante la debilidad, acercarse a las periferias existenciales que necesitan una mirada creyente y evangélica y, particularmente, a las personas con atracción hacia el mismo sexo y finalmente, ofrecer y, en su caso, desarrollar el acompañamiento a personas con orientación homosexual. “Queda ofrecer el tesoro del acompañamiento a las personas con orientación homosexual que así lo soliciten para poder responder mejor a la iniciativa del Señor”.