Amaltea por el prado
Ávidos, como están, de votos nuestros próceres patrios, no cabe duda de que abierta la veda del votante, cualquier ocurrencia es buena para cazar al ciudadano indefenso y entregado a los despistes de nuestros mañosos políticos. Lo mismo vale inventar la sugerencia imposible del pleno empleo, que repartir el dinero público, de todos y de nadie, a manos llenas como si las arcas estatales fueran el cuerno de la abundancia de la cabra Amaltea: amamantados como nos quieren, con el espejismo de una ninfa efébica que luego en verdad no es más que cabra con un cuerno roto, nuestros políticos lo mismo nos demandan el voto con el silogismo pueril de «que viene el enemigo», como a fuer de administrar el patrimonio ajeno, utilizan el común erario para hacer reparto entre sus filas de prebendas de todo signo en compensación por nuestro esfuerzo de acercarnos la mañana electoral a depositar el papelito en una urna de los horrores. La cabra bala, el burro rebuzna, el lobo aúlla, el cuervo grazna, y los ciudadanos lloran… Ahí tienen a unos regalando hasta 600 euros por familia por nada que hacer, y otros prometiendo incrementar subvenciones, repartir los dineros del cuerno abundante, mágico e inexistente de Amaltea. Carentes de todo sentido de la proporción, sin ideologías ya que sustenten un veraz enfrentamiento, sin un diseño del Estado, sin grandes modificaciones, sin propuestas ni alternativas que los diferencien a unos de otros, el aún distante pero a la vez tan cercano proceso electoral nos va a ofrecer, como tantas otras veces, la verdadera cara desesperada de nuestros políticos mediocres, ansiosos por conservar un escaño, antes que preocuparse por los más ciertos problemas del país. Entre tanto, leo hoy mismo que para hacer frente al periodo de transición entre disolución de las Cortes y resolución de las nuevas Cortes que salgan de estas elecciones, nuestros diputados transitorios tienen derecho a dos meses adicionales de nómina, media de 5.730 euros brutos mensuales y, los que no consigan escaño pueden pedir paga por cese, en torno a 2.813 euros por cada año que hayan sido parlamentarios (por cada año, tal como lo lee usted, sí, cada año).
En el colmo de estas ignominias, nuestros próceres, carentes de ideas, no tienen otra que buscar Tancredos fáciles. La Iglesia, y sus cosas, es un Tancredo fácil porque nuestro Señor Jesucristo nos dejó establecido aquello de poner la otra mejilla, y también porque en un país como España, donde el anticlericalismo goza de suma tradición histórica y alimenta posiciones de gente con escasa cultura e información, es cómodo tirar sin apuntar contra «los curas», «la jerarquía», «la religión» o contra el cardenal de turno, como si todos fuéramos cardenales, como si la Iglesia fuera no más que esa jerarquía extraña, inexistente en verdad, que se apoltrona en tronos dorados y vive en palacios apartados de la realidad. Esta batalla por las clases de religión no es más que eso: el ínfimo argumento de un líder sin liderazgo alguno para captar a un sector de su izquierda, cada día más radical, que carente de otras motivaciones, cree que los problemas reales de nuestro país se solucionan disparando al más débil. No voy a afinar más este análisis porque no requiere mucho más, es decir, lo de las clases de religión de estos días es un debate recurrente, que sale y vuelve a salir siempre que en ese sector patrio faltan las ideas y las soluciones. La legislatura de Zapatero ya dio múltiples muestras de esas carencias, con lo cual estamos no más en un ciclo reiterativo de la ausencia de ideas, de la carencia de soluciones, de la inexistencia de alternativas y de la pobreza de un modelo de Estado que, si ustedes lo analizan con los programas electorales en las manos, verán que en verdad no existe. Entre tanto, a vueltas con la Educación, seguiremos atizando donde no duele para no solucionar donde está doliendo: como ya he escrito antes aquí, nuestra Educación seguirá carente de valores fundamentales, de sustentos para una generación tras otra, de principios con los que motivar a nuestros jóvenes y sufriendo, casi herida de muerte, los avatares penitenciales de los políticos de turno, otrora LGE, LOECE, LODE, LOPEG, LOCE. LOE y LOMCE, es decir, siete leyes educativas en treinta y tantos años de Democracia que han ido empeorando de mal en peor el panorama cultural y formativo de nuestro pobre país.
La cabra bala, el burro rebuzna, el lobo aúlla, el cuervo grazna, los ciudadanos lloran… y Amaltea sigue pastando por el prado.
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