Año de la Oración | Cristo Resucitado, en la Parroquia de Nuestra Señora de las Huertas (La Puebla de los Infantes)
Celebramos la Pascua del Señor, el acontecimiento central de nuestra fe: Cristo verdaderamente ha resucitado, y por ello tienen sentido la esperanza, la alegría y el amor. Así lo proclama esta interesante imagen del Resucitado que se encuentra en la Parroquia de Nuestra Señora de las Huertas de la Puebla de los Infantes.
La imagen pertenece a la Hermandad de la Vera Cruz de esta localidad de la Sierra Norte y procesiona en la mañana del Domingo de Resurrección. De autor anónimo, diversas interpretaciones han pretendido vincular esta escultura con algún discípulo del taller de Martínez Montañés. Lo que sí parece claro es que esta imagen, de tamaño académico, se puede fechar en el siglo XVII, presentando formas cercanas al manierismo. Así, muestra un elegante contrapposto, al presentar la pierna izquierda ligeramente flexionada más adelantada que la derecha, lo que provoca un giro de la cadera, reforzado por la distinta posición de los brazos: mientras que el derecho se eleva hacia lo alto, señalando el cielo con gesto de triunfo, el izquierdo se dirige hacia abajo y sostiene un lábaro, símbolo igualmente de la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte y cuyo origen iconográfico se vincula con la insignia de la cruz de Cristo con la que el emperador Constantino consiguió la victoria sobre Majencio en la batalla del Ponte Milvio en el año 312, tras haber tenido una visión de la cruz con la inscripción “In hoc signo vinces”, con este signo vencerás.
Reforzando esta idea de victoria sobre la muerte, el cuerpo del Resucitado apenas presenta signos de la pasión, ni heridas ni sangre, mostrando levemente las llagas de pies y manos, así como del costado. Destaca especialmente en todo el conjunto su cuidada anatomía y el modelado suave.
La contemplación de Cristo Resucitado nos debe hacer caer en la cuenta de que, como señala Isaac de Nínive (siglo VII), “el mayor pecado es no creer en la fuerza de la Resurrección”, esa fuerza que llena de sentido y esperanza nuestros momentos de dolor y sufrimiento. Por ello, el papa Francisco en la Evangelii Gaudium nos recuerda que la Resurrección de Cristo “no es algo del pasado, entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable”. Así, nuestra tarea de cristianos es saber reconocer esos brotes de la resurrección en medio de nuestro mundo y eso sólo lo conseguiremos por medio de la oración, que en este tiempo de Pascua nos debe hacer convertirnos nosotros mismos en signos y brotes de la vida que surge de la Resurrección de Cristo, para que por medio de nuestra caridad y nuestra actitud de servicio cooperemos en la misión de transformar la realidad para hacerla cada vez más semejante al Reino anunciado por Jesús.
Antonio R. Babío
Delegado diocesano de Patrimonio
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