Archidiócesis de Sevilla

La oración ante Jesús Sacramentado se nos ofrece, en este Año de la Oración, como una oportunidad única de encuentro con Cristo que por amor dio su vida por nosotros y por amor nos dejó su presencia real para siempre con nosotros, de manera que nunca nos sintamos solos. Así se manifiesta en la Capilla de San Onofre, en la céntrica Plaza Nueva, siempre abierta para acogernos y llenarnos de la paz que sólo Cristo puede darnos.

Esta pequeña Capilla, también llamada de las Ánimas, formó parte del Convento Casa Grande de San Francisco y fue erigida en 1520. Presenta una sola nave cubierta con una bóveda de medio cañón con arcos fajones y lunetos. Preside el espacio el retablo mayor, ejecutado entre 1678 y 1682 por Bernardo Simón de Pineda, vinculándose según algunos autores las esculturas que presenta con la producción del taller de Pedro Roldán. Se destacan por su calidad las imágenes de ángeles y cabezas de querubines que se disponen en varias zonas del retablo.

En el banco del retablo aparecen dos relieves de San Francisco de Asís y San Lorenzo, que flanquean el relieve que ocupa el centro y que representa a las Ánimas Benditas, en alusión a una Hermandad de este título que radicaba en esta Capilla.

El espacio central del primer cuerpo, delimitado por cuatro columnas salomónicas, está ocupado por una imagen de la Inmaculada Concepción, que aparece enmarcada por un arco formado por cabezas de ángeles. La imagen mariana presenta gran belleza y unción, y sus manos unidas en oración y su mirada baja que parece dirigir a la Custodia que está en el altar, son una invitación permanente a vivir adorando al Señor como Ella.

En las calles laterales, a ambos lados de este cuerpo central, figuran dos magníficas esculturas de San Hermenegildo y San Fernando, mientras que el ático aparece ocupado por otro relieve que muestra la escena de la Circuncisión del Niño Jesús, coronándose todo el conjunto por la imagen de Dios Padre.

Ante este hermoso retablo se dispone sobre la mesa de altar la custodia con el Santísimo Sacramento que se ofrece a la adoración de los fieles las 24 horas, todos los días del año. Es verdaderamente un testimonio de la cercanía, disponibilidad y amor del Señor que nos ofrece la oportunidad de acercarnos a Él a cualquier hora y en cualquier momento. La puerta siempre abierta de esta Capilla es, sin duda, signo de la misericordia del Señor, que siempre está esperando que volvamos a Él, y es signo elocuente de que Jesús está permanentemente esperando que nos acerquemos y confiemos en Él.

En esta Capilla, como nos dice el Papa Francisco, “conocemos el rostro de Jesús estando cara a cara con Él: al adorar descubrimos que la vida cristiana es una historia de amor con Dios y le damos la oportunidad de transformarnos con su amor”.

Antonio R. Babío

Delegado diocesano de Patrimonio Cultural