APASCIDE, una oportunidad de llevar la alegría a las personas sordociegas
El tercer domingo de Adviento es llamado “domingo de gaudete”, o de la alegría, por la primera palabra del introito de la Misa: Gaudete, es decir, regocíjense. Con motivo de este día hemos querido hacer un repaso por algunos proyectos o realidades diocesanas que a pesar de las dificultades –más en este tiempo de pandemia- proporcionan alegría y esperanza a cientos de personas en la Archidiócesis.
Un ejemplo de ello es APASCIDE, la Asociación Española de Familias de Personas con Sordocerguera, cuyo único centro residencial de España está en Sevilla.
Precisamente la Campaña de Navidad de este año de la Pastoral Universitaria ha estado destinada a esta asociación. Su elección “surgió en el Congreso Nacional de Laicos celebrado en Madrid el pasado mes de febrero, donde algunos jóvenes del SARUS conocieron a la presidenta de APASCIDE, Dolores Romero”, explica Pablo Guija, delegado diocesano de la Pastoral Universitaria. Su testimonio y la labor que desarrollan en el centro Santa Ángela de la Cruz les impresionó y “entendimos que realmente necesitan mucha ayuda económica y una gran difusión que dé a conocer el proyecto”. No en vano, el objeto de la campaña de Navidad de esta Pastoral es “sensibilizar a la comunidad universitaria acerca de una realidad que requiere de nuestra oración y nuestro compromiso. En la dimensión profética estamos llamados a denunciar la injustica y anunciar la esperanza. En este caso, aunque hay personas sordociegas que viven muy limitadas, hay otras muchas que están detrás colaborando con ellas para permitir su comunicación y su integración en la sociedad”.
La solución de sus vidas
“Actualmente contamos con 26 residentes en el Centro Santa Ángela de la Cruz y 13 personas en el Centro de Día -apunta Dolores Romero, presidenta de APASCIDE-. Casi todos son sordociegos, pero también tenemos algunas personas con discapacidad sensorial a lo que se suman otros síndromes o problemas de comportamiento”.
El perfil es mayoritariamente joven, aunque algunos residentes alcanzan los 60 años, y es que cuando entran, esta casa se convierte en su hogar. “Es la solución de sus vidas”, asegura Romero. La mayoría provienen de Andalucía, pero también hay tres usuarios de Castila- La Mancha, tres de la Comunidad de Madrid y una persona de Extremadura.
Vengan de donde vengan, son personas cuyas vidas no son fáciles, y que, pese a la implicación familiar, requieren de unos cuidados y atenciones que solo un centro de estas características puede ofrecerles. Las cifras hablan por sí solas: el centro necesita a más de 60 profesionales (entre educadores, cuidadores, mediadores, personal de administración y servicio doméstico) para ofrecer un servicio de calidad a estas personas. Esto supone “la mayor carga presupuestaria del centro, y año tras año no sabemos si podremos asumirlo”, lamenta su presidenta. Pese a ello, reconoce que confían en la Providencia y que “los últimos días de diciembre suelen ser tremendos: hay veces que nos llegan donaciones inesperadas, o nos dejan un legado; nos ha tocado la lotería en tres ocasiones –una cantidad no muy grande pero suficiente para cubrir los gastos-; o nos han dado un premio por valor del dinero que nos hacía falta”. Por eso, Dolores Romero sabe que Dios no suelta la mano del Centro Santa Ángela de la Cruz y que les proporciona ayuda a través de sus colaboradores y benefactores. Al respecto, indica que “los donativos suponen entre el 20 y el 25 % del total del presupuesto del centro y que el año pasado sobrepasaron los 400.000 mil euros”, una cifra por la que se muestra sinceramente agradecida. “En cambio, este 2020 hemos experimentado un descenso de los donativos a causa de la pandemia, pero iniciativas como la de la Pastoral Universitaria (que ha recaudado casi 2.000 euros a beneficio de la asociación en apenas una semana) nos ayudan a seguir adelante”. Por eso, hace un llamamiento a la solidaridad y la generosidad de la Iglesia en Sevilla, e invita a hacer honor a este tercer domingo de Adviento llevando la alegría a todas las personas sordociegas que necesitan del centro de APASCIDE para gozar de una vida digna y feliz.
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