Ballerina
Pasión por la danza
De Francia nos llega esta divertida y elegante, alocada y romántica película de animación. Este ‘cóctel’ de calificativos puede dar una idea del tipo de cinta que el público –niños, adolescentes y adultos‑ se va a encontrar. Porque en “Ballerina”, dirigida por Éric Warin, Éric Summer, el ballet dialoga con el baile popular, la melodía clásica con la música moderna, y el vestuario de época con el diseño juvenil. Unas opciones pensadas para atraer a espectadores de todas las edades.
Con unos dibujos de notable factura, un guión a tres manos con pequeñas dosis de las novelas Dickens y del cine de Disney, y la música de Klaus Badelt, “Ballerina” ha conseguido conquistar a varios millones de franceses y de momento lleva cosechados en España más de 4 millones de euros en taquilla. Y aunque la historia no es muy original, los autores han sabido mezclar bien los ingredientes argumentales: sueños de grandeza, riesgo, vida apasionada, bondad, generosidad, compañerismo, un poco de villanía y mucho amor.
La decisión de situar la acción en el París de finales de la década de 1800 permite a los diseñadores presentarnos una ciudad en pleno desarrollo, con una inacabada Torre Eiffel, una Estatua de la Libertad a punto de ser regalada a los Estados Unidos y, naturalmente, el Teatro de la ópera de París, donde la protagonista desea bailar. Pero Felicia, que así se llama, no lo tiene fácil porque vive en un orfanato. Un día se escapa con Víctor, otro huérfano con sueños de inventor, y llegan a París. ¿Lograrán triunfar?
Con numerosos gags orientados hacia los más pequeños, que exigen olvidarse de toda lógica –golpes, caídas, saltos imposibles, casualidades improbables…‑, y escenas en las que los personajes adultos ejercen de mentores o de aguafiestas, el filme toma un ritmo vertiginoso hasta su predecible y deseado final feliz. La verdad es que Felicia y Víctor forman una pareja encantadora: decididos, optimistas, descomplicados, con sentido de humor… También hay que alabar la definición de varios de los secundarios adultos. Unos modelos positivos que invitan al coloquio y a la emulación.
Juan Jesús de Cózar
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