Archidiócesis de Sevilla

El belenismo sale de los hogares y de no pocos escaparates de nuestros pueblos y ciudades para reivindicar un reconocimiento oficial, un marchamo de autenticidad entre la vorágine de modas importadas con mayor o menor éxito. Es lo que se desprende de la petición realizada a la Unesco para que reconozca esta cultura, esta tradición, como patrimonio inmaterial de la humanidad.

El puente de la Inmaculada (de la Purísima en el acervo popular sevillano) marca la apertura de los belenes, misterios o nacimientos que se exponen tanto en los hogares como en instituciones, comercios y empresas. Esta fecha está marcada en la agenda de todos los artesanos y aficionados belenistas, un gremio que cuenta con “numerosos referentes de esta variante artística entre nosotros”, según destaca Juan José Morillas, presidente de la Asociación de Belenistas de Sevilla.

Esta disciplina, que debe su origen a la iniciativa de los primeros franciscanos, se introduce en los hogares sevillanos a comienzos del siglo XIX. Con anterioridad, para contemplar los belenes había que visitar los conventos y monasterios, donde se custodiaban conjuntos artísticos más antiguos. Con la cautela que conlleva una afirmación de este tipo, podemos fechar el auge de la tradición belenística sevillana a principios del siglo XX. El uso del corcho y, posteriormente, del porexpán (corcho comprimido) extiende esta disciplina al nivel de un aficionado que va extendiendo el misterio básico a composiciones que llegan a ocupar estancias enteras y que precisan meses de un trabajo que sólo ve la luz en el tiempo del Adviento.

Una tarea que ocupa todo el año

“Un belenista, un maestro belenista, comienza a diseñar el siguiente belén nada más retirar el anterior”, apunta Juan José Morillas. Nos situamos tras la fiesta de la Epifanía, en el caso de los públicos, o coincidiendo con la Candelaria, el 2 de febrero, en los hogares. Son días de estudio, de planteamiento sobre el papel y de borradores que se van sucediendo hasta que cobra cuerpo una nueva idea. Si bien en el caso de los belenes más modestos ese ritual preparatorio se limita a desempolvar una caja procedente de algún altillo o pasar revista a las piezas que puedan haberse dañado en ese trasiego, los artesanos belenistas pueden llegar a emplear todo el año en una afición que suele robar buena parte del tiempo reservado para el ocio y el descanso.

La reciente celebración del Congreso Nacional de Belenistas evidenció la buena salud de esta tradición en muchas provincias, siendo Sevilla, Córdoba o Cádiz tres de las que mejor han sabido conservar este legado. “En Sevilla estamos viviendo un momento brillante, tanto por el número y la calidad de los artistas como por la creciente proliferación de belenes, tanto en el seno de los hogares como en locales públicos”, afirma Morillas, que une a su responsabilidad local la presidencia de la Federación Andaluza de Belenistas.

Destacados belenistas sevillanos

En la actualidad destacan trece artistas sevillanos con obras que pueden contemplarse cada año en diversas instituciones y locales comerciales que prestan sus instalaciones para la exposición de estas joyas. Entre ellos Manuel Fernández, con el belén egipcio que se podrá visitar en la Sala Capitular Baja del Ayuntamiento; Fernando Aguado, autor del que se expone en el Apeadero del Consistorio; José Ángel Oviedo, en la Hermandad de la Mortaja; o José Ángel García, que ha realizado el que CEU Andalucía y COPE Sevilla han montado en la sede de Caja Rural del Sur. Este año, además, llama la atención una propuesta innovadora que se podrá contemplar en la iglesia de la Anunciación, con dioramas de todas las asociaciones de belenistas de Andalucía.

En el caso de Sevilla, llama la atención el empuje que está teniendo esta modalidad en un sector joven de artistas y aficionados, “lo que nos lleva a pensar en un futuro esperanzador para el belén”, afirma el presidente de una asociación creada en 1978 y que agrupa a unos 150 belenistas en Sevilla. La asociación tiene su cuota en este auge, entre otros motivos por los talleres que organiza para personas que desean adentrarse en esta disciplina artística, o la intensa actividad que lleva a cabo para el fomento de esta tradición. La edición del cartel y el pregón de la Navidad, que recaen este año en José María Cerezal y Juan Manuel Labrador, respectivamente, o la guía de la ruta artística de belenes, son tres hitos de esta labor de sensibilización que lleva a cabo la asociación. Igualmente, destaca el papel que desempeña la Asociación de Comerciantes del Belén, ACOBE, que cada año organiza la Feria del Belén entre la Catedral y el Archivo de Indias.

Del maestro a la cantera

Andalucía Occidental, y en concreto Sevilla, resiste “con tranquilidad” a la posible colonización de modas importadas de otras culturas, hasta el punto que se ha llegado a establecer una clasificación del belén en función de los materiales, figuras utilizadas o fórmula elegida para su exposición. El más habitual entre nosotros es el hebrero o artístico, cuyas edificaciones se construyen con corcho y que suelen presentarse dentro de una embocadura. La perspectiva o los cambios de iluminación son aspectos que, a juicio de Juan José Morillas, no debe dejar de lado un buen belenista. Pero la cantera se empieza a cuidar con esos ríos improvisados con papel de aluminio junto al que unas manos inocentes colocan cada año a una lavandera que se afana en su labor, mientras una bandada de patos asiste al misterio del nacimiento del Salvador.

Todo sea por la transmisión de una cultura que va más allá de su valor patrimonial. En pocos casos como en este encontramos exponentes más evidentes de esa cultura, de esa tradición, que custodia, cultiva y propaga la fe. Es el anuncio de la Navidad, un anuncio más si se quiere, pero el que se hace visible en miles de hogares con la implicación de varias generaciones.