Cada día es 8 de marzo en el programa ONNA de las Adoratrices
El 8 de marzo se celebra el Día de la Mujer, una cita que reivindica año tras año su participación en la sociedad y lucha por la igualdad de derechos y dignidad entre hombres y mujeres.
La Iglesia promueve la erradicación de esa injusticia a través de numerosos proyectos y acciones que tienen como fin el desarrollo social, educativo y laboral de la mujer. Lo hace mediante multitud de instituciones o entidades, desde Cáritas a Manos Unidas, pasando por proyectos diocesanos o congregaciones cuya misión es, precisamente, la promoción femenina.
Es el caso de las religiosas Adoratrices, con una comunidad formada por cuatro hermanas en la Archidiócesis de Sevilla que, junto a un grupo de profesionales y voluntarios, desarrollan el programa ONNA de ayuda a mujeres víctimas de trata y procedentes de contextos de prostitución.
Este programa se divide en cuatro proyectos–explica Nuria López, psicóloga de ONNA Adoratrices desde el año 2012: Casa de acogida Dámaris, Proyecto Betuel, Centro Escucha a la Mujer y Proyecto de sensibilización social ‘Mírame’.
El primero, Dámaris, consta de 12 plazas y se configura como un recurso de acogida y acompañamiento, de atención personalizada e integral para mujeres provenientes de contextos de prostitución, trata con fines de explotación sexual, así como en grave riesgo de exclusión social. En cuanto a Betuel, es un paso más en la autonomía de las mujeres acogidas, ya que ofrece un espacio de alojamiento (4 plazas) al que acceden mujeres que tienen un trabajo, pero siguen siendo asistidas desde el Programa.
Por otra parte, el Centro de Escucha procura “una atención integral a mujeres que, por sus circunstancias particulares, no necesitan de acogida, pero sí de otro tipo de ayudas: inserción laboral, jurídica, formación a través de talleres, asistencia psicológica, etc.”.
Finalmente, el Proyecto ‘Mírame’ persigue sensibilizar a la sociedad acerca del tema de la trata y explotación sexual, así como dar difusión pública de los recursos y atención a las víctimas. Y lo hacen “mediante todos los medios que se nos presenten: dar charlas en centros educativos, participar en congresos y foros, a través de los medios de comunicación o en colaboración estrecha con la Delegación de Migraciones”. No en vano, las Adoratrices, y concretamente el Programa ONNA, es un referente en la diócesis contra la trata de personas y participan activamente con esta Pastoral diocesana en todas las actividades relacionadas.
Como una familia
59 son las vidas que el Programa ONNA ha cambiado –a mejor- durante el 2020. 59 mujeres atendidas que han encontrado un hogar y una familia entre los recursos de las Adoratrices.
“Se trata de mujeres jóvenes migrantes, en su mayoría menores de 35 años, víctimas de trata o de prostitución, que llegan a nuestra casa derivadas por la Policía tras desarticular la red en la que estaban sometidas”, señala López.
El itinerario de estas chicas al llegar junto a las Adoratrices nunca es el mismo, ya que la atención es “siempre personalizada e integral. No ponemos tiempos, sino que acompañamos en el proceso de inserción de cada mujer”.
De este modo, reciben una atención dividida en cinco áreas: física, “especialmente importante cuando llegan a la casa de acogida, porque muchas provienen de situaciones de explotación muy duras o tienen alguna enfermedad”; psicológica, administrativa, socioeducativa y laboral. “Las dos últimas áreas van unidas porque normalmente lo primero que hace la chica cuando llega –si desconoce el idioma- es participar en los talleres de español. Luego iniciamos un itinerario personalizado con cursos prelaborales a partir de sus gustos y pasiones, de aquello que se le da bien”.
Este proceso, apunta López, es largo. A algunas mujeres les lleva varios meses, “y otras jóvenes han llegado a pasar dos años en la casa”. Y aunque luego se independicen, explica, siempre intentamos mantener el contacto con todas: “Para ellas constituye una familia que se preocupa por ti, que te valora. Es normal porque conviven con las hermanas 24 horas y ven a diario al personal que estamos con ellas. Se sienten seguras, felices y muy agradecidas”.
Aún queda mucho por hacer
Como era de esperar, la pandemia provocada por el coronavirus también ha afectado a los proyectos de las Adoratrices en Sevilla.
Según comenta la psicóloga del programa, “la trata ha seguido existiendo durante toda la pandemia, no en vano, es una actividad clandestina a la que el confinamiento no afecta. Igualmente, hemos experimentado en la atención no residencial que muchas mujeres que ya se habían reinsertado han visto empeorada considerablemente su situación a raíz de la pandemia (se han quedado en paro, no podían pagar el alquiler, no sabían a qué ayudas recurrir…). Esto ha aumentado su vulnerabilidad y algunas han recaído nuevamente en contextos de prostitución o trata”.
Pese a este mal dato, Nuria López se muestra tímidamente optimista en cuanto a la concienciación social sobre este tema: “Algo se ha avanzado, porque la sociedad está empezando a conocer de qué va el negocio, pero aún queda muchísimo por hacer”. En esta línea, denuncia que haya corrientes que identifiquen la prostitución como una forma de liberación de la mujer o que las víctimas de trata no puedan acceder a las ayudas por violencia de género.
Por ello, la acción de las Adoratrices a favor de las mujeres es incansable. “Su misión –concluye López- es la liberación de la mujer, empoderarlas, incentivar sus procesos…Y esto se hace todos los días. Por eso aquí cada día es 8 de marzo, porque luchamos a diario por sus derechos y por mejorar su situación”.