Carta del arzobispo con motivo de la Beatificación de Juan Pablo II
A todos los sacerdotes y diáconos, consagrados, seminaristas y laicos de nuestra Archidiócesis.
Queridos hermanos y hermanas:
Como bien sabéis el próximo día 1 de mayo el Papa Benedicto XVI beatificará en la Plaza de San Pedro a nuestro querido y siempre recordado Santo Padre Juan Pablo II.
Tanto el Arzobispo como el Obispo Auxiliar estaremos presentes en la ceremonia si Dios quiere, representando a toda la Archidiócesis. Todos sois conscientes de lo que el Papa Juan Pablo II ha significado para la Iglesia y para el mundo en su largo pontificado, y también de lo que ha significado en la vida de tantos cristianos y de muchísimos sacerdotes, por su riquísima doctrina, su amor a Jesucristo y a la Iglesia y su entrega incansable en el anuncio de Jesucristo a nuestro mundo en sus innumerables viajes apostólicos, que están en la memoria de todos.
Por todo ello, os convocamos a una Eucaristía de acción de gracias que tendrá lugar el domingo 15 de mayo, a las ocho de la tarde, en la S. I. Catedral de Sevilla. Deseamos que participéis masivamente en la concelebración eucarística y que animéis a vuestros fieles a venir a la Catedral. El acto, que deberá tener una dimensión verdaderamente diocesana, nos ayudará a todos a crecer como familia de Dios y familia diocesana, uno de los objetivos de nuestro Plan Pastoral.
A todos os esperamos, aunque tengáis que hacer un esfuerzo extraordinario. La figura de Juan Pablo II tiene una especial significación para nuestra Archidiócesis, que visitó en dos ocasiones: la primera para beatificar a Santa Ángela de la Cruz, y la segunda para presidir el Congreso Eucarístico Internacional. Fue él también quien canonizó a Santa Ángela, tan querida por todos los sevillanos.
Con la esperanza de poder encontrarnos con vosotros, os enviamos un abrazo fraterno y nuestra bendición más cordial.
Afmos. en el Señor.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
+ Santiago Gómez Sierra
Obispo Auxiliar de Sevilla
(Foto: Juan Pablo II en la Catedral de Sevilla, durante su segunda visita a la Archidiócesis, en 1993).