Un familiar a quien hemos herido, un compañero que nos ha calumniado, un vecino que nos hace la vida imposible… La experiencia de haber sido ofendido, y, también, la de haber hecho daño a otros, es universal; tanto como difícil nos resulta en ocasiones pedir perdón o darlo.
Tal como explica la psicóloga Elena Sánchez Chamizo, experta en terapia del perdón, “la rabia, la ira o la hiperculpabilidad que surgen tras una ofensa pueden robarnos la paz, generar ansiedad e, incluso, conducirnos a una depresión”. Sin embargo, con el arrepentimiento y el perdón, nuestra vida puede dar un giro de 180 grados.