Mucho se habla hoy en día de la igualdad entre hombres y mujeres. Y ciertamente somos iguales; iguales en dignidad. Pero tenemos evidentes diferencias en lo físico y, de la mano de ellas, también en lo psicológico y en la manera de vivir y expresar la afectividad. Esas diferencias permiten la complementariedad, y son fuente de riqueza y crecimiento. Además, reconocer las diferencias que tenemos, nos ayudará a entender a nuestro cónyuge, y nos facilitará superar los problemas de comunicación y diálogo que surgen en los matrimonios. En el siguiente artículo se explican las diferencias, y cómo las mismas nos llevan a la donación plena en el matrimonio.