¿Y POR QUÉ HAY QUE APRENDER A DISCUTIR? Siendo realistas, hay que reconocer que las discusiones son un ingrediente habitual en las relaciones matrimoniales. Y esto en sí no es malo. Viene del hecho de que tenemos puntos de vista diferentes sobre una misma cuestión: “Toda discusión nace desde una perspectiva constructiva, realmente es el intercambio de puntos de vista diferentes sobre alguna situación, y esto es un hecho enriquecedor de por sí, ya que nos permite conocer otras maneras de interpretar las cosas que experimentamos, compararlas y obtener aprendizajes.”
Pero la discusión se puede convertir en algo muy dañino para la relación si no sabemos llevarla adecuadamente, si entramos en el terreno de las descalificaciones y los reproches. La comunicación es esencial en el matrimonio, y hay que cuidarla. Muchos problemas de los matrimonios derivan de una mala comunicación. Por eso los matrimonios de acogida y los profesionales de los Centros de Orientación Familiar de Sevilla ofrecen de forma gratuita su apoyo para acompañar al matrimonio en la tarea de recuperar una comunicación sana y, desde esa base, reconstruir y avanzar.
Las vacaciones de verano pueden ser una fuente de discusiones. Son muchas las decisiones que hay que tomar, y los puntos de vista pueden diferir: campo o playa, tu familia o la mía, horarios de salidas de los hijos, maletas, etc. Nos puede venir bien leer unos consejos sobre cómo tener una discusión en modo sano, y recordar que hombres y mujeres tienen diferentes manera de afrontar la discusión. Puedes leer más en el siguiente artículo de Hacer Familia.