Con la Virgen del Pilar, caminemos en esperanza
El pasado mes de julio participé en la peregrinación que organizó la delegación diocesana de pastoral con jóvenes a la Basílica de Ntra. Sra. del Pilar. Esta peregrinación con los jóvenes de nuestra archidiócesis de Sevilla tuvo como meta el Santuario de Lourdes pasando por Loyola. Delante de la Virgen del Pilar pude postrarme junto a los jóvenes y rezar por toda la archidiócesis de Sevilla. La tradición nos narra como el apóstol Santiago, encontrándose desanimado por las muchas dificultades que vivía mientras evangelizaba España pidió una señal. Fue entonces cuando se le apareció la Santísima Virgen María —que todavía vivía en carne mortal— de pie, sobre un pilar de mármol. Ella alentó al Apóstol y le pidió que se le construyese allí una iglesia, con el altar entorno al pilar donde estaba de pie, prometiéndole que permanecería en ese sitio hasta el fin de los tiempos sosteniendo a cuantos la implorasen en sus necesidades. Cuando hacemos memoria de los comienzos de la evangelización en nuestra tierra descubrimos que la presencia maternal y alentadora de la Virgen desde los años 40 d.C. es siempre ocasión para renovar la llamada personal que el Señor nos hizo el día de nuestro bautismo a ser sus discípulos misioneros. Recientemente el Papa Francisco publicó el mensaje para la XXXIX Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar el 24 de noviembre de 2024, Solemnidad de Cristo Rey. El tema del mensaje parte de este versículo bíblico: Los que esperan en el Señor caminan sin cansarse (cf. Is 40,31). Ante las dificultades de la evangelización y el mundo que vivimos, todos podemos sentir la tentación del cansancio. El Papa alerta de “ese estado de apatía e insatisfacción de quien no se involucra en nada, no se decide, no elige, nunca arriesga y prefiere permanecer en su zona de confort, encerrado en sí mismo, viendo y juzgando el mundo detrás de una pantalla, sin jamás “ensuciarse las manos” con los problemas, con los demás, con la vida.” Y sin dudarlo el Papa Francisco reacciona diciendo: “¡Prefiero el cansancio de quien está en camino que el hastío de quien permanece detenido y sin deseo de caminar! La solución al cansancio, paradójicamente, no es detenerse a descansar. Es más bien ponerse en camino y volverse peregrinos de esperanza. Esta es mi exhortación: ¡caminen en la esperanza!”. La esperanza a la que nos exhorta el Papa es un regalo que recibimos de Dios mismo y es capaz de vencer todo cansancio, toda crisis y toda ansiedad, dándonos una fuerte motivación para seguir adelante. La Virgen María estaba de pie sobre el pilar y con su presencia se convirtió en el faro luminoso frente a las dificultades del Apóstol. Como señala en tantas ocasiones el Papa, el modo de “caminar siempre deprisa” de la Virgen, recordando la visita a su prima Isabel, se convierte en la mejor escuela de evangelización para estos tiempos. Cuando nos acercamos a María descubrimos la maternidad en camino, la santidad que va siempre deprisa, la urgencia en el servicio al prójimo que descifra cómo es el ardor y el fuego del apóstol que camina en esperanza. La Virgen del Pilar como es Madre y Patrona de la Hispanidad, nos alienta a caminar con esperanza celebrando la belleza de la fe en España y en todos los pueblos de América que invocan a María en multitud de santuarios y en sus grandes advocaciones. La Hispanidad se convierte en la mejor expresión de la fraternidad de la Iglesia, un pueblo que camina en fe y esperanza. Desde su pilar, Ella es siempre estrella de la evangelización como la invocaba San Juan Pablo II. Concluyo con esta oración del cardenal Parolin: “Virgen Santa del Pilar: aumenta nuestra fe, consolida nuestra esperanza, aviva nuestra caridad. Socorre a los que padecen desgracias, a los que sufren soledad, ignorancia, hambre o las terribles consecuencias de la guerra. Protege a España entera y asiste maternalmente, oh Madre celestial, a cuantos te invocan como Patrona de la Hispanidad. Así sea”.
+ José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla