CONFER con los refugiados
Con motivo del día mundial del refugiado, celebrado ayer 20 de junio, CONFER (Conferencia Española de Religiosos) ha emitido un manifiesto en el que analiza las interpelaciones que este tipo de migraciones forzadas están arrojando a la vida religiosa.
Comienza su comunicado recordando las palabras del papa Francisco en el Centro Astalli, en septiembre de 2013, cuando invitó a las comunidades de religiosos y religiosas a acoger a “la carne de Cristo” en los conventos y casas vacías. Como consecuencia, CONFER, que ya venía haciendo un trabajo conjunto con las diferentes entidades eclesiales en el marco de la Red Intraeclesial de Migraciones, intensificó sus labores de coordinación con el Secretariado de Migraciones de la Conferencia Episcopal, Cáritas Española y con Justicia y Paz, para dar una respuesta unificada ante esta necesidad. De esta coordinación surgió el marco ‘Hospitalidad + Dignidad=#MigrantesConDerechos’, que pretende establecer acciones en red.
La primera tarea de este marco fue preparar los pueblos y ciudades como “lugares propicios y cálidos para la integración de las personas migrantes y refugiadas”, comenzando por aquellos inmigrantes que “llevan años entre nosotros”.
En el comunicado CONFER asegura que “la Iglesia no debería suplir las funciones que le corresponden a las administraciones públicas”, sino que su misión es “contribuir a la construcción a medio y largo plazo de un tejido social intercultural, donde la diversidad sea acogida como riqueza y oportunidad”.
Desafíos
CONFER también destaca varios desafíos a los que se enfrentan las comunidades de religiosos y religiosas. Por una parte, la necesidad de denunciar las causas de esta grave crisis humanitaria. En esta línea, desde La Red Intraeclesial Migrantes con Derechos se ha llevado a cabo una campaña de recogida de firmas contra el acuerdo de la Unión Europea con Turquía que legitima las expulsiones de personas necesitadas de protección internacional. Por otro lado, “uno de los retos mayores que tenemos como Iglesia es el de no realizar distinción entre personas, ni mucho menos favorecer el establecimiento de categorías”, es decir, no distinguir entre refugiados y migrantes. “Como comunidad cristiana hemos de trabajar desde una perspectiva de derechos y nuestra acogida ha de ir más allá de la jurisprudencia”. Igualmente, recuerdan que aunque los medios destaquen la crisis vivida en la frontera este, en la frontera sur “siguen ocurriendo vulneraciones de derechos humanos que es importante visibilizar y denunciar, como las expulsiones sumarias”. En este sentido, “el trabajo conjunto de Iglesia viene a reforzar un mensaje común de defensa de los derechos humanos”. Por último, CONFER resalta la necesidad de trabajar también en los países de origen de las personas migrantes, así como en los países de tránsito, “siempre y cuando no envuelva políticas de externalización de fronteras y control de flujos migratorios”.
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