Conoce la historia vocacional de los futuros diáconos de la Archidiócesis (II)
La Catedral de Sevilla acoge el próximo sábado 21 de septiembre, la ordenación diaconal de once seminaristas diocesanos. La ceremonia será presidida por el arzobispo hispalense, monseñor José Ángel Saiz Meneses, y concelebrada por los rectores del Seminario Metropolitano, Andrés Ybarra, y del Redemptoris Mater, Ramón González.
Hoy queremos destacar el testimonio vocacional de cuatro de los futuros diáconos: Ángel López, Lukasz Pysz, Teodomiro Ortega y Andrés Urtasún.
“Dios me llamó a los 6 años”
Ángel López está a las puertas de cumplir el sueño que Dios tenía para él y que le desveló hace mucho. Con apenas 6 años descubrió su vocación siendo monaguillo. Si bien, hasta el momento de su Primera Comunión no confirmó esta inquietud. Recuerda cómo aquel día pensaba una y otra vez: ¿Por qué no ser sacerdote?, a lo que él mismo respondía en su interior: “Ángel, tú para músico, no para cura”. Pero en el momento de la comunión la frase sobre el sacerdocio resonó con más fuerza: “Quiero que seas sacerdote”.
En ese momento experimentó – confiesa– un cúmulo de sentimiento inexplicables tanto de alegría, como de tristeza, tranquilidad y nervios, valentía como miedo. “En ese momento mi vida se llenó de todo, sentía mi corazón y mi interior pleno junto al Señor”.
Ingresó en el Seminario Menor de la Archidiócesis de Sevilla y desde entonces ha vivido un largo y bonito camino de crecimiento espiritual y maduración personal. Ángel López coincide con varios de sus compañeros seminaristas en que “el paso al diaconado en el camino de formación representa un cambio ontológico profundo”. Además, “es una confirmación por parte de la Iglesia de aquella llamada del Señor, que sentí desde niño, un signo de que el Señor continúa guiando mi vida”.
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“La juventud está hambrienta de Dios”
Teodomiro Ortega recuerda con cariño cómo sintió por primera vez la llamada de Dios. Fue durante una visita a la Catedral de Salamanca, cuando él tenía diez años. Entonces, explica, “sentí una alegría sobrenatural inmensa que me invadió y fue ahí, en ese preciso instante, cuando sentí que Dios me llamaba a ser sacerdote; si antes se lo había negado a los que me lo habían propuesto, a Dios no podía negarlo. Es una experiencia única, inexplicable, hay que vivirla para tratar de entender la verdadera alegría que proviene de Dios”.
Este seminarista, próximo a ordenarse diácono, es natural de Dos Hermanas, le gusta el tenis y el Atlético de Madrid, y frecuentaba el Seminario Metropolitano desde que era un niño.
Siempre se ha sentido apoyado en su discernimiento vocacional por sus padres y su párroco, y ahora que está cerca de ser ordenado diácono afirma que “no es un mero trámite o un paso más, sino un sí firme para ejercer un ministerio de servicio y entrega, dejándose transformar por el Pan de la Palabra y el Pan del Altar, llevando a todos la alegría del Evangelio y siempre en comunión con el presbiterio diocesano”. No pierde la ocasión de invitar a orar por las vocaciones al sacerdocio, “es siempre necesario, porque la mies es mucha y los obreros pocos”, pero también – advierte – son necesarias las vocaciones a la vida contemplativa “.
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“La Virgen derritió mi corazón de hielo”
Lukasz Pysz abandonó la práctica religiosa en su país natal, Polonia, al poco tiempo de recibir la confirmación. Fue en Madrid donde ocurrió su vuelta a la Iglesia. “Nunca me olvidaré de ese 9 de noviembre, cuando movido por la curiosidad de un evento cultural fui a ver la procesión de la Virgen de la Almudena y acabé cambiado por completo. Todavía no consigo comprenderlo racionalmente, pero disfruto de los frutos de ese momento. Al ver a la Virgen se me derritió el corazón de hielo que tenía y empecé a echar de menos a la comunidad de la Iglesia, y por su puesto al Señor y su amor”, afirma.
Más tarde, en la adoración eucaristía en la capilla de San Onofre fue sintiendo que el Señor le llamaba a entregar su vida entera, pero no quiso escuchar esos pensamientos, hasta que se volvieron más fuerte y decidió hablar con un sacerdote. Así comenzó su discernimiento.
Ahora, ante su inminente ordenación diaconal Lukasz expresa sentimientos de “plena confianza en el Señor. Si Él quiere le serviré, primero como diácono, después como sacerdote, e iré adonde quiera enviarme, donde haya necesidad”. Al joven que se esté planteando la vocación “le diría que sea valiente y que al menos lo intente. Si un joven logra descubrir su vocación y la sigue será lo mejor que le va a pasar en su vida. Hasta las renuncias que tenga que hacer serán dulces, porque el Señor siempre las recompensa con creces. Así que, fíate del Señor, Él nunca falla.
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Dejarlo todo por Dios
Andrés Urtasún es un pamplonés que, con 14 años, empezó a caminar en el Camino Neocatecumenal. Ya en la universidad sentía que “el Señor me llamaba a vivir de otra manera”, así que durante una convivencia “me levanté para el Seminario”.
De aquello hace ocho años. En este tiempo ha podido conocer de primera mano la realidad de la Iglesia en distintos países: España, Alemania, México, Nicaragua o República Dominicana. Al respecto, asegura que “estas experiencias han sido muy importantes y me han ayudado a descubrir diferentes formas de vivir y de afrontar los problemas de la vida”.
Preguntado sobre qué supone para él este paso al diaconado en el camino de formación, explica que “de alguna manera es continuar con una aventura que comenzó hace ocho años cuando empecé el seminario. Ahora llevando a la práctica lo que he vivido en estos años de preparación y en la parroquia que vaya poder acompañar a los feligreses y servirles”.
▶️ Lee el testimonio vocacional de Andrés Urtasún aquí.
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