“Creer como María es nuestra mejor senda de santidad”
Predicar la novena a la Virgen de los Reyes es todo un honor para el sacerdote escogido, pero también una gran responsabilidad, no en vano, se trata de una devoción muy arraigada en nuestra Archidiócesis. El sacerdote Álvaro Pereira es doctor en Sagradas Escrituras, profesor de la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla, canónigo lector del Cabildo Catedral y el predicador de la novena oración en honor a la patrona de Sevilla y de su diócesis este año.
¿Cuál son sus sentimientos al respecto?
Me siento muy poco digno de este alto ministerio. No soy de Sevilla, sino del pueblo de Montellano y conozco otros muchos hermanos sacerdotes que tienen desde pequeños una devoción mucho más arraigada que yo a la Virgen de los Reyes. Por eso, estos días me estoy encomendando a la Virgen para que ella ponga sus palabras en mi boca. Sin embargo, también he recibido esta misión con mucha ilusión. ¿Cómo no estar contento al poder decir muchas cosas bonitas de nuestra Madre? Además, en los últimos años suelo confesar durante la novena y he comprendido cuánto bien hace la Virgen de los Reyes en nuestra ciudad. Le pido al Espíritu Santo que me ilumine para contribuir en esta novena a que muchos sevillanos se encuentren con Jesucristo y su Santísima Madre y se reconcilien con Él.
Sobre su devoción a la Virgen, podría traer a la memoria un momento fundante en su relación con María…
La Virgen de los Reyes es la Señora de la casa en la que cada mañana, junto con mis hermanos canónigos, intento dar gloria a Dios con la oración y la Eucaristía. Por eso, mi relación con ella es muy cotidiana: un saludo matutino, una súplica por alguien, una simple mirada de complicidad… Pero si tengo que escoger un solo momento, me acuerdo de un sábado de la primavera de 1998 en el que me consagré a ella como seminarista. Aquel día sentí que le decía a la Virgen palabras más grandes de lo que yo era capaz, pero que, con su amparo y ayuda, podía llegar a cumplir. De vez en cuando vuelvo a ella a pedirle que me siga protegiendo y consagrando como sacerdote.
¿Cuál es su propuesta espiritual a lo largo de estos nueve días de oración para acercar a los fieles al corazón de la Virgen?
La Iglesia de Sevilla tuvo a bien enviarme a estudiar Sagradas Escrituras, cosa de la que estoy profundamente agradecido. Así que voy a intentar hablar de María a partir de los textos bíblicos. La Escritura es la casa en la que María entraba cada día para renovar su relación con Dios, lo vemos en el Magníficat, palabras nuevas de María que están tejidas a partir de los hilos antiguos de las Escrituras de Israel (el cántico de Ana y los salmos). Los creyentes de hoy tienen una devoción sencilla y auténtica a la Virgen María. A partir de los textos bíblicos sobre la vida de María, intentaré ayudarles a que puedan conocer mejor a aquella que invocan como Madre y Patrona.
¿Es necesario profundizar en las virtudes marianas como modelo de santidad?
Me impresiona de María especialmente su fe confiada. Quizá un pasaje bíblico es la mejor ilustración de esta fe al mismo tiempo sencilla y madura. Tras anunciarle que iba a ser Madre del Hijo del Altísimo, el ángel dijo a María que “para Dios nada hay imposible” (Lc 1,37), repitiendo lo que le aseguraron los tres enviados divinos a Abraham cuando le prometieron al nacimiento de Isaac (Gén 18, 14). En el griego de Lucas, esta frase dice literalmente: “para Dios ninguna palabra (pan rema) es imposible”. María escuchó al ángel con atención y le respondió con confianza: “Hágase en mí según su palabra (to rema sou)” (Lc 1,38). Así pues, María es el modelo del discípulo ideal, pues acoge la palabra de Dios con fe cierta, aunque a los ojos del mundo lo prometido parezca imposible, y se compromete totalmente con ella. Creer como María es nuestra mejor senda de santidad.
Tras dos años de ausencia obligada, la patrona de Sevilla y su Archidiócesis, Nuestra Señora de los Reyes, volverá a estar expuesta para el tradicional besamanos. Muestra de cercanía a la Madre de Dios que no debe quedarse solo en un gesto físico ¿no es así?
Ciertamente la devoción del besamanos a María no debería quedarse en un gesto fetichista o en una oportunidad para hacerse una foto que después se sube en las redes sociales. Sin embargo, valoro muchísimo el esfuerzo de los devotos que dejan sus cometidos o su descanso para ir a la Catedral un día de agosto y realizan el gesto físico, y al mismo tiempo espiritual, de darle un beso en la mano a Nuestra Señora de los Reyes. La fe cristiana brota del misterio de la Encarnación. Creemos en un Dios que se ha hecho carne, tiempo, fragilidad. Por eso los gestos corporales son tan importantes en nuestra liturgia y nuestra religiosidad popular. Cuando voy a un besamanos me suelo emocionar al ver a las señoras mayores que llevan a sus nietos a ver a la Virgen con una ternura que manifiesta lo mejor de nuestra fe. Sí, ciertamente es una gran noticia que Nuestra Señora de los Reyes vuelva a ser expuesta en besamanos.