Cristo de la Vera Cruz
Entre la serie de Crucificados extraordinarios que hay en la Archidiócesis de Sevilla, se encuentra sin duda el de la Vera Cruz, de la Parroquia San Benito y Santo Domingo de Guzmán ,de Castilleja de Guzmán (Sevilla). Es una imagen impresionante de Cristo ya muerto en la cruz, que artísticamente marca uno de los hitos más significativos entre las varias esculturas del siglo XVI, de la Escuela Sevillana. Se sitúa esta escultura del Crucificado entre las últimas del manierismo y las primeras del realismo barroco. Es la época de esplendor de la escultura sevillana, sobre todo en la imaginería de los Cristos Crucificados.
Por su parecido con la imagen de la misma advocación en la iglesia de La Campana (Sevilla), se ha atribuido al clérigo escultor Juan Gómez, que realizó la imagen de aquella localidad sevillana en 1616. La obra de este escultor está influida por el estilo de Juan Martínez Montañés. Pero la diferencia con el Crucificado de La Campana está, sobre todo, en el tratamiento más realista en el de Castilleja de Guzmán. La cabeza cae de forma rotunda sobre el pecho, mientras que el rostro presenta una serenidad solamente rota por efecto de la boca entreabierta… con el toque original del mechón de cabello que cae en el lado derecho hasta apoyarse en el pecho (Francisco Amores Martínez). El sudario es lo más original de esta imagen: Se entrecruzan los pliegues de un modo distinto del de los otros crucificados, y los paños están estofados en la parte delantera como signo de originalidad arcaizante.
Sin duda es una de las imágenes de Cristo Crucificado más impresionantes de la época, que señala el camino que van a seguir estas obras en la escuela de Sevilla. El rostro del Cristo de la VeraCruz de Castilleja de Guzmán es la manifestación perfecta de la misericordia del redentor, que atrae por su serenidad perdonadora.
Fernando García Gutiérrez, SJ
Delegado diocesano de Patrimonio Cultural
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