Cuaresma 2023: Apuntar a lo esencial
Carta dominical del Arzobispo de Sevilla
El próximo día 22, Miércoles de Ceniza, comenzaremos una nueva Cuaresma, la del año 2023, del siglo XXI, del tercer milenio. Hoy día gozamos de unas posibilidades que nuestros padres no podían ni imaginar: realizar compras a través de la red sin tener que salir de casa, comunicarnos con personas de los cinco continentes, teletrabajar desde casa; los científicos nos hablan del metaverso y la realidad virtual, de la edición genética humana, de los viajes interplanetarios y turismo espacial, de nuevos avances en el cerebro, de formar una sociedad con robots, de trasplantes y órganos a disposición, de vivir hasta los 150 años, de impresiones 3D, de prescindir de combustibles fósiles o del sistema de propulsión de alta velocidad.
En otro orden de cosas, seguimos asistiendo impotentes a la guerra en Ucrania y a otros conflictos armados en diferentes países; guerras relegadas a un segundo plano en los grandes medios de comunicación, tal como hemos constatado en el reciente viaje del papa Francisco a la República Democrática del Congo y Sudán del Sur. El Tribunal Constitucional de nuestro país, que debería ser el garante último de los derechos fundamentales, permitirá atentar contra la vida humana del no nacido, olvidando que la vida humana es un don de Dios, y nadie puede disponer de la vida de otro ser humano, que “el hombre, desde el seno materno, pertenece a Dios que lo escruta y conoce todo, que lo forma y lo plasma con sus manos, que lo ve mientras es todavía un pequeño embrión informe y que en él entrevé el adulto de mañana, cuyos días están contados y cuya vocación está ya escrita en el «libro de la vida»” (San Juan Pablo II, Evangelium Vitae nº 61).
En este contexto, vamos a comenzar una nueva Cuaresma, como millones y millones de personas en el mundo entero, que participarán en la Eucaristía y recibirán la ceniza en sus cabezas. ¿Qué puede significar la ceniza en estos tiempos? Pues lo mismo que en todas las épocas. La ceniza nos ayuda a ser conscientes de la propia fragilidad, de la contingencia humana; nos recuerda que, a pesar de las grandezas humanas, somos débiles y necesitamos hacer un alto en el camino para reflexionar; nos orienta hacia la conclusión de que tarde o temprano nos encontraremos con el Señor en el momento de la muerte.
¿Cuál es el punto de partida de la Cuaresma? La firme convicción de que necesito cambiar muchas cosas en mi vida, y el deseo profundo de dejarme convertir, de ser convertido. No sólo en los detalles externos, que también hay que cambiar, pero sobre todo en un sentido profundo, en las raíces, en totalidad. La actitud fundamental es la esperanza, el deseo confiado de cambio. La Iglesia, Madre y Maestra, nos recomienda tres prácticas cuaresmales: oración, ayuno y limosna. La oración nos une más a Dios, nos centra en Él, nos ayuda a conocer y distinguir las cosas, a establecer un orden de prioridades, nos ayuda a descubrir que Dios es realmente el tesoro de nuestra vida.
Si llegamos a experimentar que Dios es el centro de la vida, el tesoro que nos llena y da sentido, entonces descubrimos que no necesitamos tantas cosas materiales, que son una rémora en el camino, que son perfectamente prescindibles. En eso consiste el ayuno, en prescindir de muchas cosas que en realidad no necesitamos, y que podemos compartir y entregar a los demás. Entonces, este compartir se convierte en fraternidad, en comunicación de bienes con quienes formo una familia. Oración, sacrificio y compartir son tres prácticas cuaresmales íntimamente relacionadas que hacen nuestra vida más humana y más cristiana. Hallaremos la motivación más profunda en la contemplación de Jesucristo, que ora, se sacrifica y da la vida por cada uno de nosotros.
+ José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla