Cuatro clarisas capuchinas hacen su profesión solemne en Santa Rosalía
El pasado 8 de septiembre el Arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo, presidió la profesión solemne de cuatro clarisas capuchinas en el convento de Santa Rosalía.
Tres las cuatro hermanas que profesaron son keniatas: hna. Leticia Bahati (30 años), hna. Juana Francisca Wairimu (44 años) y hna. Jacinta Wanza (45 años), mientras que la hna. Cristina Eugenia Cheron (57 años) es natural de Alicante.
Con las nuevas religiosas, la comunidad asciende a once hermanas, habiendo aun una de votos temporales.
Ante este importante paso, las religiosas han asegurado sentirse muy emocionadas: «me llené de gozo y agradecimiento a mi Señor por haberme elegido, por haberme concedido tan grande privilegio», confesaba sor Cristina. En esta línea ha opinado sor Juana, quien ha reconocido que éste «ha sido un día que no voy a olvidar». Además, sor Jacinta ha apuntado que asume la responsabilidad «de lo que el Señor y la Iglesia espera de mí». Por último, sor Leticia ha pedido «mantenerme firme hasta el final con la ayuda del Señor».
Por otro lado, las recién profesas han agradecido a la comunidad su acogida. Las palabras de sor Juana resumen lo que las cuatro religiosas han comentado sobre ello: «la comunidad nos ha recibido como una hija única en la familia, con mucho cariño, mucho apoyo y, sobre todo, con amor».
Por último, han destacado del carisma capuchino la belleza de vivir «en fraternidad, humildad y desapropio» y «la vida de oración contemplativa, la Eucaristía y la Liturgia de las horas donde se alimenta toda virtud».
Por su parte, la superiora, sor Pilar Montoro, ha asegurado que “las hermanas, como decía san Francisco, son un don de Dios”, y ha reconocido que el paso que han dado es “muy importante porque libremente han querido consagrarse a Dios viviendo esta forma de vida como clarisas capuchinas”. Igualmente, ha recordado a santa Clara quien mantenía que las nuevas religiosas pasaban a ser “sostenedores de los miembros vacilantes y débiles de su Cuerpo Místico a través de su entrega diaria, su oración y sacrificios, y quieren ser testimonio profético de los bienes celestiales”. Por último, ha confesado que tanto ella como toda la comunidad “nos alegramos por su vida y misión contemplativa”.