‘De la indiferencia al olvido ‘. Carta del Arzobispo de Sevilla
Manos Unidas es la Asociación de la Iglesia para la promoción y el desarrollo en los países empobrecidos. La familia de Manos Unidas cree firmemente en la igualdad y la dignidad de todos los seres humanos, que han sido creados por Dios, y son llamados a vivir plenamente como hijos suyos formando una familia. Por eso defiende los derechos humanos y promueve actividades de educación, de sensibilización y de colaboración para llevar a cabo proyectos de desarrollo en países del tercer mundo. Todo ello comporta también una educación que ayude al compromiso por el desarrollo humano integral, y que ayude a descubrir la responsabilidad de todos en el cuidado de la Tierra, la casa común.
Llevamos casi dos años padeciendo una crisis sanitaria que ha provocado a su vez una grave crisis social y económica. Aquí, desde hace bastante tiempo, disponemos de un sistema sanitario organizado y eficaz, así como una red de solidaridad eficiente, que procura subsanar las carencias del sistema. Con la colaboración de todos, durante la crisis se han podido incrementar las ayudas de alimentos y ropa, del ámbito energético y también en el sistema educativo. Pero hay muchos lugares del mundo en los que las consecuencias de la pandemia son mucho más graves y la dependencia de las organizaciones solidarias es incomparablemente mayor. Es ahí donde actúan muchas organizaciones, entre ellas, Manos Unidas, cuya campaña también se celebra el 13 de febrero.
La Campaña de Manos Unidas de 2022 lleva por lema: «Nuestra Indiferencia los condena al olvido». Esta Organización No Gubernamental de Desarrollo, católica, de voluntarios, sigue firme en su la lucha contra el hambre, la miseria, la desigualdad y la exclusión, y, sobre todo, contra las causas que las producen y las estructuras injustas que las mantienen. La campaña de este año se dedica especialmente a que nos encontremos con la realidad de injusticia presente en el mundo, que pretendemos cambiar. Es urgente detenernos en ella con una nueva mirada, que restablezca, con honestidad y justicia, las diferentes causas que siguen impidiendo que millones de seres humanos puedan vivir una vida verdaderamente digna, porque reconocer la realidad es la primera condición de posibilidad para transformarla. De este modo podremos tomar conciencia de un mundo marcado hoy por una mayor desigualdad que no solo alimenta el hambre, sino que merma también las demás
El compromiso de Manos Unidas es luchar contra las múltiples formas del hambre y la pobreza, y se inspira en el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia. Este año nos recuerda vivamente que las cifras del hambre y la pobreza han empeorado a causa de la actual pandemia, y que las comunidades más vulnerables no tendrán asegurado el acceso a las vacunas para enfrentarla. Por otra parte, la crisis sanitaria del coronavirus ha encontrado a la humanidad sumida en una grave crisis medioambiental que afecta especialmente a los países más pobres y vulnerables del planeta. En esos lugares, los grandes principios como el bien común, la justicia o la solidaridad suelen quedar relegados y, en cambio, se hacen presentes golpeando con más crueldad la crisis medioambiental y las pandemias globales.
La desigualdad en el mundo se está viendo incrementada por una mejor situación económica de los más afortunados, unida a los considerables efectos negativos de la pandemia para las personas en situación de mayor vulnerabilidad. Esta desigualdad que no conseguimos erradicar, y que se ha reforzado con la COVID-19, ha provocado que cientos de millones de personas más se hayan visto sumidas en una situación de pobreza -hasta 400 millones de nuevos pobres viviendo por debajo de la línea de pobreza extrema de 1,90$ al día- y de falta total de recursos para llevar una vida digna. Mientras las mayores fortunas del mundo han tardado solo unos meses en recuperar su nivel de riqueza previo a la pandemia, las personas en mayor situación de pobreza del mundo han aumentado y necesitarán décadas para disfrutar de condiciones de una vida digna; son pobres con rostro: pobres rurales, trabajadores pobres, mujeres esclavas y precarizadas, indígenas, migrantes. Según datos de 2022, el 1 % de la población adulta, disfrutaba del 43,4 % de la riqueza mundial. Por el contrario, el 54 % de la población adulta del mundo se tenía que conformar con el 2 % de la riqueza mundial.
La acción de Manos Unidas consiste en la realización de proyectos concretos y en la difusión de las causas del hambre y la pobreza y se fundamenta en el compromiso para hacer posible un sueño que les ha llevado a mejorar las condiciones de vida de muchas personas desde hace más de sesenta años. En Jesús y en su mensaje encuentran la fuerza para comprometerse a favor de los más necesitados. Es su pequeña aportación en la construcción de la fraternidad, en el proyecto de Dios para el mundo, que exige vivir en justicia y solidaridad. Ojalá todos colaboremos, cada uno desde su lugar y desde su responsabilidad, a organizar la sociedad y la economía de un modo coherente con la dignidad humana, buscando el bien común, garantizando los derechos humanos, cuidando la casa común.
Necesitamos hacer mucha pedagogía, educar a pequeños y mayores en una “cultura de la solidaridad” comprometida en la lucha contra la pobreza y la exclusión, promoviendo las “condiciones de vida digna” para todos. Para trabajar en la construcción de ese otro mundo, que es posible, Manos Unidas necesita nuestra colaboración. Seamos generosos.
+ José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla