El arzobispo de Sevilla advierte de la dureza de vivir en soledad
La soledad no deseada se está convirtiendo en una problemática creciente que afecta a cada vez más personas en nuestro entorno. El arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz, ha dado la voz de alarma con un tuit en su perfil personal en el que aporta unos datos ciertamente preocupantes con un titular que resume la situación que define la vida de miles de personas en Sevilla: “La dureza de vivir en soledad”.
El arzobispo recuerda que “30.340 personas viven sin la compañía de ningún familiar en la ciudad de Sevilla. Más de 850.000 personas mayores de 80 años viven solas en España”. Esta circunstancia no ha pasado desapercibida para la Iglesia, que ha puesto en marcha numerosos proyectos con los que trata de salir al paso de una problemática que se acentúa en nuestras sociedades desarrolladas.
Ismael Checa es coordinador del Programa Final de Vida y Soledad en Sevilla, y colabora a nivel profesional a través del acuerdo que mantiene el Centro de Humanización de la Salud, de los Religiosos Camilos, y el Proyecto de Mayores de Cáritas Diocesana de Sevilla. En una entrevista publicada en la web de Cáritas Diocesana, Checa coincide con la llamada de atención del arzobispo, y advierte que la soledad no deseada es un problema que se ha visto agravado con la pandemia del COVID-19.
No es la única causa que incide sobre esta problemática. A su juicio, “la propia estructura de nuestra sociedad está provocando muchas de estas situaciones de soledad”. Y lo explica: “La familia tradicional mediterránea es más extensa, por lo que el entorno familiar se hacía cuidador de cada una de las situaciones problemáticas. Ahora esto ha cambiado y cada vez los núcleos familiares están más aislados entre sí”. En este sentido advierte que la consecuencia más evidente es el aislamiento social, “y en algunos casos este aislamiento puede vivirse como una soledad y provocar un sufrimiento muy intenso”, con consecuencias en la salud física de las personas.
El riesgo de lo digital
La pandemia obligó a adoptar recursos digitales en las esferas profesional y doméstica, que han sido de gran ayuda sobre todo en los momentos más duros del confinamiento. Pero Ismael Checa apunta que este fenómeno tiene una cara no tan visible “que puede volverse peligrosa”. Entiende que “lo digital te deja solo en una soledad aislante, de modo que si no actúas en modo virtual es como si no existieras”. Así, cuando la persona no tiene una adecuada formación en estas herramientas, cosa que suele suceder en personas de cierta edad, “este obstáculo se vuelve casi insalvable”, subraya.
Proyectos de Iglesia
La Iglesia ha situado a las personas mayores, concretamente a las que viven solas, como un colectivo necesitado de una ayuda especializada. Cáritas Diocesana y el Centro de Humanización de la Salud han puesto en marcha diversas iniciativas que abordan esta problemática.
259 personas (184 hombres y 75 mujeres) participaron en 2023 en doce proyectos de animación sociocomunitaria para personas mayores de Cáritas Diocesana de Sevilla. Y el proyecto Final de Vida y Soledad, financiado por la Fundación La Caixa, busca paliar el sufrimiento que añade la soledad no deseada a la etapa final de la vida. A través de él se promueve una red de entidades “que hagan posible un voluntariado transformador que pueda hacerse presente en la etapa final de la vida con un acompañamiento de calidad”. En primer lugar, se identifica a las personas que están en esta situación, y, por otra parte, se dota de herramientas a los voluntarios “para acompañar de modo eficiente la dimensión espiritual de las personas mayores”.
Otro proyecto de Cáritas en este campo es el de cuidados domiciliarios a personas mayores dependientes sin recursos. De él se han beneficiado 31 personas en el anterior ejercicio (21 mujeres y 10 hombres), personas mayores en situaciones de dependencia, con bajo nivel de ingresos, sin apoyo familiar o escaso, y que no reciben una atención suficiente por los recursos públicos. Para su atención se cuenta con personas que han realizado la formación que se imparte en el Centro Diocesano de Empleo sobre cuidados del mayor en el domicilio.
Iniciativas parroquiales y cofradieras
A las parroquias llegan noticias de muchas personas que viven solas. La sevillana de Nuestra Señora de Los Remedios es una de tantas en las que se han dispuesto operativos para atender esta necesidad tan específica de la feligresía. El párroco, Francisco Ortiz, explica que en 2017 tomaron conciencia de la soledad en la que vivían muchas personas del barrio. “Eso motivó que el consejo pastoral de la parroquia decidiera tomar cartas en el asunto y formar a un grupo de quince voluntarios que, desde entonces, visitan y atienden a estas personas”, recuerda Ortiz. El proyecto se denomina ‘Solas’, y cuenta con la colaboración de los servicios sociales del Ayuntamiento y el centro sanitario que le corresponde, “de donde nos llegan informaciones de personas a las que podemos atender”.
Las hermandades también ofrecen gestos que el delegado diocesano, Marcelino Manzano, califica como “gestos de atención privilegiada”. Desde las diputaciones de caridad de estas corporaciones se llega a las personas mayores que viven solas en el ámbito territorial de la hermandad. Manzano recuerda, como ejemplos en la capital, a los ‘veteranos’ de la Macarena o a las iniciativas de la hermandad de San Benito, que no pierde de vista nunca a los ancianos que viven en la residencia contigua de las Hermanitas de los Pobres.
Fuera de la capital destaca la obra social que la hermandad de la Soledad de Castilleja de la Cuesta emprendió con motivo de la coronación canónica de su titular, en el año 2015. Desde talleres de inglés, costura flamenca, bordados, risoterapia, repostería o memoria, hasta actividades deportivas pasando por conferencias sobre nutrición, hábitos saludables y, por supuesto, catequesis o charlas sobre temas religiosos. Así de variadas son las actividades que la Hermandad de Santiago (o “de La Plaza”, como popularmente es conocida) de Castilleja de la Cuesta organiza a través de la obra social que lleva el nombre de su titular, Nuestra Señora de la Soledad.
El Centro de Mayores de la obra social fue bendecido en noviembre de ese año por el entonces arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo. El Ayuntamiento de la localidad cedió el uso de un antiguo colegio que, habiéndose quedado pequeño, estaba inutilizado, encargándose a través de una escuela taller de su acondicionamiento. Ya preparado, este edificio viene usándose de manera conjunta por las dos hermandades de penitencia de la localidad, la de la Soledad y la de la Inmaculada Concepción.