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El Cuerno de África sigue sangrando

La Iglesia junto con sus misioneros se deja la piel en el continente africano.

La hambruna sigue golpeando a varias poblaciones del Cuerno de África la crisis alimentaria afecta también a regiones del norte de Kenia y a las zonas de Somalia, Etiopía, Yibuti y Uganda.

África sigue padeciendo un compendio de todos los males, pero la  responsabilidad también es de la comunidad internacional, que no debe olvidar el papel que jugó en la Guerra Fría, cuando la usó por intereses estratégicos, y luego la dejó a la deriva. Hoy estos países son un pecado estructural. Aunque vivamos en crisis la solidaridad, es urgente y necesaria. Es un reto a la conciencia moral de la humanidad.

Estas naciones necesitan con urgencia la ayuda internacional para hacer frente a su tragedia. Si miramos a occidente vemos que está sumido en una profunda crisis económica, pero si volvemos los ojos hacía el continente africano no podemos dejar de ver como los habitantes del Cuerno de África lo tienen peor: no tienen nada.

La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO),  ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional para ayudar a los afectados, con vistas a apoyar actividades agrícolas y de pastoreo, para ello se requieren al menos 50 millones de dólares para cubrir el déficit de estos recursos. Es necesario que se siga apoyando a las familias más vulnerables de estos países de la zona del Cuerno de África, porque allí se sigue muriendo a diario por centenares.

Pero lamentablemente la atención internacional, no está centrada en estos países ni en los vecinos, hace falta corregir ese error histórico, aunque la causa actual de esta tragedia sea una grave sequía.

La mano del hombre no es ajena a lo que sucede en estos países africano. Nadie se ha ocupado de crear las infraestructuras necesarias para llevarles la comida desde los lugares de almacenamiento. Tampoco sus vecinos africanos están interesados en ayudar.

Pero también podemos decir que algunos de estos países son el ejemplo viviente del fracaso del concierto de las naciones. No cuentan con la ayuda necesaria para promover leyes y orden, por lo que ni siquiera se puede considerar país. Sus vidas se mueven entre la guerra civil y la piratería.

Ante esta situación, en la que cabe hablar de un pecado grave de la comunidad internacional. La única esperanza para ellos es que sus habitantes junto con la comunidad de los misioneros sean escuchados, y a nosotros como Iglesia, además de nuestra ayuda económica y humana, nos corresponde en estos momentos alzar la voz y realizar: una denuncia profética en los foros internacionales. Ahora es el momento, no dejemos pasar los días.

La Iglesia, a través de diversos organismos propios o colaborando con los ajenos, siempre ha estado presente, pese a que su presencia es mínima en el país. Sólo en el último año CARITAS ESPAÑOLAS ha invertido 2.417.629 euros para emergencia y rehabilitación a causa de la sequía que afectaba a millones de personas de Somalia, Eritrea, Yibuti, Etiopía y Kenia. Esta ayuda llega puntualmente a los más pobres a través de los misioneros.

Ni la guerra, ni la inseguridad han hecho que la labor de nuestros misioneros se interrumpiera en su misión de evangelización. La Iglesia nunca les ha dado la espalda a estos hermanos corriendo con ellos la misma suerte y peligros hasta el martirio. Hoy día a través de las Obras Misionales Pontificias y de nuestra Delegación Diocesana de Misiones está entre las prioridades a nivel de proyectos para una Evangelización integral que asuma el anuncio explícito de Cristo, en medio de no pocas dificultades ante el avance del radicalismo islámico, esto no ha impedido que se instauraran relaciones cordiales entre cristianos y musulmanes, así como la promoción humana que siempre ha estado muy presente en la misión ad-gentes.

La Iglesia siempre ha estado en armonía con el genero humano y eso lo vemos en las enseñanzas recogidas en los documentos del Concilio Vaticano II, que nos ofrecieron a todos los hombres del siglo XX la oportunidad y el privilegio de contemplar, escuchar y ayudar al Dios sufriente que transitaba y vivía en el mundo desprovisto de derechos y dignidad. Lo recordamos en esta profunda frase de la  “Gaudium et Spes”, donde define la identidad  de la Iglesia, Pueblo de Dios, experta en humanidad:

Los gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay de verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La Iglesia por ello se siente intima y realmente solidaria del género humano y de su historia”.

El testimonio de los obispos es escalofriante, pero lo manifiestan con tanta pasión que la esperanza es más fuerte que el dolor. Sevilla sueña con tener allí presencia de sacerdotes diocesanos, en su momento los hubo pero ya están entre nosotros jubilados y algunos muy enfermos, pero nuestra dicha y alegría está en que seguimos teniendo presencia con más de veinte religiosos misioneros en este maltratado lugar del planeta que pertenecen a nuestra Archidiócesis. Ahora que se acerca el DOMUND es una oportunidad óptima no solo para la colecta sino también para orar y reflexionar sobre la situación de nuestros hermanos, siempre bajo el amparo de nuestra Madre María Reina de las Misiones.

 

Eduardo M. Clemens, Director Diocesano de las O.M.P.

Delegado Diocesano de Misiones


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