Archidiócesis de Sevilla

En la Solemnidad de la Epifanía del Señor, monseñor José Ángel Saiz, arzobispo de Sevilla, presidió la Función Principal de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder. Tras el saludo a los sacerdotes concelebrantes, a la junta de gobierno del Gran Poder y a las representaciones de hermandades y autoridades, entre las que se encontraba el alcalde de la ciudad de Sevilla, monseñor Saiz inició su homilía en una Basílica repleta de fieles como viene siendo tradicional a la conclusión del solemne quinario que comenzó el día 1 de enero.

Dos perspectivas en la contemplación de Jesús del Gran Poder: potencia y humildad

Partiendo del Profeta Isaías (Is 60, 1) y del evangelio de San Mateo (Mt 2, 1-12) el arzobispo mostró las dos perspectivas diferentes pero complementarias – potencia y humildad – de la Palabra de Dios proclamada. Recordó que “la gran luz que irradia desde la cueva de Belén, a través de los Magos procedentes de Oriente inunda a toda la humanidad […] los Magos de Oriente serán los primeros de una multitud inmensa de personas que a lo largo de la historia han descubierto el signo de la estrella, han peregrinado por los caminos correctos, y han encontrado a Aquel que, aunque aparentemente es débil y frágil, puede proporcionar el sentido y la alegría más grande al corazón del hombre, porque nos manifiesta que Dios está cerca de nosotros, se ha hecho uno de nosotros, que su grandeza y su poder no se manifiestan según la lógica del mundo, sino a través de un niño recién nacido, cuya fuerza es el amor.”

Mons. Saiz invitó a no pasar desapercibidos ante el “corazón inquieto y buscador” de los Magos que les hace ponerse en camino hasta el encuentro con Jesús. Dijo el arzobispo: “con aquel encuentro comenzó algo nuevo, un camino abierto a todos los hombres, porque ese Niño trae la salvación, una salvación universal; porque este Niño trae la luz para iluminar todos los corazones. En ese Niño se manifiesta la fuerza de Dios, que reúne a los hombres de todos los tiempos y lugares.”

Invitación a preguntarnos ¿en qué consiste el poder de Cristo?

En la solemnidad de la Epifanía tiene lugar el llamado «Anuncio de la Pascua» y las fiestas movibles del año litúrgico en cuyo centro está el Triduo Pascual, la celebración de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Ya en Belén – afirmó– “se revela en la humildad de la encarnación, en la condición de siervo, que será crucificado” y de este modo se nos permite entrar con profundidad en el misterio de Dios. Al contemplar a Nuestro Padre Jesús del Gran Poder monseñor Saiz nos invita a preguntarnos en qué consiste el poder de Jesucristo. A diferencia de los poderosos y grandes de este mundo, el poder del Hijo es “el poder del amor, de darlo todo, de entregarse hasta dar la vida; el poder de obtener bienes de nuestros males, de ablandar los corazones más endurecidos; el poder de llevar la paz a los conflictos más violentos; el poder de encender la esperanza cuando la oscuridad más cerrada se cierne sobre nosotros. Es el poder de su gracia, que se ofrece, se propone; que nunca se impone por la fuerza, porque siempre respeta nuestra libertad”.

Elegir a Cristo: ser su discípulos con determinación

Frente a este poder y cómo los Magos se arrodillan en Belén ¿qué podemos hacer? El arzobispo invitó a no permanecer indiferentes ante este misterio revelado y a no mantenernos en la equidistancia. “Como los pastores y los Magos, abramos el corazón y la mente a Cristo Salvador, y sigamos sus pasos con determinación.” Al discípulo de Cristo no se le ahorra las dificultades del seguimiento. El discípulo de Cristo reconoce que el Señor le concederá “su gracia para superar los problemas, para cargar con la cruz y seguir sus pasos. Elegir a Cristo como centro de la vida no garantiza el éxito según los criterios del mundo, los criterios del poder, la riqueza y el placer, pero sí nos asegura la paz del corazón y una alegría profunda que sólo él puede dar. Esta es la experiencia de tantos hombres y mujeres que a lo largo de la historia han seguido a Cristo con todas sus consecuencias”.

Los mártires sevillanos: el poder de la luz de la reconciliación y paz

En la Solemnidad de la Epifanía y en la contemplación de Ntro. Padre Jesús del Gran Poder el arzobispo dirigió la mirada a la historia de nuestros mártires sevillanos del siglo XX. La tortura que padecieron fue ocasión para manifestar un amor más grande, como el perdón a sus enemigos. Su ejemplo es “una llamada a vivir la fe, la esperanza y la caridad con hondura, con coherencia; una llamada a vivir la dimensión martirial de la vida cristiana, a dar testimonio de Cristo en nuestros ambientes con la palabra, y sobre todo con el ejemplo de vida; una llamada al perdón, tan difícil para el corazón humano. Ellos nos enseñan a vencer al mal con el bien, la venganza con el perdón, a la violencia con la misericordia. Ellos nos enseñan a avanzar por los caminos de reconciliación y de paz.”

Concluyó el arzobispo pidiendo que el Señor inunde de su luz para llenarnos de fuerza para “cargar nuestra propia cruz de cada día, sin quejas y lamentos, y unir nuestros sufrimientos a su Cruz salvadora; hoy pedimos al Niño Dios que ha nacido en Belén, al Jesús del Gran Poder, que nos llene de su amor, para ser sus testigos en el mundo de la mano de María Santísima del mayor Dolor y Traspaso, nuestra Madre y Maestra.”

La procesión eucarística por la plaza de San Lorenzo junto a la estación en el hermoso altar que la parroquia de San Lorenzo tributó al Santísimo Sacramento, fue la mejor estampa para concluir el día de la Epifanía del Señor, en adoración como los Magos. Los fieles recibieron la bendición final y la confirmación, como dijo el arzobispo, que “El Señor tiene el poder de llenarnos de su luz, de redimir nuestra vida entera.”

Texto de la Homilía de monseñor Saiz en Solemnidad de Epifanía (06-01-2024)