Embryons desséchés
En un intervalo de tiempo casi imposible de considerar, la realidad a día de hoy nos trae tres noticias inconexas, cada una con su sentido dispar y casi desdeñable en la consideración periodística del mismo concepto de noticia como aquello sobre lo cual necesitamos recibir información porque tiene algún tipo de efecto en nuestras vidas. Me agarro con esperanza al sesudo ensayo de Teun Adrianus van Dick, «La noticia como discurso«, antes que al de Rodrigo Alsina, porque la gran diferencia entre uno y otro, sobre todo, es la esencia misma de la noticia: noticia como aquello que influye en nuestras vidas (van Dick) antes que como producto informativo (Alsina). En cualquier caso, tres noticias parecen pasar desapercibidas hoy mismo, como muchos otros días, en el breviario de flashes incontenibles de los medios. A veces pasamos por alto la trascendencia de muchas noticias, bien porque no llegamos a asimilar su influencia, bien porque cualquier otra realidad, por minúscula que resulte, nos roba la atención.
La primera noticia es una mera fracción del tiempo, es decir, leo que los científicos dedican su tiempo a averiguar cuál pueda ser la más pequeña de las fracciones del tiempo que se puede medir. A decir verdad, a mí, que jamás se me hubiera ocurrido hacerme esta pregunta, el análisis de la misma me genera procelosas inquietudes. La primera de ellas es un alegato contra-cientifista, es decir, los físicos andan desde hace tiempo invadiendo el terreno de los filosofía, acabando en que la misma ciencia es una especie de filosofía a veces irracional, incomprensible para cualquier lego, y de consecuencias irreales. El mundo particular de la Física Cuántica es a veces tan insólitamente increíble, que genera cuando menos sorpresa que haya personas dedicando medios incalculables para acabar teorizando sobre imposibles que a veces se convierten en incuestionables, hasta el extremo de que fracciones de tiempo aún más pequeñas más tarde, esas mismas conclusiones que eran incuestionables son nuevamente cuestionadas, acabando en puras preguntas sin respuestas. No pretendo volverles loco con un trabalenguas, la verdad, sino simplemente hacerles reflexionar sobre lo que en una fracción de tiempo teórica era sencillamente incuestionable, que ahora resulta muy cuestionable, pero que finalmente nos lleva unas veces a un terreno aún por explorar, otras a terrenos ya explorados por el Hombre, terrenos los cuales más valdría que no hubiéramos invadido.
Esto, sin embargo, lo digo y me posiciono por una pura razón de Humanidad, al reluz de la segunda noticia que me trae. Leo con estupor, que no es sorpresa, todo hay que decirlo, sobre la nueva habilitación facilitada por la Autoridad británica reguladora de la Embriología Humana (HFEA, por sus siglas en inglés, que ya es guasa el acrónimo y no es broma, Human Fertilisation and Embryology Authority) a la estadounidense Dña. Kathy Niakan del Instituto Francis Crick, para, cito textualmente, «utilizar los embriones, donados por parejas con excedentes después de tratamientos de fertilidad in vitro, durante 14 días y solo para investigar: no le está permitido implantarlos a mujeres«… Mucho hay de copy-pasting en esta aventura científica que nos propone Kathy, entre otras, la manera de vender el estudio científico como si fuera cosa venial sin consecuencias para la Humanidad, como si el estudio que dirige esta muchachita, que en la foto transmitida a los medios aparece con cara de «qué alegría, ya tengo mi excedente«, fuera cosa sin importancia o sin trascendencia alguna. En la fracción mínima de tiempo divisible de que dispone nuestro cerebro para comprender una noticia como ésta, lo más seguro es que la pasemos por alto y no nos percatemos de lo complicado y peligroso de la misma. Obsérvese que se habla de «embriones excedentes» como la histriónica partitura de Erik Satie donde pone notas disconformes y brillantes, a veces casi de dislate, a sus «Embryons desséchés«, sus embriones disecados, como si los seres humanos fuéramos restos de un Edriophthalma crustáceo, como si esos embriones donados y excedentes de tratamientos de fertilidad in vitro, no fueran seres humanos completos, ni siquiera en potencia. Eso sí, se nos advierte de soslayo, para acallar un poco la mala conciencia de la especialista, que será durante 14 días y sólo para investigar, claro, «sólo para investigar», que no los vamos a dedicar a otro tipo de experimentación nazi, no sea que cualquiera se percate de la maléfica intención de semejante investigación. La tal Kathy dispone de 14 días para aplicar técnicas de copy-pasting sobre seres humanos excedentes (un embrión humano es un ser humano): quiera Dios que no le den autorización para aplicar estas técnicas sobre otro tipo de «seres humanos excedentes», como los refugiados, o los inmigrantes, o los ancianos o enfermos, que tan excedentes resultan para cualquier Estado o Administración eficientísima. Me atrevo a asegurar que el mismo Hitler se revuelve en su tumba, donde quiera que esté, entre el asombro y la hilaridad…
La tercera noticia, sin embargo, es un paraíso de esperanza, una brecha en la inhumanidad de nuestros días, un remanso de paz para el corazón. Leo que los ángeles existen, y ustedes me dirán que vaya descubrimiento, desde luego. Sí que existen en personas como Cori Salchert, a quien casi ninguno de ustedes habrán siquiera conocido y sobre quien probablemente casi no escuchen ni media fracción de la enésima parte divisible de la división más pequeña del tiempo. Sin embargo Cori Salchert está cambiando sus vidas, nuestras vidas, cada día con un nuevo borbotón de amor. Cori Salchert «es madre y enfermera perinatal: acoge en casa a los bebés que nadie quiere porque van a morir pronto«, y así, sin paños calientes, les expongo el titular de la noticia, con un poco incluso de mala intención a ver si consigo remover sus consciencias. Vean la noticia: habla de bebés a los que nadie quiere porque van a morir pronto, como embriones disecados que se quedan en el resquicio de la papelera de un laboratorio, como milésimas de fracciones imperfectas de un tiempo desperdiciado, como resultados de un experimento de maternidad de copiar y pegar. Y pienso que Cori Salchert está en esa esquina de la cuántica en donde los hombres nos hemos vuelto algo más humanos y menos cuánticos, menos científicos y más cercanos a un Dios que nos regala ángeles como ella.
1 comentario
Yo siento que llevamos un par de décadas en que los problemas de comunicación parece que son cada vez más grandes: no nos comprendemos, no nos entendemos, no sabemos comunicarnos, aun hablando la misma lengua. Y efectivamente, también está pasando que hay personas que no saben discernir entre las noticias importantes, la absurdas y las falsas, priorizando a veces, las segundas y terceras sobre las primeras. Un tema difícil de afrontar, pero que algún día será necesario.