EN DEFENSA DE LA PURÍSIMA
El día de la Purísima sigue siendo una de esas jornadas preciosas en los que Sevilla resplandece. No sólo por los numerosos besamanos de vírgenes dolorosas de nuestras hermandades (que sabiamente relacionan el privilegio de la concepción sin pecado original de María con su entrega al Señor en los momentos de la Pasión del Hijo), ni por lo animado que está el centro en las vísperas navideñas. El día de la Purísima guarda los ecos de una Sevilla que se comprometió en la defensa del dogma inmaculista. La Sevilla mariana, de la que los seises son testigos, danzando en honor de la Virgen Santísima, la Tota Pulchra, desde hace siglos. Defendimos una vez el dogma (qué lejos queda eso). Ahora tocará quizás defender la propia festividad.
Este año la Purísima ha caído en sábado y en 2013 será en domingo. Pero, ¿y después? Vuelven a sonar rumores de que se trata de suprimir esta festividad del calendario laboral, para que disminuya el numero de “puentes”. ¿Se perderá la festividad de la Inmaculada en el futuro?
Desde luego, podemos estar a favor de suprimir esos puentes que a veces se hacen "acueductos", como felizmente los llamábamos cuando estudiábamos. Una medida parece beneficiaría a todos, pero hay fiestas inscritas en el calendario del alma que debieran permanecer. Como la fiesta de la Purísima. Una jornada donde no hay pasos en la calle ni hay cornetas y tambores, pero es una solemnidad que ha cimentado la fe popular sevillana.
No es por defender el ocio en sí, sino por establecer que, siendo ciudadanía mayoritoriamente católica, tenemos derecho a santificar ciertas jornadas, a hacerlas privilegiadas y especiales. Comprendo que no debemos excedernos, pero que tampoco se nos recorte lo esencial.
Se planteó un debate similar en 1988. Entonces el gobierno de España planteó la misma supresión. Y las hermandades de Sevilla protestaron a través de su Consejo e incluso llegaron a pensar en una suspensión de sus estaciones de penitencia si eso se llevaba a cabo, lo que da la medida de hasta qué punto hubo implicación de las hermandades en la cuestión. No hay cofradía sin simpecado o estandarte inmaculista. Todas, en su protestación de fe en la función principal de instituto, juran defender el dogma concepcionista. Pues quizás muy pronto toque defender el dogma también de la marea secularista, que asimismo amenaza con eliminar el domingo.
La Inmaculada Concepción, patrona de España y de las Indias, representa el triunfo de la belleza, de la pureza, de la gracia de Dios. Nos habla de la dimensión trascendente de la vida. No sé que pensará Angela Merkel de esto, pero viendo otros recortes, me lo imagino.
PD: Preciosa la Vigilia de la Inmaculada que vivimos en la Catedral, y de la que estuvimos hablando largamente en “El Espejo de Sevilla” del pasado viernes. Y perfectamente engarzada con el homenaje anual de las tunas universitarias, que cantan a la Virgen en el monumento de la Plaza del Triunfo.
El Sr. Arzobispo dirigió unas palabras, se cantó la salve, y comenzaron a cantar las tunas pasando por turno de antigüedad. Esperemos que a algún tuno no le suspendan asignaturas cuando su profesor/a se entere de que ha gastado tiempo, por el motivo que sea, en cantar a la Santísima Virgen, a su Pura y Limpia Concepción.
Marcelino Manzano.
