ENCARNACIÓN CORONADA: 25 AÑOS DESPUÉS
Mi decisión de responder a la llamada que me hizo el Señor para ser sacerdote está indisolublemente unida a la coronación canónica de la Virgen de la Encarnación. No solo por mi vinculación a la Hermandad de San Benito, a la que me uní, de forma natural, tras llevar unos años ya viviendo mi fe en la parroquia (donde su párroco, el santo sacerdote Pepe Salgado, llevó hasta Cristo a varias generaciones de jóvenes), sino porque esa decisión la tomé en unos ejercicios espirituales a los que acudí tras acompañar a la Virgen en su traslado a la Catedral, y que terminaron justo el día de su coronación. Mientras se celebraba el triduo preparatorio de la coronación, yo vivía mi particular y difícil triduo de decisión. Me costó algo renunciar a participar directamente con la hermandad en días tan especiales, pero lo que el Señor me reservaba después mereció la pena (el ciento por uno). Mi reencuentro con Ella, en la procesión de vuelta, fue como correr hasta la Madre para contarle, con alborozo y miedo a la vez, que le había dicho sí al Señor para entrar en el Seminario y ser su sacerdote. Si en la hermandad celebramos 25 años de la coronación, yo, junto a María, celebro 25 años de vocación sacerdotal. A la acción de gracias de mi Hermandad de San Benito, yo quiero unir, con este humilde testimonio, mi acción de gracias al Señor y a María.
(En la foto de arriba, el paso de la Virgen baja por la calle Alemanes en medio de una multitud que por entonces no era fácil de congregar. Delante del paso me encuentro yo, portando, por cierto, el megáfono con el que fuimos rezando el rosario de ida, intercalado con el canto del coro de campanilleros. No se podía entrar por la Puerta de los Palos porque se estaba pavimentado la Plaza Virgen de los Reyes. Tuvimos que interrumpir el rosario por la cantidad de gente que se agolpaba y hacía imposible seguir el rezo. Entonces, ya digo, no eran tan frecuentes las bullas)
Pero la memoria de una coronación canónica no puede quedarse solo en los recuerdos, fotos o en los cultos extraordinarios de la efeméride. La memoria viva de una coronación es mantener vivo el compromiso especial que se contrajo con Dios y con la Iglesia con motivo de esa coronación. En la de la Virgen de la Encarnación, el compromiso fue la protección de las familias de Sevilla. Para ello, el arzobispo D. Carlos Amigo proclamó a la Virgen como Reina de la Familia Hispalense, y así el cartel de la coronación, obra del querido y recientemente fallecido Antonio Dubé, tiene una orla con tal titulo: Regina Mater Familiae Hispalensis. El actual Centro de Recursos Infantiles “Virgen de la Encarnación” es fruto de aquel compromiso.
Han pasado 25 años y los peligros que entonces se barruntaban en torno a la familia, lamentablemente, se han hecho realidad: la legislación proabortista, el aumento de las desigualdades económicas, la desesperanza de los jóvenes a causa del paro y la falta de perspectivas, el acoso a la libertad de los padres para elegir la enseñanza de sus hijos, el alarmante descenso de la natalidad, la hipersexualidad reinante, las ausentes políticas de protección y ayuda a las familias, la casi imposible conciliación entre trabajo y familia por los horarios laborales, etc.
Ante esto, tenemos que celebrar los 25 años de la coronación rezando por las familias y apoyando todos este compromiso. La Archidiócesis ha respondido con la creación de los Centros de Orientación Familiar, que merecen nuestro reconocimiento, y a los que debemos dar difusión entre nuestros familiares y amigos. Y nosotros, seguir insistiendo en comunicar en la familia los valores de Cristo, lo que seguramente nos deparará esfuerzos heroicos para contrarrestar la cultura predominante en la que nos desenvolvemos.
¿De dónde sacaremos fuerza e inspiración? De Ella, de la Virgen de la Encarnación. En mis horas de oración para el discernimiento vocacional en el sagrario de la parroquia, en San Benito, mi mirada se elevaba muchas veces a Ella, hasta su hornacina en el altar. En su dolor de madre encontramos acogida, comprensión, solidaridad y ayuda. La Virgen, como madre y esposa, también pasó momentos muy difíciles. Nunca nos abandonará, porque nos recibió como hijos en el Calvario, por voluntad de Cristo. No dejemos de rezar a la Virgen y de invocar su protección.
Madre de la Familia Hispalense, ruega por nosotros.
4 comentarios
Pepe Salgado párroco de San Benito, realmente un santo. Supo dar vida a una parroquia en todas sus realidades y gran testimonio de fé.
Cierto, Raquel. Un santo sacerdote y para mí, un referente permanente en mi ministerio pastoral.
Querido Marce, tuve la suerte de vivir aquellos años junto a nuestro «cura» y el magnífico grupo de jóvenes que reunió en torno al Señor y su Madre, y que hizo crecer en mi el inmenso amor que hoy le profeso a María, algo que se lo debo en gran parte a el. Y años más tarde tuve el honor de casarme un 14 de diciembre delante de Ella, gracias al bonito detalle que la Hermandad de San Benito tuvo con la que hoy es mi mujer y conmigo. Felicidades a la hermandad por este aniversario y a ti especialmente por el tuyo.
San Benito y nuestro cura Pepe, manantial de fe y de vidas cristianas, como la tuya, querido Pedro. Dios te bendiga.