“Encontrar un migrante es encontrarse con Dios”
El domingo 29 de septiembre la Iglesia universal celebró la Jornada del Migrante y del Refugiado. Para esta ocasión el papa Francisco escribió carta titulada ‘Dios camina con su pueblo’. En el mensaje, el Santo Padre afirma que “muchos emigrantes experimentan a Dios como compañero de viaje, guía y ancla de salvación. Se encomiendan a Él antes de partir y a Él acuden en situaciones de necesidad. En Él buscan consuelo en los momentos de desesperación. Gracias a Él, hay buenos samaritanos en el camino”. Más adelante insiste el Pontífice “Dios no sólo camina con su pueblo, sino también en su pueblo, en el sentido de que se identifica con los hombres y las mujeres en su caminar por la historia ―especialmente con los últimos, los pobres, los marginados―, como prolongación del misterio de la Encarnación”.
Para atender esta realidad, la Archidiócesis de Sevilla cuenta con la Delegación de Migraciones, dirigida por el sacerdote Salvador Diánez y una red de colaboradores, todos conscientes de la necesidad de fomentar comunidades acogedoras y misioneras como signo del Reino donde Dios habita con su Pueblo y anticipa ya la “tierra sin males”.
‘Hermano migrante no estás solo’
Lola Durán es religiosa de las Hijas de Jesús y forma parte de esta pastoral desde 2019. “El mundo de las migraciones es una muy clara y fuerte concreción del seguimiento de Jesús, sobre todo si se trata de inmigrantes irregulares, porque se les niega toda su dignidad y no se les reconoce ningún derecho. Los cristianos estamos llamados a caminar juntos con los más vulnerables, y con Jesús”, afirma.
Por su parte, Mercedes Asensio, feligresa de la Parroquia Ntra. Sra. de la Antigua y Beato Marcelo Spínola está comprometida con la pastoral de migrantes desde el 2020. “Se presentó en nuestra parroquia el proyecto ‘Hermano Migrante no estás solo’, “cuyo objetivo no es otro que el acompañamiento y la acogida a las personas que por diversos motivos han tenido que salir de sus países de origen. Nos sentimos llamados a dar respuesta a esta iniciativa y en septiembre de 2021 iniciamos el caminar del grupo, formado por seis personas de diferentes nacionalidades”.
Su servicio se traduce en acoger, proteger, promover e integrar a toda persona migrante que llegue a la comunidad parroquial. “Queremos sensibilizar a nuestras comunidades sobre la realidad de los migrantes entre nosotros y entablar relaciones de cercanía y amistad. Todos somos hermanos y necesitamos sentirnos acompañados”.
Projimidad
María Soledad Pérez es voluntaria de Cáritas en la Parroquia de la Anunciación de Nuestra Señora y San Juan XXIII desde hace más de 15 años, “quería conocer más de cerca qué se hacía y qué se podía hacer con las personas migrantes que llegan a nuestros barrios y parroquias. Descubrir, entender e intentar ayudar, desde el conocimiento más profundo y real a las personas que llegan desde otros países y que nos demandaban en la acogida de Cáritas orientación y consejo para las diferentes necesidades al llegar de sus países de origen”. Su apostolado consiste en “estar, acompañar, formarme e informar, desmentir bulos, apoyar en los Círculos de Silencio haciendo visibles las realidades de nuestros hermanos migrantes, denunciando injusticias y llamando a compartir una fraternidad y acogida sincera; para despejar miedos y sinrazones que humillan y fomentan la fobias y odios al diferente”.
Pérez insiste en la necesidad de hablar cara a cara con ellos, mirándolos a los ojos, “porque es ahí donde descubres el valor que tienen, los sufrimientos por los que han pasado y siguen pasando; cuando descubres al ser humano que tienes delante, sólo puedes intentar por un instante ponerte en sus zapatos y entonces, como creyente ves a Cristo que sufre y al que puedes ayudar, al que sonríes y abrazas, al que ya no temes sino a quien consideras un amigo, un hermano, alguien a quien decir: No estás sólo”.
Todos somos migrantes en esta tierra
Ana Sáenz de Santa María dedica su tiempo a acompañar a personas que llegan a España buscando mejor calidad de vida. “Comencé en Villa Teresita y conocí a las mujeres víctimas de trata, que eran obligadas a dedicarse a la prostitución ‘para pagar’ su viaje a Europa. Luego he continuado dedicada a los migrantes acompañándolos cuando precisan ingreso hospitalario o cuando las mujeres dan a luz porque soy médico y conozco bien el ambiente hospitalario”.
Añade que cuando le propusieron pertenecer a la Delegación de Migraciones desde la Parroquia Jesús Obrero, le pareció “un regalo, un privilegio y acepté encantada. También ofrezco mi casa cuando alguna persona migrante y su familia precisan de una casa de acogida para una estancia corta”.
La vinculación de David López con esta pastoral diocesana surgió de manera similar que el resto de sus compañeros. Él, con un grupo de personas tenía en mente habilitar un piso de acogida para inmigrantes. “Mi servicio es una total disponibilidad a todas las iniciativas que parten de la Delegación de Migraciones, creemos que es un espacio que puede generar mucha vida y toma de conciencia a nivel Iglesia diocesana de la problemática, personalmente me sirve también para compartir inquietudes y es fuente de consuelo también en nuestra iniciativa de acogida a inmigrantes”.
López asevera que “encontrar un migrante es encontrarse con Dios, por ese motivo, es vital tener esta mirada, sabiendo que en ellos está su Presencia; debemos acogerlo y amarlo en el migrante”.
De la misma manera, María Auxiliadora Carmona imparte clases de español en el proyecto Nazaret. “Es mucho lo que recibo de la delegación de Migraciones, admiro su compromiso y el servicio que prestan a los hermanos migrantes y a la Iglesia de Sevilla. Me siento en casa e intento imitarles. Me hacen revisar continuamente mi compromiso cristiano. Me ayudan a ensanchar el espacio de mi tienda».
Los voluntarios de la Delegación Diocesana de Migraciones coinciden en que un parece que todos los pasos que se dan son solo un grano de arena, pero, desde Cáritas, desde las hermandades, asociaciones, parroquias y movimientos, desde la delegación de Migraciones, “juntos, podemos hacer mucho y como nos pide el papa Francisco: Encomendémoslos a todos a la intercesión de la bienaventurada Virgen María, signo de esperanza y de consuelo en el camino del pueblo fiel a Dios”.