Entrevista a Julio Cuesta: “La Iglesia, con el Evangelio en la mano, siempre ha estado a la altura”
Para encontrar unos precedentes al contexto religioso y social que nos depara este estado de emergencia, con la suspensión de las estaciones de penitencia como uno de sus efectos, hay que remontarse muy atrás en la historia. Uno de los daños colaterales de esta Semana Santa sin cofradías es el pregón que Julio Cuesta tendría que haber pronunciado el Domingo de Pasión. Va a tener que esperar un año para su cita desde el atril del Teatro Maestranza, pero antes tendrá la oportunidad de reflexionar, como todos, sobre el reto que tenemos como cristianos y ciudadanos en una sociedad que no puede regresar a la normalidad como si nada hubiera pasado.
¿Qué lectura hace el pregonero del parón que estamos dando en nuestras vidas con motivo de esta pandemia?
Lo tomo como una bendición de Dios en forma de oportunidad para salir de la rutina y del espacio de confort en el que habitualmente nos desenvolvemos. Estamos teniendo tiempo y ocasión para estar con nosotros mismos, con nuestra familia inmediata, interesados en cómo se encuentran nuestros allegados y amigos, y muy conscientes de la fragilidad y la inseguridad de nuestra salud. Además, viviendo cada día ante el fallecimiento y el sufrimiento de tantas personas no solo compatriotas nuestros sino de toda la humanidad. Estamos, en ese sentido, contemplando un mundo más pequeño y más nuestro.
Se dice que esto debe servir para pararnos, para reconsiderar lo que somos y adónde vamos… ¿Seremos capaces?
No es que seamos capaces, sino que ya nos está sirviendo. Nunca mejor aplicado aquello de que “a la fuerza ahorcan”. Los hechos son tan dramáticos y contundentes que por sí solos representan una excepcional lección que nos está dando nuestra propia condición frágil, la vida misma. Está haciéndonos recapacitar sobre la humanidad y el sentido de nuestra vida. Nuestra sociedad, en tres generaciones, no ha recibido una llamada de atención tan potente y tan prolongada. Es imposible ignorarla. Y las consecuencias que vienen serán lamentablemente el eco repetitivo de esa llamada. Para seguir aprendiendo.
Misas en streaming en unos 70 templos, Cáritas reforzando sus campañas, la Archidiócesis presta el seminario y aporta una importante cantidad de dinero para luchar contra el coronavirus, las hermandades tiran de imaginación para salir al paso con sus medios… ¿Se puede decir que la Iglesia está a la altura de las circunstancias?
La Iglesia, con el Evangelio en la mano, siempre ha estado a la altura. Por eso, responde y, sobre todo, se espera mucho, todo, de ella. En estos momentos, la Iglesia y los cristianos tenemos una oportunidad de oro para seguir siendo ejemplares en la ayuda, en la motivación, en la cercanía y compasión del que sufre, en la oración siempre. La Iglesia, los cristianos, debemos estar no a la altura de las circunstancias sino por encima. Y en ese sentido, todo lo que hagamos es poco.
¿Su nombramiento para la Cuaresma de 2021 palia de alguna forma esta mala experiencia personal?
El Pregón de la Semana Santa de Sevilla es en sí y en todo el proceso de su elaboración una gran ilusión y una emoción muy poderosa. Esa ilusión es ya mía para siempre. Ha sido como una preciosa jugada de área a área que ya desde el área pequeña no se ha podido rematar a puerta. El Árbitro, El que todo lo ve, pitó el final del partido. Y así lo interpreto y no me ha dejado mal sentimiento. Agradezco muy profundamente al Consejo de Hermandades la oportunidad que me da para iniciar de nuevo la jugada con mucha más ilusión si cabe.
Como cofrade, ¿cuál será su actitud cada uno de los días de la próxima Semana Santa? ¿Ha pensado vivirla de alguna forma especial?
Esta va a ser una Semana Santa única, íntima, más profunda y espiritual, porque no va a tener las posibles distracciones que ofrece la agitación y el movimiento consustanciales de las estaciones de penitencia habituales. Este parón nos vendrá bien. Seguirá siendo Semana Santa, pero la viviremos de manera muy personal además por el recogimiento al que estamos obligados. Ello facilitará la participación en familia en los cultos que se emitan por medios de comunicación. Creo que muchos saldremos sorprendidos de esta dimensión nueva de la conmemoración de la Pasión del Señor.
¿Cómo se le explica a alguien de fuera lo que supone para un cofrade los días que vamos a vivir?
El cofrade, que vive con autenticidad su condición de cristiano comprometido con su hermandad y devoto de sus titulares, no debe tener dificultad para explicar a un forastero lo que supone la Semana Santa tanto en condiciones habituales, con todas sus expresiones públicas, como en el estado excepcional de este año. La conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor en nada cambia. Cada hermandad es un ejercicio de espiritualidad independientemente de las circunstancias. Esta Semana Santa tal ejercicio será más íntimo, y debo pensar que más puro. He explicado muchas veces nuestra Semana Santa a extranjeros. No es difícil de comprenderla. Quedan sorprendidos. Alguno hasta es ya hermano de una hermandad.
¿Y qué le diría a un cofrade desolado por esta semana tan atípica?
Que aproveche esta situación tan excepcional para reflexionar sobre lo importante de nuestra condición de cofrades. No es nada más que tener presente que, de cualquier forma, es la Pasión de Jesucristo y el acompañamiento de su Santísima Madre lo que recordamos y compartimos con la comunidad cristiana, con nuestra hermandad. Tengo la esperanza de que esta Semana Santa de 2020 nos va a descubrir aspectos y vivencias muy ricos y provechosos.
Durante la preparación de su pregón, ¿ha tenido ocasión de conocer mejor a las hermandades?
Las hermandades, todas, y muchísimos cofrades se abren generosamente al pregonero. Dan estímulo y apoyo, procuran ayudar en todo lo mucho que pueden, y encomiendan el pregonero a sus titulares. Me han abierto sus puertas a los actos más íntimos y entrañables. Durante estos meses últimos me han abrumado con sus atenciones. He recibido el efecto de sus oraciones. Son éstas oportunidades para conocerlas mejor y comprobar que nuestra ciudad y nuestra Iglesia de Sevilla tienen una joya espiritual y humana en todas sus hermandades que debemos conocer mejor, respetarlas y quererlas.
¿En qué ha podido cambiar la impresión que tenía de ellas?
Afortunadamente no he cambiado mi impresión, se ha reforzado el cariño y el respeto que siempre les he tenido.
¿Qué tiene pensado hacer cuando salgamos de esta?
En mi caso tan particular, tengo el encargo de dar el Pregón de nuestra Semana Santa del año próximo. Debo empezar ya a rebuscar en la “bibliografía” de mi corazón y de mi memoria. También procuraré vivir intensamente esta Semana Santa que nos puede dar nuevas claves de su espiritualidad. Sacaré emociones y recuerdos que, puestos sobre el papel, me sirvan para compartirlos con los sevillanos el Domingo de Pasión de 2021, si Dios quiere. Si el Árbitro que rodo lo ve, permite la jugada y el remate a puerta.