Entrevista a monseñor Asenjo: “Pido a los sevillanos no bajar la guardia y no olvidar a los pobres”
El pasado viernes, 8 de mayo, el periodista y miembro de la Delegación diocesana de Medios Pablo Enríquez entrevistaba a monseñor Juan José Asenjo, Arzobispo de Sevilla, en el programa El Espejo de la Iglesia de COPE Sevilla, dirigido por el sacerdote Adrián Ríos.
Durante esta entrevista monseñor Asenjo explicó cómo está sobrellevando el confinamiento y destacó la labor desempeñada durante esta pandemia por las instituciones eclesiales, especialmente por Cáritas Diocesana. Igualmente, expresó su orgullo por el ejemplo de los fieles sevillanos y por el clero diocesano, de los que dijo que “no se han quedado en los despachos para servir a los pobres, sino que encabezan las listas de voluntarios de Cáritas”.
Asimismo, el Arzobispo hispalense explicó algunas medidas de cara a la desescalada en los templos sevillanos y apuntó los próximos eventos a celebrar en la Archidiócesis.
Reproducimos a continuación la entrevista completa que también puede escuchar de forma íntegra aquí.
Don Juan José, cumplimos casi 60 días de estado de alarma. Casi dos meses confinados y, lógicamente, muy limitados en nuestras ocupaciones habituales. Antes de nada, ¿cómo lleva esta clausura?
Yo llevo el aislamiento con paciencia y resignación cristiana. No me está costando demasiado: rezo, camino, escribo, leo, escucho música e, incluso, me he permitido ver alguna película. No puedo quejarme, estoy bien. Cada día hago unos siete u ocho kilómetros, lo cual segrega endorfinas que me producen equilibrio y optimismo. No obstante, me acuerdo de quienes están mucho peor que yo, especialmente de aquellos que han perdido sus trabajos u otros motivos para estar contentos, de aquellos que viven cercados por la tristeza y las dificultades.
Solemos decir estos días que la experiencia nos servirá para calibrar lo que de verdad importa. ¿Qué ha echado especialmente de menos estos casi dos meses? O, por decirlo de otro modo: ¿Qué se ha apuntado en su agenda para hacer o decir cuando las condiciones le permitan un cierto margen de manobra?
Yo he echado en falta, sobre todo, el trabajo ordinario y la rutina de cada día. He estado prácticamente solo estos meses, así que he echado de menos salir a los pueblos y a las parroquias, en definitiva, estar en contacto con los fieles, que es lo que rejuvenece y da sentido a la vida del Obispo. Además, de forma personal, he echado en falta salir una tarde al campo.
Aunque le estamos escuchando a diario a través de COPE, todo es muy virtual. También para usted. ¿Cómo se siente un pastor sin la presencia física de su pueblo y sus colaboradores?
Siento que me falta algo esencial en mi ministerio. El hacer el Obispo no es como un monje que viva en clausura, sino que es un pastor que necesita del acompañamiento, la escucha, la relación y del contacto con sus fieles. Yo estoy deseando reemprender la vida ordinaria desde la perspectiva pastoral.
Mantiene, imagino, contacto con su familia…
Sí, nosotros somos una familia muy extensa: muchos primos, sobrinos…Y todos los días hablo con mis hermanos. Gracias a Dios, mi familia está bien. Ninguno ha sufrido las consecuencias de la epidemia. Yo les llamo para animarles a sobrellevar lo mejor posible el confinamiento que todos están sufriendo, excepto mi hermano Andrés que ha podido escapar de Guadalajara e irse a su huerta, donde está trabajando la tierra, su segunda vocación.
Vayamos si le parece con los decretos que publicó el pasado miércoles, unas medidas que han supuesto un cierto alivio para todos los que reclamaban la participación de los sacramentos. ¿Cree que su posición durante el estado de alarma está siendo comprendida por todos los fieles?
Yo pienso que el 95 % de los fieles lo han entendido y muchos así lo han manifestado a través del correo electrónico o de cartas que me han enviado. Otros, sin embargo, han reaccionado con mucha violencia verbal y poca compresión, eclesialidad, ni caridad. A veces los denuestos que han dirigido al pastor han sido incomprensibles, no solamente fuera de lugar para un cristiano, sino para una persona bien educada.
Echo en falta, además, mejor formación. Por ejemplo, con respecto al sacramento de la confesión, es cierto que durante los últimos años he ponderado su importancia y mi deseo de recuperarlo allí donde se haya perdido. Pero también es verdad que durante estos meses he repetido que el acto de perfecta contrición con el deseo y compromiso de confesarse después cuando las circunstancias lo permitan justifica el borrar los pecados. Lo mismo que la importancia de la comunión espiritual. Muchos santos no pudieron acceder a estos sacramentos y, aun así, fueron canonizados.
No sé si ha habido afectados por COVID-19 entre sus colaboradores, más allá del sacerdote que sabemos falleció con coronavirus hace unas semanas.
Sí, efectivamente, don Alfredo Cornejo Corona falleció el pasado 15 de abril. También han estado gravemente enfermos don Moisés López y don Antonio Borrego, pero gracias a Dios ya están fuera de peligro, recuperándose en sus casas.
Más allá de eso no ha habido más casos de coronavirus en la estructura jerárquica de la Iglesia en Sevilla y tampoco entre las religiosas de clausura. Yo he escrito a las comunidades y las he llamado ya tres veces, una por una, para preguntar cómo estaban y si tenían alguna necesidad. Todas me han confirmado que no tenían ninguna enferma, ni que han sufrido falta de víveres porque los sevillanos son muy generosos y están muy pendientes de sus conventos.
En cuanto a los sacerdotes, he llamado dos veces a las arciprestes para que me cuenten cómo van en sus arciprestazgos y he escrito tres cartas dirigidas al clero durante esta cuarentena. Finalmente, he llamado a muchos sacerdotes mayores a lo largo de estas semanas.
Hay que dar gracias a Dios porque la situación en otras diócesis y concretamente en muchas comunidades de religiosas, a diferencia de Sevilla, está siendo muy preocupante…
Pues sí. Aquí tenemos 34 monasterios de clausura y parece casi milagroso que no haya prendido el coronavirus entre estos, a pesar de que hay muchas religiosas ancianas. Es para dar gracias a Dios.
Con tanto desbarajuste, durante casi dos meses ya… ¿Podemos decir que se ha echado a perder el curso pastoral?
Yo no diría tanto. Ciertamente muchas actividades han desaparecido: catequesis, celebración de Primeras Comuniones, las Confirmaciones, etc. Todo esto queda aplazado por lo menos hasta septiembre. No parece que sea posible celebrarlas antes.
No obstante, tratamos que algunas cuestiones fundamentales no se pierdan y, en este sentido, hemos previsto celebrar el 30 de mayo la Vigilia de Pentecostés en la Catedral, o la fiesta del Santísimo Corpus el jueves, 11 de junio. Así, tendríamos una Misa solmene, con posterior procesión por las naves de la Catedral. Y, finalmente, saldríamos a bendecir al pueblo cristiano y a la diócesis desde algún puesto privilegiado de la Catedral. Nos acompañará el Cabildo, el Consejo Episcopal, dos o tres cantores, una pequeña representación de las autoridades civiles, militares y académicas, y también vamos a invitar a los que han estado dando la cara en esta pandemia: en concreto las Fuerzas de Seguridad del Estado y los profesionales sanitarios.
Además, el día 13 de junio está previsto el Consejo de Pastoral y el día 18 celebraremos también la Misa Crismal, en la víspera de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Será en la Catedral y pretendemos que vengan todos los sacerdotes que puedan.
Más adelante, el 20 de junio será la ordenación sacerdotal de los diáconos, también en la Catedral, y cinco días más tarde organizaremos una celebración conjunta del Consejo del presbiterio y del Consejo de Arciprestes.
Volviendo a los decretos, hay quizá un punto concreto que haya que explicar. Don Juan José, ¿ha eliminado o ha dispensado del requisito de la confirmación para ser padrino de bautismo o de confirmación?
No se han eliminado, sino que se permite que, si no hay más remedio, un padrino de Bautismo o de Confirmación pueda acceder a este ministerio sin estar confirmado dadas las circunstancias, pero con el compromiso de que después participe en las catequesis correspondientes.
El decreto prohíbe procesiones y actos religiosos en la vía pública mientras no pueda haber concentraciones en las calles. Y, por ejemplo, se ha quedado pendiente la coronación canónica de la Virgen de Escardiel, que sería en este mes.
En referencia a Escardiel, habrá que fijar una nueva fecha. Yo ya he pedido al sacerdote, de acuerdo con la Hermandad de Escardiel y teniendo en cuenta el parecer de las autoridades civiles, propongan dos o tres fechas para que yo pueda elegir la que mejor cuadre en mi agenda en el mes de septiembre u octubre.
Nos consta su consternación por la victimas del virus y sus familiares. Desde hace varias semanas hay un crespón negro en el balcón principal del Arzobispado y las banderas ondean a media asta desde el jueves. Son signos elocuentes, pero… ¿Va a celebrarse una funeral por todas las víctimas de la pandemia en nuestra diócesis?
Yo pensaba organizar por nuestra cuenta un funeral solemne en la Catedral, al que invitar a las autoridades y al pueblo, cuando las circunstancias lo permitiesen. Pero me he encontrado que la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal habla de una fecha única para toda España, en la que en todas las catedrales españolas celebremos este funeral por las víctimas de la pandemia. No obstante, aún no hay fecha. Yo me voy a adaptar a la fecha que su sugieran por razones de unidad y comunión.
Usted está al corriente, como todos, a través de los medios de comunicación, de cómo se está llevando este estado de alarma. ¿Qué opinión le merece el comportamiento de la sociedad que más cerca le toca, la sociedad sevillana, ante las restricciones que se derivan de esta situación?
Yo creo que el pueblo sevillano y la Archidiócesis se han comportado ejemplarmente. Han observado el aislamiento, pese a que ha habido algunas excepciones y la Policía ha puesto las correspondientes multas. También ha habido alguna excentricidad, sobre todo al salir a las ocho de la tarde a los balcones a aplaudir a nuestros héroes. Muchos han aprovechado para hacer algunas bobadas de escaso gusto, pero tampoco tiene mayor importancia. El comportamiento general de los sevillanos ha sido ejemplar.
Hablemos de la crisis económica que se avecina o, mejor dicho, que ya tenemos encima. La Iglesia no vive al margen de la sociedad ¿Cómo afrontará nuestra Iglesia la carestía que ya están viviendo muchas familias, empresas e instituciones sevillanas?
Como siempre se ha comportado la Iglesia en situaciones parecidas. Siempre hemos sido la última puerta a la que han llamado los pobres cuando se le cerraban todas las demás.
Yo he dicho muchas veces sentirme orgulloso del comportamiento de la Iglesia en Sevilla en relación a la crisis anterior (año 2007 y siguientes). He dicho alguna vez que si no hubiera sido por la Iglesia (es decir, por Cáritas Diocesana, las Cáritas parroquiales, obras sociales de los religiosos y religiosas, así como el compromiso serio de las hermandades y cofradías) aquí habría habido mucha gente que hubiera pasado hambre, incluso algún episodio desagradable desde el punto de vista del orden público.
La Iglesia va a seguir ayudando a los pobres; es la samaritana de la humanidad. Como dijo el papa Pablo VI y como ratificó el Concilio Vaticano II: Vamos a seguir bajándonos de nuestra cabalgadura, para curar, limpiar y vendar las heridas físicas y morales de tantos hermanos nuestros que van a quedar al margen de la vida social. No dudo de que ya lo está haciendo Cáritas, que ha aumentado casi un 40 % su actividad y su atención a los pobres de nuestra diócesis durante esta cuarentena.
Otro tanto puedo decir de nuestros sacerdotes, que se han arremangado, que no se han quedado en los despachos para servir a los pobres, sino que son los primeros en encabezar la lista de voluntarios de Cáritas, a los que también he escrito una carta agradeciendo su compromiso y entrega. También los sacerdotes están dando un do de pecho y estoy muy orgulloso por ello.
Imagino que también la Administración Diocesana no tendrá más remedio que revisar sus cuentas y sus prioridades de gastos de cara a los próximos meses.
Ya lo hicimos la pasada semana en el Consejo Episcopal y, efectivamente, se van a clausurar obras en marcha. Al carecer de colectas y de la ayuda inestimable del Cabildo Catedral, lógicamente nos limita muchísimo. Esperemos que estas circunstancias cambien pronto y podamos seguir con nuestro programa de restauración de iglesias y ayuda a las parroquias, sobre todo a las más pobres, para que conserven sus bienes inmuebles.
Terminamos ya. Nadie va a olvidar estos meses, sin duda serán un punto de inflexión en nuestras vidas. En sus pronósticos más inverosímiles imagino que nunca dibujó un escenario como este para el tramo final de su episcopado… ¿Con qué mensaje nos despedimos?
Efectivamente, nunca pensé en lo que ha ocurrido. Algunas noches me despierto y pienso que es una pesadilla, pero no, es la cruda realidad. Mi final de servicio a la diócesis de Sevilla va a coincidir en gran medida con la existencia de esta plaga. Dios quiera que vaya terminando.
El mensaje que yo dejo a los fieles es que no bajen la guardia. Yo repito muchas veces un hecho histórico: el día en que el papa Francisco fue elegido le recordaron que no se olvidara de los pobres y hasta ahora no se está olvidando. Pues esto mismo pido yo a los sevillanos en estas circunstancias, que no se olviden de los pobres.
Quiero añadir también que la caridad necesita de unas raíces firmes y profundas, que son el amor a Dios y la vida espiritual. Sin una vida espiritual honda y profunda; sin la amistad y la intimidad con el Señor, nuestros compromisos de fraternidad y servicio terminan agostándose por falta de raíces. Porque solo los amigos de Dios perseveran hasta el final.
En definitiva, vida espiritual y compromiso fraterno es mi consejo para estos días y estos meses.