Entrevista a Óscar Díaz, Vicario Episcopal para la Nueva Evangelización: “¿Por qué tenemos complejo de ser cristianos y católicos?”
Óscar Díaz Malaver ha sido nombrado vicario episcopal para la Nueva Evangelización. Una responsabilidad que le lleva a asumir igualmente las competencias de la Delegación de Catequesis. Nacido en Sevilla en junio de 1981, acaba de regresar de Roma, concretamente de la Universidad Lateranense, donde ha estado formándose en pastoral. Con la perspectiva que dan los años vividos tan cerca de la sede de Pedro, ahora comienza una etapa que ya viene trazada en las Orientaciones Pastorales Diocesanas.
Ha estado formándose estos años en la Universidad Lateranense ¿Qué le ha aportado esta formación? ¿Qué se trae para poner en práctica?
De Roma lo primero que traigo es una experiencia de vivir la Iglesia universal. En una clase puede haber gente de veinte o treinta nacionalidades, de lugares muy dispersos de los cinco continentes. Yo, además, al haber estudiado pastoral, comparto cómo funciona en cada país, en cada lugar, y ves la diferencia. Ves que hay muchas cosas que se están intentando hacer en otros lugares, otras formas de entender la pastoral, otras mentalidades. Y que hay una potencialidad aún muy grande dentro de la Iglesia. A lo mejor, algo que no hemos descubierto nosotros en otro sitio es algo ya implantado.
Muchos le habrán conocido a través de las redes sociales, donde es muy activo ¿Qué le decimos a quienes consideran internet una plataforma poco adecuada para la evangelización?
Un lugar de evangelización son las redes sociales. Allá donde están las personas, donde esté el ambiente… Hoy se consume mucho más internet, más redes sociales que radio, televisión, prensa. Ahí tiene que estar la Iglesia, tiene que estar el Evangelio. Eso ya es cultura, y el Evangelio tiene que estar siempre en la cultura.
¿Cómo ha visto desde Roma la apuesta de la Archidiócesis por el modelo de evangelización que se plasma en las Orientaciones Pastorales?
La verdad es que está bastante en consonancia con lo que dice el papa Francisco. Los estudios que he realizado van muy en consonancia con esta serie de motivaciones y objetivos. En concreto el hecho de crear comunidad, de volver al primer anuncio, son cosas claves. También es muy interesante el planteamiento de cambiar el punto de vista, de pensar la planificación pastoral como un plan cerrado -como era antes, con un principio y un final- por una orientación. Porque la acción de Dios siempre deja una abertura a aquello que no conocemos, a aquello que el Señor nos sorprende. Y también está en la línea de lo que nos plantea la Iglesia hoy día, dejándonos sorprender por Dios, no cerrarnos en viejos esquemas, no cerrarnos en planes cerrados. Nadie podía imaginar, en un momento de crisis de la Iglesia hace tanto tiempo, que aparecieran san Francisco o santo Domingo, por ejemplo, y dieran un giro a la Iglesia. Eso no aparecía en ningún plan pastoral. Entonces, dejar esa puerta abierta de la que nos hablan las Orientaciones yo creo que va en consonancia con dejarnos llevar por donde el Espíritu nos guíe.
En estas Orientaciones se apuesta muy expresamente por el modelo de Iglesia ‘en salida’ ¿Esto es igualmente aplicable a comunidades urbanas y rurales?
Indudablemente es muy diferente el ambiente urbano al rural. La idiosincrasia es muy diferente. Lo que no cambia es que el anuncio tiene que hacerse explícitamente y sin complejos. Lo que nos falla es que tenemos el complejo de ser cristianos, y nos cuesta. A lo mejor en un pueblo es más fácil, es más accesible, la gente tiene una pertenencia a un lugar, y en la ciudad es más complicado. Pero salir a la calle a anunciar el Evangelio, a rezar antes de comer por ejemplo en un McDonals, puede darnos un poco de complejo. Sin embargo, cantar por las calles el himno del equipo que nos gusta no nos da ningún complejo. Entonces, ¿por qué tenemos complejo de ser cristianos y católicos? Esto se puede aplicar en todas partes, hay que perder ese miedo a mostrarnos como lo que somos.
Eso de ir puerta a puerta, a algunos les podrá sonar como prácticas habituales de otras confesiones, y, sin embargo, en las Orientaciones se apuesta por ello.
Es algo que nosotros con el paso del tiempo hemos ido perdiendo. Vivimos en una sociedad que ha tenido un pasado católico, cristiano y de transmisión de la fe en la familia. Y se sobreentendía todo esto. El primer anuncio estaba garantizado. Ahora no. Tanto tiempo de acomodación nos ha hecho tener una pastoral de mantenimiento, bien organizada, funcionando, pero que no va a darle fuerza a ese primer anuncio, a llegar a los que no están, a proclamar con parrexía, con fuerza, que somos cristianos, a llamar a la gente que no está, a invitarlas… Nos hemos relajado. Vivimos en una España relajada a nivel de evangelización. Hemos hecho muy bien la pastoral, pero el paso previo, que es la evangelización, el primer anuncio, como antes se hacía en las familias, lo hemos relajado. Y hoy nos parece algo de otras confesiones. Si cogemos los Hechos de los Apóstoles, vemos cómo los apóstoles y la Iglesia primitiva comienza anunciando por las casas, por las calles, y así iban creando comunidad. Nosotros nos hemos encontrado comunidades que funcionan y nos hemos olvidado de ese primer anuncio a los que no están.
Las misiones van a ser responsabilidad suya para este curso ¿Qué perspectivas tiene?
Continuarán en la misma dinámica, con el deseo de ir poniendo en práctica lo que nos dicen las Orientaciones Pastorales: fortalecer el tejido comunitario. Con lo cual, se me hace muy interesante que en la diócesis hay muchos carismas, algunos muy manifiestos, otros por descubrir, que tienen esta fuerza misionera. Hay que crear un tejido de trabajo común, con religiosos, con personas que tienen esta misión específica, para que trabajen todos en torno a un mismo proyecto, como una sola diócesis. Implicar a las fuerzas vivas de la diócesis.
¿Y cómo puede este sacerdote compatibilizar todas estas tareas? ¿Alguna receta?
La receta a lo mejor se la puedo dar dentro de uno o dos meses, porque llevo unos días. Al final, la tarea evangelizadora es una, y todo va encaminado a lo mismo, que es anunciar a Jesús, y hacer que la gente permanezca en Jesús, y que viva en comunidad junto con Jesús. Esas son mis tareas: primer anuncio, evangelización, que la gente conozca a Jesús; catequesis, que la gente permanezca y crezca en el conocimiento; y vivir en comunidad, como se hace en la parroquia. Al final, digo, es una sola misión, muy dispersa geográficamente, pero sabiendo que es un solo proyecto de Dios. Si el Señor da la tarea, dará la fuerza.
Estos días ha estado en Brasil conociendo un nuevo modelo evangelizador –el SINE-¿Podemos importarlo, es igualmente aplicable en cualquiera de nuestras comunidades?
No. Hay una cosa que hay que tener muy en cuenta, y es que un método de evangelización, un método de este estilo, no se puede trasplantar sin más. Cuando se crea un sistema así se hace pensando en una sociedad, una cultura y una geografía. Los elementos comunes, rescatables y positivos sí que se pueden transportar. Pero no de una manera total y global, porque nosotros no podemos tener un plan predeterminado a una determinada realidad, sino que tenemos que ver en la realidad dónde está Dios, dónde está actuando, dónde hay que poner las fuerzas y por dónde caminar. Y eso lo da cada lugar. Incluso un método puede valer para una parroquia y para otra no.
Óscar Díaz es vicario para la Nueva Evangelización ¿No se trata de un término quizás algo desgastado desde que lo acuñara Juan Pablo II?
De hecho, antes se hablaba más bien de nuevos tiempos de evangelización, así hablaba Pablo VI. Es un término, sí, que se ha utilizado tanto y tan a la ligera que yo creo que no entendemos el significado. Cuando Juan Pablo II habla por primera vez en estos términos lo hace en Polonia, en 1979, y allí les habla a unos obreros de que hace falta una nueva evangelización -Polonia sale de una situación crítica y difícil- y les dice que se tienen que poner a evangelizar como los primeros cristianos. Después vuelve a repetir este término, y es donde toma fuerza, en Haití, en 1983, cuando se está preparando la celebración del Quinto Centenario de la Evangelización de América. Y se usa para decir que hace quinientos años se evangelizó desde cero, y fue una cosa maravillosa. Ahora tendríamos que plantearnos si tendríamos que evangelizar de nuevo con aquella fuerza y aquel ardor. Y en esto consiste la nueva evangelización, no en que sea nueva, porque la evangelización o es nueva o no es evangelización. Tenemos que evangelizar, desde el principio, desde lo básico, desde lo pequeño, a aquellos que pensamos que ya están evangelizados, y hacerlo con la misma fuerza que al principio: sin creernos que estamos en una sociedad cristiana.
Para terminar, ¿hay que cambiar quizás la forma de impartir catequesis?
Creo que más que la forma de hacer catequesis es el entusiasmo y la fuerza con la que se da la catequesis. Antes que un método, unos contenidos y una estructura, lo importante es que aquella persona que intenta evangelizar a los demás, que intenta dar catequesis, esté convencida y convertida. Y tenga la capacidad de transmitir eso a los neófitos, a los catecúmenos. Los materiales están, las estructuras están, métodos existen incontables, la pedagogía está, pero lo que se transmite es una fuerza, un espíritu, una vida. Y ahí es donde tenemos que hacer hincapié, en que seamos evangelizadores con espíritu, como nos habla en la Evangelii Gaudium el papa Francisco. Yo creo que la fuerza está en cómo transmitamos el mensaje de manera personal, más que en formas y métodos. Creo que está bastante bien estructurado, pero que nos hacen falta esos evangelizadores con espíritu, con ganas.