Entrevista al delegado diocesano de Pastoral de la Salud: “Ahora más que nunca somos ‘Iglesia doméstica’ que reza unida por una causa común”
Manuel Sánchez de Heredia es delegado diocesano de Pastoral de la Salud y como tal, sigue muy de cerca las novedades de la emergencia sanitaria causada por el patógeno Covid-19. En contacto permanente con profesionales sanitarios y enfermos, Sánchez de Heredia hace un repaso por las recomendaciones que las autoridades sanitarias realizan con el fin de evitar la propagación del coronavirus. Además, agradece el “trabajo encomiable” de los profesionales sanitarios en su lucha contra esta epidemia y envía un mensaje ánimo a todos los agentes de pastoral de la salud que, responsablemente, están confinados en sus casas.
- Ante la declaración del estado de alarma los cientos de voluntarios de la Pastoral de la Salud han tenido que quedarse en casa. Pese a ello, esta Pastoral no se cruza de brazos.
Desde la Pastoral de la Salud, como no puede ser de otra manera, lo primero es colaborar activamente con las autoridades sanitarias. De manera que, si hay que quedarse confinado en casa y no salir para evitar la expansión de la pandemia, los agentes de Pastoral de la Salud son los primeros que acatan estas instrucciones. Aunque el hecho de no visitar a los enfermos no significa un cese de la actividad, ya que los agentes desde sus casas tienen muy presente a los enfermos y mayores a los que visitan y acompañan en circunstancias normales. La oración por los enfermos es parte esencial en Pastoral de la Salud. Y estoy seguro de que las llamadas de teléfono también estarán aliviando ese confinamiento tanto a los visitados como a los visitantes.
Por tanto, a todos ellos dirijo mi afecto y oración agradecida, porque sé el dolor que les causa no poder visitar a sus mayores y enfermos. Sé también que lo más bonito en las visitas que realizan es la experiencia de encuentro con el Señor, “recibimos mucho más de lo que damos” es la máxima de los agentes. Estos son momentos para sentir también lo que muchos de nuestros visitados sienten cuando la única compañera en casa es la soledad. Sentir también, en carne propia, ese anhelo que ellos sienten deseosos del día de nuestra visita. Pasará esta Cuaresma, extraña y que se prolongará más de cuarenta días; llegará la Pascua y entonces saldremos, con la fuerza del Señor Resucitado, para llevar la alegría, el amor y la presencia de Jesucristo a todos los mayores y enfermos.
- Como capellán de la ciudad sanitaria Virgen del Rocío imaginamos que mantiene contacto con el personal sanitario que está atendiendo esta emergencia, ¿cuáles son sus mensajes para la población?
Están haciendo, como siempre, un trabajo encomiable con gran profesionalidad y con cierta falta de recursos. El mensaje que nos transmiten no puede ser otro que agradecer esos aplausos que reciben, pidiéndonos que seamos responsables, extremando el confinamiento doméstico y cuidando la higiene de las manos, siguiendo con seriedad las indicaciones que constantemente dan las autoridades sanitarias. Y por supuesto, que no saturen los servicios de urgencias con consultas que se pueden resolver por teléfono. Lo más necesario, ahora mismo, es quedarse en casa.
- Sin duda, es uno de los colectivos que ha protagonizado un papel heroico estos días, dejándose la piel ante esta crisis.
Efectivamente, por eso, animo al personal sanitario a seguir haciendo el bien con la profesionalidad que siempre les caracteriza y renovando, diariamente, su vocación de servicio a la salud y a la vida. Contáis con el respeto, cariño y oración de toda la Iglesia, siempre pedimos por vosotros, pero ahora más. Y para lo que necesiten nos tienen a su entera disposición, en la medida de nuestras posibilidades, estamos para ayudar en todo lo que, de bueno, sirva a la salud y a la vida de los hombres. Que Dios les bendiga copiosamente y guarde y proteja a todos sus familiares.
- Precisamente en esa ayuda y disposición para con los profesionales sanitarios se incluye su acompañamiento espiritual:
Sí, los que son creyentes nos piden que recemos por ellos. Muchas veces sólo con sonreírles y saludarles amablemente les ayuda, así como saber que estamos ahí para lo que necesiten. Alguno se acerca a la capilla y nos pide la comunión, ya que se han suprimido las celebraciones de la Eucaristía con asistencia de fieles en toda la Archidiócesis.
- Y con respecto a los enfermos, ¿permiten el acceso de los capellanes a los hospitales para visitarlos y para atender sus últimas necesidades religiosas?
Por supuesto que sí. Tenemos que ser cuidadosos con las medidas de protección, no tanto por nosotros mismos, que también, sino porque tenemos que visitar a muchos enfermos y no podemos ser vectores de transmisión. Pero todo enfermo que lo solicite tiene derecho a la atención espiritual y nadie pone impedimento a la labor del capellán.
- Pero no sólo ellos necesitan una guía espiritual en estos momentos de tanta incertidumbre, miedo y sufrimiento. ¿Es posible observar esta epidemia con una mirada de fe?
Esta circunstancia, como todas en la vida, se puede observar con mirada de fe. Dios no manda ningún castigo ni epidemia, a modo de plaga como las del Éxodo en Egipto, Dios quiere la salud y la vida de los hombres. La fe nos ayuda a vivir esta circunstancia como una oportunidad para crecer y madurar, descubriendo nuestra vulnerabilidad, la caducidad de los bienes terrenos, el valor de lo esencial en la vida, la necesidad de rehacer nuestras relaciones con los demás y con la naturaleza tantas veces maltrecha, entre otras cosas.
- ¿Cómo podemos los cristianos ayudar a los enfermos por coronavirus y a sus familiares teniendo tan limitada nuestra movilidad?
La mejor ayuda que podemos prestar es quedarnos en casa, sin duda alguna, teniendo, ahora más que nunca, la certeza de que somos “Iglesia doméstica” que reza unida por una causa común. La Conferencia Episcopal Española y nuestro Arzobispo, monseñor Asenjo, nos han indicado una larga serie de peticiones para dirigir al Señor con el rezo del santo Rosario en familia o rezando la liturgia de las horas. Así también, participando en las Eucaristías vía streaming y haciendo comunión espiritual. Los cristianos tenemos la fuerza de la oración y nuestros mensajes siempre llenos de esperanza.
- Y además de la oración, ¿qué gestos sencillos podríamos realizar para aliviar la soledad especialmente de los mayores que están solos?
Como los mayores son colectivo de riesgo de poder desarrollar enfermedad más agresiva, debemos tener mucho cuidado. Si viven con familiares no les faltará la alegría de los hijos o nietos con los que conviven, aunque siempre hay que respetar su ritmo y sus necesidades de cierta tranquilidad. A los que están solos, desgraciadamente, no debemos acompañarles físicamente en estos momentos, pero tenemos la posibilidad de una llamada serena para escucharles, de enviar un mensaje de ánimo y esperanza. Debemos estar disponibles para llevarles la compra y medicamentos a los vecinos, o simplemente saludarles desde el balcón.
- Finalmente, ¿hay algún santo al que dirigirnos especialmente contra esta pandemia?
En nuestra oración nos encomendamos siempre a Dios por medio de Jesucristo, pidiendo la ayuda y cooperación de la Santísima Virgen María. Los santos son intercesores y hay infinidad de ellos en el canon como para atender en las diversas enfermedades y dolencias. Algunos de ellos se destacaron en su momento histórico al salir al frente de los enfermos en ocasión de alguna epidemia. Cada uno tiene sus devociones, lo importante es orar. Aquí en Sevilla tenemos como gran intercesora a Santa Ángela de la Cruz, porque además no dejamos de ver el ejemplo de sus hijas asistiendo a los pobres y a los enfermos siempre.
Para concluir, quiero recordar que cuando todo esto pase y volvamos a la normalidad, Dios nos ayude para que sea pronto, no olvidemos que seguirá habiendo mayores y enfermos necesitados de una visita, de una llamada, de una mano amiga que quiera acariciar y servir. En los grupos de Pastoral de la Salud siempre tendrá las puertas abiertas a nuevos voluntarios.