ENTREVISTA | Cuaresma: transición, camino, cambio a una vida plena
Hoy, Miércoles de Ceniza, iniciamos el tiempo litúrgico de Cuaresma. Un período de casi seis semanas en el que nos preparamos para la Pascua. La Cuaresma concluirá en la hora nona del Jueves Santo, justo antes de la Misa de la Cena del Señor, al comienzo del Triduo Sacro. Vigilia, ayuno, oración, limosna, el color morado, la ceniza… Son muchos los ritos asociados a este tiempo litúrgico, con una raíz en las Escrituras, que han llegado a nuestros días con particularidades asociadas a cada contexto histórico y territorial. Las explica Joaquín de la Peña, miembro de la Delegación diocesana de Liturgia.
La palabra Cuaresma tiene relación con los cuarenta días, el período en el que se le pide a los fieles la conversión del pecado a una vida nueva. Cuarenta es una cifra muy bíblica, y lo vemos en los cuarenta días de ayuno del Señor en el desierto o en los cuarenta años del éxodo del pueblo de Israel. Esta cifra está muy relacionada con la aridez, la sequedad, el sufrimiento del tránsito por el desierto.
Y este tránsito pasa por tres ejes: limosna, oración y ayuno.
Efectivamente. Son, por así decirlo, las tres herramientas que la Iglesia nos pone para alcanzar la clave de la Cuaresma, que es la conversión, ese pasar de una vida incompleta a la vida que nos llegará el Domingo de Pascua con Cristo resucitado.
¿Qué simboliza la ceniza que recibimos al inicio de la Cuaresma?
Tiene una raíz antropológica importantísima. Casi todos los pueblos del arco mediterráneo utilizaban la ceniza para representar dolor, arrepentimiento y tristeza. Para el pueblo hebreo era muy importante la ceniza. Recordemos cómo Jesús a los fariseos les echa en cara que cuando ayunan o hacen oración se envuelven en ceniza. Es algo muy metido en esta cultura mediterránea. La Iglesia después lo adaptó como símbolo de penitencia, de transformación. La raíz es aquello que ha tenido vida, que ha sido consumido por las llamas, y nos quedan estos restos.
¿Y cómo se han obtenido las cenizas?
Debería salir de la combustión de las palmas del Domingo de Ramos del año anterior. Hoy día se utilizan también los ramos de olivo bendecido.
¿De dónde viene la vigilia?
Viene de las Escrituras. El Señor se va al desierto a orar, y para orar ayuna. Una vigilia que, en los primeros tiempos, en los siglos tercero y cuarto, era importante. Incluso había más signos externos, como vestirse con un sayal, con tela de saco. Esa vigilia se ha ido atemperando a lo largo de los siglos, y ahora prácticamente la reducimos a la abstinencia.
Vemos que, para los fieles de rito latino, las normas sobre abstinencia eran obligatorias entre los 18 y 58 años ¿Sigue siendo así?
Sigue siendo así. Pero ya sabemos que en nuestra Archidiócesis es tradición que en Semana Santa el arzobispo dispense de esta abstinencia y ayuno, coincidiendo con las estaciones de penitencia.
Otro signo de este tiempo es el color morado de los ropajes de los sacerdotes ¿Por qué este color?
Esto tiene también una raíz histórica. Era el color de los emperadores romanos, porque la tinta con la que se impregnaba el lienzo blanco era muy costosa, y solo se lo podían permitir los reyes. Pero para la Iglesia tiene un sentido más: cuando aparece este color en la liturgia de la Iglesia siempre estamos hablando de transición, de camino, de cambio. Aparece en el Adviento como espera al Dios que se nos va a hacer hombre en el seno de la Virgen María; o en las exequias, porque simboliza el tránsito de una vida incompleta sin Jesucristo a una vida ya completa en la Resurrección del Señor. Y aparece en la Cuaresma ¿Por qué? Porque simboliza el paso de una vida incompleta a la vida que vamos a vivir el Domingo de Pascua.
También es tradición reservar unas fechas para cubrir las imágenes
Sí, se cubren el Jueves Santo para que amanezcan cubiertos los altares el Viernes Santo. Simboliza la ausencia del Señor. Tal y como rezamos en el Credo, descendió a los infiernos. Esto incluía también a la cruz, y recordemos que no solo se tapaban los altares, se hacía también con las cruces que procesionaban esos días en las estaciones de penitencia.
Yendo más allá, no hace demasiado se recomendaba estos días no bañarse en un río, no vestir de rojo o… ¡No cortarse el pelo!
Respondía a la inculturación de la liturgia. Alrededor de la Cuaresma, y en una región tan rica como nuestra Andalucía, vemos muchas inculturaciones alrededor de fiestas grandes. Además de esos detalles, pensemos en la gastronomía relacionada con la Cuaresma. En algunos lugares existe además la costumbre de tener una figura femenina –una señora mayor- con seis piernas, a la que cada domingo se le quitaba una. Lo vemos en Puente Genil.