ENTREVISTA | Óscar Díaz: «La nueva evangelización pasa precisamente por evangelizar como los primeros cristianos»
¿Por qué una jornada mundial de los pobres?
Quizás porque el Espíritu Santo así lo ha sugerido a su Iglesia. La celebración de esta jornada se remonta a la conclusión del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Cuando se estaban cerrando las Puertas de la Misericordia en todo el mundo el Papa Francisco tuvo la intuición de celebrar una Jornada Mundial de los Pobres como gesto concreto que perdurara en la Iglesia tras dedicar un año a reflexionar y celebrar la misericordia. La fecha pensada para celebración no fue al azar, sería el Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, lo que supondría la preparación más adecuada para vivir la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el cual se ha identificado con los pequeños y los pobres, y nos juzgará a partir de las obras de misericordia (cf. Mt 25,31-46).
Ha insistido en que esta jornada no supone “hacer cosas”, una nueva actividad social. El objetivo es otro…
Sí, exactamente. Me gustaría expresar el objetivo de esta jornada con las mismas palabras con las que el Papa Francisco nos la presentó: “será una Jornada que ayudará a las comunidades y a cada bautizado a reflexionar cómo la pobreza está en el corazón del Evangelio y sobre el hecho que, mientras Lázaro esté echado a la puerta de nuestra casa (cf. Lc 16,19-21), no podrá haber justicia ni paz social. Esta Jornada constituirá también una genuina forma de nueva evangelización (cf. Mt 11,5), con la que se renueve el rostro de la Iglesia en su acción perenne de conversión pastoral, para ser testimonio de la misericordia”. Más que hacer cosas, es un momento privilegiado en el seno de nuestra Iglesia para la oración, concienciación y cercanía afectiva hacia los más necesitados.
No obstante, desde la Archidiócesis se proponen gestos concretos ¿Cómo serán?
En primer lugar, desde la archidiócesis, se invita a preparar la Jornada con alguna catequesis tomando como referencia el mensaje del Papa Francisco titulado “No amemos de palabra sino con obras”, un marco de reflexión sobre la misma.
También se anima a que se realice algún momento de oración comunitaria en torno al lema de la Jornada y que se invite a los pobres a participar en en la eucaristía dominical y si es posible a compartir la mesa de forma discreta con ellos y aquellas personas que durante todo el año colaboran en el servicio misericordioso a los más necesitados. En ningún momento se quiere utilizar la Jornada para señalar a nadie, por lo que se pide que todo se haga con respeto y discreción.
A parte de estas notas generales, se invita a que cada comunidad parroquial, institución religiosa, movimiento o asociación puedan organizar cualquier gesto concreto desde su propio ingenio creativo y posibilidades.
¿Podremos celebrar los sevillanos de forma conjunta esta jornada?
Este año, a petición de muchos que han acogido la jornada con ilusión y entusiasmo, se ofrece la posibilidad de concluir la jornada con un momento de oración compartida. Será el domingo 17 de noviembre de 17:00 a 20:00 en la Parroquia de Jesús de Nazaret y Nuestra Señora de la Consolación en la barriada de Pino Montano.
Compartiremos una tarde de adoración con el Santísimo Sacramento donde diferentes realidades eclesiales como los son Manos Unidas, Cáritas Diocesana, Pastoral Obrera, Fundación Cardenal Spínola, Sarus, Pastoral Juvenil… y la Vicaría de Nueva Evangelización y Catequesis se han comprometido a organizar los turnos de adoración con meditaciones, cantos y música en directo. Será el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, quien abra esta tarde de oración exponiendo el Santísimo.
Durante el tiempo de adoración eucarística, además, ofrecemos la posibilidad a los fieles de recibir el sacramento de la reconciliación.
El Arzobispo este año nos pide en su carta pastoral que anima a la celebración de esta jornada a que nos detengamos ante los pobres, que les sonriamos, les escuchemos… ¿Habría quizás necesidad de revisar la mirada que se tiene que hacer desde la Iglesia a este colectivo?
No creo que suponga un nuevo modelo, quizás supone lo que siempre hemos debido de hacer, que es tratar como hermanos a los que lo son. No suele costar mucho sonreír a los poderosos y en ocasiones nos cuesta incluso mirar a los ojos al pobre Lázaro que está a la puerta.
En la primera carta pastoral que publicó nuestro Arzobispo para motivar la participación diocesana en esta Jornada nos dijo que la decisión del Papa de instituir una jornada mundial de los pobres quería espolear nuestra conciencia un tanto adormecida y estimular nuestro compromiso, una ocasión que debería suponer un fuerte llamamiento a nuestra conciencia creyente. Este año, dando un paso adelante, nos invita a devolver la esperanza a los que carecen de ella y ahí nos insta a detenernos, sonreír, escuchar… no dejan de ser hombres, mujeres y niños que esperan una palabra amistosa. Bien es sabido que el Señor nos da el ciento por uno, y nosotros queriendo acercarlos a Jesucristo, al encontrarnos, descubrimos en ellos el rostro de Cristo. Ésta es la mirada que hemos de tener.
En las Orientaciones Pastorales Diocesanas se hace hincapié en la situación de pobreza de barriadas y pueblos de la Archidiócesis ¿En qué nos compromete este dato como Iglesia?
Nos compromete precisamente a ser conscientes de esta realidad. No podemos abordar una situación mientras no reconozcamos que existe, a veces tendemos a obrar obviando lo que no nos gusta, hemos de escuchar la necesidad de esta porción del Pueblo de Dios que adolece de recursos económicos, derechos sociales y que no ve reconocido en ocasiones su papel evangelizador en el seno Iglesia, punto clave de reflexión de esta iniciativa de la Iglesia Universal.
Ante esto, es justo decir que la Iglesia en Sevilla brilla por su enorme labor social, su ayuda económica a los más desfavorecidos y su firme impulso hacia la promoción humana, una empresa que no debemos dejar de apoyar entre todos para que cada vez sean menos las situaciones de pobreza extrema las que se vean desatendidas. Como comunidad cristiana no podemos mirar hacia otro lado porque son nuestros hermanos los que claman justicia.
¿Esta realidad en qué medida condiciona el trabajo pastoral en estas zonas?
El trabajo pastoral en estas zonas creo que debe ser exactamente el mismo que en el resto de la archidiócesis y que no es otro que el que nos señala el libro de los hechos de los apóstoles: perseverar en la enseñanza de los apóstoles (catequesis), en la comunión (vida comunitaria), en la fracción del pan (eucaristía) y en las oraciones. Que los creyentes vivan todos unidos y lo pongan todo en común para repartir entre todos según la necesidad de cada uno (cf. Hch 2, 42-45). La nueva evangelización pasa precisamente por evangelizar como los primeros cristianos, es la tarea de siempre de la Iglesia.
Como he apuntado anteriormente, la única diferencia es que allí hace falta más ayuda desde la archidiócesis a nivel económico, más reconocimiento de su labor, más visualización, pero pienso que el papel evangelizador de estas zonas ha de estar en manos de los propios cristianos que allí habitan. Han de formarse, crecer en la vida cristiana… pero han de ser ellos los protagonistas de la evangelización, como ocurre en cualquier lugar de la archidiócesis.
¿De forma extraordinaria se va a trasladar la colecta de Cáritas a esta jornada?
Sí, la colecta mensual de Cáritas se hace coincidir con este fin de semana aprovechando el movimiento de concienciación y para darle una mayor visualización a lo que anteriormente se dijo sobre el actuar de la Iglesia naciente en hechos de los apóstoles: lo ponemos todo en común para repartir entre todos según la necesidad de cada uno.