Escultura religiosa del siglo XX: imágenes sevillanas de Fray José María Aguilar
Traemos hoy a nuestra sección la figura de Fray José María Aguilar Collados (1909-1992), escultor madrileño de la Orden Jerónima, que en 1956 es trasladado a Sevilla como prior del Monasterio de San Isidoro del Campo. Su presencia en Sevilla coincide con la apertura de la Iglesia al Arte Contemporáneo, por lo que sus imágenes reflejan una voluntad explícita de modernidad e innovación, así como una gran libertad respecto a la tradición imaginera local.
Para la Iglesia de los Paúles realiza entre 1959 y 1961 cuatro imágenes: San Vicente de Paúl, un Crucificado de madera sobredorada, Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen Milagrosa, caracterizadas todas ellas por la estilización de las líneas, su gran verticalidad, las formas angulosas de los pliegues de las vestiduras y la policromía de reflejos metalizados. Son imágenes en las que, sin abandonar la iconografía tradicional, el autor consigue traducirla en un lenguaje contemporáneo muy acertado y bello.
En 1960 realiza en mármol blanco la Virgen de Belén para la Capilla del Seminario Menor de Pilas, en la que predominan las formas curvas que convierten a la Madre en la cuna del Niño. El autor es capaz de realizar una imagen llena de belleza, ternura y calidez, a pesar del material utilizado, en la que destacan los rostros de la Virgen y del Niño, así como la relación que se establece entre ambos.
Para la Iglesia del Colegio de los Padres Blancos, realizará entre 1961 y 1962, el Cristo Crucificado, la Virgen Reina de los Mártires y San José, en las que se deja de lado toda decoración, para cargar toda la expresividad en los materiales y las texturas. El Cristo no aparece clavado sino sobrepuesto a una cruz de gran altura, siendo ésta la primera vez que el autor plantea su idea del Cristo Crucificado-Resucitado que posteriormente desarrollará ampliamente. De esta manera el autor sintetiza en una sola imagen el núcleo del misterio pascual: la muerte y resurrección del Hijo de Dios. Junto a Éste, se encuentra la Virgen Reina de los Mártires, que se inclina hacia la cruz, estableciéndose así una conexión visual y alegórica, reforzada por la palma que la Virgen lleva en sus manos.
Del año 1962 es la Virgen de la Parroquia de la Blanca Paloma de Sevilla; tallada en madera policromada, de gran belleza y sencillez, en ella destacan la paloma que sostiene en su mano derecha, símbolo de la Encarnación, así como la corona de estrellas y la ráfaga que la circunda.
A partir de un alejamiento de la rica tradición de la escultura sacra española, Fray José María consigue renovar el lenguaje de la imaginería dejando toda la carga expresiva en los materiales, las texturas y el cuidadoso estudio de rostros y gestos, con los que llena a sus imágenes de unción, ternura y cercanía al fiel que se acerca a ellas, abriendo una senda nueva que aúna contemporaneidad y devoción, sin necesidad de repetir esquemas neobarrocos manidos y agotados.
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