«Esta semana ha sido, ante todo, un encuentro con Dios»
Ana Andreu es una joven española que ha participado en el Encuentro Internacional de los Equipos de Jóvenes de Nuestra Señora. En este testimonio explica su experiencia:
«Con estas palabras pretendo transmitir lo que he vivido y sentido estos días en Sevilla, desde mi posición, hasta ahora, fuera del movimiento de los Equipos.
La decisión de ir al encuentro fue motivada, por un lado, gracias a mi hermano Carlos, pero por otro lado, fue una especie de necesidad, de algo que desde dentro me llamaba a vivir más mi fe, a buscarme y a encontrarme más a mí misma y a compartir un camino de vida con otras personas católicas con las mismas inquietudes y proyectos que yo.
Sin duda, la semana no me ha dejado indiferente. He sentido a Dios en cada una de las personas que, con su personalidad propia, me han aportado lo mejor de sí mismas; en cada conferencia; en cada testimonio de vida; en cada misa y oración.
Esta semana de encuentro ha sido, ante todo, un encuentro con Dios en los demás, en las virtudes y en todas las cosas buenas que tenemos las personas: en los gestos de cariño, en las buenas amistades, en la generosidad, en las risas, en las palabras sinceras, en los buenos consejos, en la alegría.
En definitiva, ha sido una semana de fe vivida de verdad, plasmada en el ejemplo de cada equipista, una semana de no solo creer, sino también de vivir, y eso es, en esencia, lo que significa para mí ser cristiano: la coherencia de vida.
La dinámica que se ha seguido en el encuentro de los Equipos, con los momentos de oración y recogimiento y también los juegos, los bailes, las charlas, ha creado un ambiente donde cada uno ha sido tal y como es, donde he podido conocer a las personas con profundidad, donde he vivido un cristianismo puro y donde me he sentido muy cerca de Dios.
Gracias a cada uno de vosotros por darme tanto y gracias por permitirme conocer, con este encuentro, el movimiento de los Equipos, que ha supuesto para mí un ‘despertar’ de mi fe, un desprendimiento de mí misma para darme a otros y, sobre todo, un camino de vida a seguir en el que vivir en plenitud una vida verdaderamente cristiana».
